Según cuentan algunos de los habitantes de la zona, los guerrilleros no tenían problema cada domingo en hacer un “paseo de olla” al río, contaminando cuando lavaban los trastos y hacían fogatas. Terminados los diálogos de la zona de distensión, entró el Ejército, pero la suerte de Caño Cristales no cambió porque se convirtió en un pequeño campamento de soldados.
Por eso en 2005 se prohibió definitivamente el acceso a este paraíso, abriéndose únicamente para temporadas especiales en época de invierno.
En 2010, Parques Nacionales Naturales, la Corporación Ambiental Cormacarena, Acción Social y autoridades de La Macarena realizaron estudios técnicos de capacidad de carga turística y manejo ambiental. Los resultados de estos estudios definieron las pautas para el desarrollo sostenible de la actividad promoviendo la conservación del ecosistema.
Con esos resultados, se presentó ante el Fondo de Promoción Turística (Fontur) el proyecto del plan turístico de La Macarena, que incluye, según el director del Instituto de Turismo del Meta, William Cabrera, el mejoramiento de la terminal aérea, la adecuación de los accesos a Caño Cristales y la construcción de puentes, barandas y escaleras para mayor seguridad de los turistas, además de unidades sanitarias con manejo en seco de los residuos biológicos, un malecón y muelles flotantes sobre el río Guayabero, obras que costarían entre $8.000 millones y $10.000 millones.
Empresas públicas como Satena ya mostraron su interés por la promoción de Caño Cristales como destino turístico, por lo que tomaron la decisión de realizar vuelos directos a La Macarena desde Bogotá los viernes, con regreso el domingo.
“Me han llamado ejecutivos que han ido a la zona y que vuelven felices a la ciudad luego de estar un fin de semana allá. Dicen que la vida les cambia y parecen niños narrando todo lo que vieron”, asegura Juan Carlos Gutiérrez, director comercial de Satena.