El reto de ser afro y trans en territorios hostiles con la población LGBTI

Tania Duarte, líder de la comunidad LGBTI en Cartagena: “El prejuicio es algo cotidiano”.

Joseph Casañas
08 de agosto de 2018 - 03:46 p. m.
El reto de ser afro y trans en territorios hostiles con la población LGBTI

Autor: Joseph Casañas Follow @joseph_casanas

Los pasos de Tania Duarte son firmes, decididos. Apoya con fuerza la planta de sus pies sobre el pavimento caliente de una calle en Barranquilla. Son pasos corticos. Se prepara para marchar, para protestar, para vivir. Es el día del orgullo LGBTI. Hace mucho rato que Tania derrotó sus miedos. Para hacerlo, estudió filosofía en la Universidad de Cartagena. Es una mujer trans.

No se victimiza, pero tiene las cosas claras. Sabe y entiende que pertenecer a la población LGBTI en Cartagena, ciudad en la que nació hace 25 años, “es bien jodido (…) aunque mi familia no entiende mucho del tema, cuando ve noticias y se entera de que discriminaron o asesinaron a alguien de la comunidad, se preocupa porque saben perfectamente que podría ser yo”. En 2017 fueron asesinadas 109 personas LGBT.

En el marco del Primer Encuentro de liderazgos afrodescendientes e indígenas LGBTI de La Guajira, Cartagena y Tumaco, organizado por Caribe Afirmativo, se identificaron diez barreras invisibles que limitan el avance en el desarrollo de dicha población. Racismo y bajo nivel de escolaridad son las más comunes. Lea también: Madonna, la trans del desierto

Tania se ajusta el vestido y se amarra el turbante para que sus crespos no le tapen la cara. Por ahora, es el viento el que no la deja hablar fluidez. “Paradójicamente las razas palenqueras y raizales son las más racistas. Entre nosotros mismos nos tratamos muy mal, pero eso también se debe a la falta de modelos efectivos de educación, a la falta de rigor para reconocernos étnicamente”.

Por su forma de hablar y la claridad al momento de expresar las ideas, Tania se ha venido convirtiendo en una vocera natural de la población LGBTI en la capital de Bolívar y eso tiene sus riesgos. En Colombia se está presentando un significativo aumento de homicidios, amenazas y desplazamientos forzados, entre otras violaciones de derechos humanos, contra defensores de derechos humanos LGBTI. Solo en 2017, se registraron 60 amenazas contra personas LGBT. Además, el año pasado, de acuerdo con Caribe Afirmativo, se registró un aumento sin precedentes de las amenazas contra personas LGBT defensoras de derechos humanos y sus organizaciones: pasaron de cinco hechos en 2016 a 26 en 2017.

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“Con mi liderazgo no estoy rompiendo ningún paradigma. Hay muchas mujeres trans que han recorrido un camino y gracias a ellas, independientemente de lo que hayan hecho, si han sido peluqueras o trabajadoras sexuales, es que hoy puedo salir con más tranquilidad a la calle. Hay que reconocer el trabajo de todos y todas”.

En un recorrido que Caribe Afirmativo adelantó por Cartagena y Riohacha, se evidenció que en estos territorios, pese a ser capitales de departamento, es más complejo salir del clóset. ¿Por qué?

Resulta que en los contextos afrodescendientes, ser LGBTI suele ser invisibilizado, pues para muchos se mantiene la creencia de que “eso” proviene del hombre blanco y, por tanto, no se da en el hombre negro, y si se da, es resultado de la interacción con el blanco, quien ha intentado exportar a sus comunidades las “desviaciones”.

En el rastreo de periódicos que Ricardo Chica, investigador y profesor de la Universidad de Cartagena ha realizado, este ha identificado la ausencia que tuvo hasta los años 70 la existencia de personas LGBTI en la prensa, lo cual puede representar una pista sobre el pensamiento que para ese entonces había sobre dichas personas. Posteriormente, desde los años 80 los registros más antiguos que hacen referencia a la población LGBTI estaban enmarcados en la sección de noticias judiciales, señalándolos de “rateros”.

Desde entonces, las cosas vienen cambiando. Y aunque falta mucho por trabajar, Tania propone una guía práctica para quienes planeen un acercamiento con la comunidad LGBTI.

El reto hormonal

“El hecho de ser una chica trans implica un gasto económico grande. Sobre todo, en el proceso de sustitución hormonal. Porque, lastimosamente, no hay muchos especialistas en esa área del saber; entonces todas las experiencias de hominización son automedicadas, lo que podría implicar riesgos para la salud de las mujeres trans”.

“Los gais tienen el demonio adentro”

David Rodríguez es un hombre gay nacido en Uribia, la capital indígena de Colombia. Un municipio con alta presencia de indígenas wayúu. Para él, asumir su sexualidad no fue una tarea fácil. “Para el pueblo indígena el homosexual o la persona LGBTI, en general, no existe. Es considerado una aberración”.

En este municipio se tiene la creencia de que la homosexualidad es una especie de castigo o maldición. “Se cree que en el hombre gay habita un demonio que debe ser expulsado”, explica un líder wayúu de Riohacha.

Para ‘exorcizarlo’, se prepara una pócima proveniente de la planta de la pringamoza que es recetada por una espiritista. “La pelan, la calientan en agua y se le hace un baño (a la persona) y se le da de bebida. Eso hace que las hormonas se levanten hasta que las cuerdas vocales vuelvan a ser nuevamente de hombre”, explica el líder.

Antes de probar esa pócima, David huyó y se refugió en Barranquilla. Allí, con todo en contra, decidió estudiar derecho.

“Empecé a trabajar a independizarme. De pronto eso ayudó para que él (su papá) viera que también yo podía salir adelante. Después, terminé mi profesión, conseguí un trabajo y demostré a mi familia que ser gay es algo normal”.

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Por Joseph Casañas

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