En el primer semestre de 2017 se salvaron 315 vidas

Pasto, Montería, Villavicencio y Santa Marta tuvieron los mejores resultados. Preocupan Itagüí, Neiva, Palmira y Valledupar, pero sobre todo, Cúcuta y Soacha.

Fundación Ideas para la Paz
10 de septiembre de 2017 - 09:00 p. m.
 El número de muertes pasó de 2.911 a 2.596. / Archivo El Espectador
El número de muertes pasó de 2.911 a 2.596. / Archivo El Espectador

La buena noticia es que en los 27 municipios más poblados del país –que concentran casi el 50 por ciento de los homicidios que ocurren en Colombia–, el número de muertes violentas disminuyó 11 % (pasando de 2.911 a 2.596) en el primer semestre de 2017. El dato preocupante es que la tendencia histórica muestra que cuando las autoridades logran una cierta caída de los homicidios en los primeros seis meses del año, tienden a relajarse en el segundo semestre, poniendo en riesgo lo avanzado.

Las 315 vidas salvadas en el primer semestre, en comparación con los primeros seis meses de 2016, muestran un avance positivo. Por primera vez en los últimos diez años, las cinco ciudades principales de Colombia lograron reducciones de manera simultánea. Pero no hay que bajar la guardia, ni conformarse con lo hecho hasta ahora. No es suficiente la disminución en el primer semestre para lograr reducciones significativas al final del año. Los municipios que han conseguido bajas importantes deben seguir trabajando con la misma intensidad y aquellas ciudades donde las muertes violentas subieron, todavía están a tiempo para revertir la tendencia.

Las ciudades que comenzaron bien el año

De los 27 municipios más poblados, 19 lograron reducir los homicidios durante el primer semestre de 2017 con respecto al mismo período de 2016. De ellos, 13 consiguieron descensos iguales o superiores al 10 por ciento, entre los que están Bogotá (-14 %), Cali (-15 %) y Barranquilla (-12 %). En el top 5 de los municipios con mayores caídas se encuentran Pasto (-47 %), Montería (- 39%), Villavicencio (- 32%) y Santa Marta (- 31%).

Seis ciudades tuvieron descensos inferiores al 10 por ciento durante el mismo período, como Medellín, que redujo las muertes violentas en 3 % en comparación con lo que logró durante el primer semestre del 2016, cuando tuvo un incremento del 12 % con respecto al primer semestre del 2015.

Ciudades que comenzaron mal el año

En Sincelejo y Popayán el número de homicidios no tuvo variaciones con respecto al primer semestre del 2016, sin embargo, en seis municipios se dieron alzas: Itagüí (55 %), Neiva (27 %), Palmira (21 %), Cúcuta (9 %), Valledupar (9 %) y Soacha (2 %). Sumadas, estas ciudades tuvieron 376 muertes violentas en los primeros seis meses del 2017, 42 homicidios más que durante los mismos meses de 2016.

Adicionalmente es relevante mencionar que, de los 27 municipios con mayor población, 10 tuvieron alzas en las tasas de homicidios en 2016 y de estos solo Cúcuta y Soacha continuaron con la tendencia al aumento en el primer semestre de 2017.

¿Cómo terminará el 2017?

Para responder esta pregunta, la Fundación Ideas para la Paz (FIP) comparó el comportamiento del homicidio en los primeros y segundos semestres entre 2007 y 2017, en las 27 ciudades más pobladas y los 1.122 municipios del país. Buscábamos observar si lo ocurrido en los primeros seis meses del año puede anticipar el comportamiento en el segundo semestre y, finalmente, el número total de homicidios en los 12 meses.

A través de un test de diferencias de medias encontramos que los municipios que reducen los homicidios en el primer semestre tienden a relajarse durante el segundo, arriesgando un buen resultado al finalizar el año. Aun así, tres de cada cinco municipios que comienzan con una reducción en los primeros seis meses, terminan con un descenso anual.

Por el contrario, los municipios que incrementan el número de homicidios en el primer semestre tienden a esforzarse más durante el segundo semestre, en comparación con los que tuvieron reducciones a comienzos del año. Sin embargo, sólo uno de cada cinco de los que tienen resultados negativos en el primer semestre y se esfuerzan más en el segundo, obtienen reducciones al finalizar el año.

Lo que sugieren estas tendencias es que la reducción de los homicidios está relacionada con la motivación y los incentivos de las instituciones. Cuando estas valoran que han cumplido la meta mínima establecida para el año o cumplen la cuota exigida, bajan la guardia y disminuyen los esfuerzos. Por el contrario, cuando llegan a la mitad del año con descensos leves o alzas en el número de muertes violentas, prenden las alarmas y toman medidas para revertir la tendencia negativa, aunque ya para este punto puede ser tarde.

Desde luego, esto no siempre es así. Algunas ciudades pueden tener alzas sostenidas, sin que las autoridades reaccionen o tenga las capacidades para detener el aumento.

Esto podría estar vinculado con lo que la economía conductual llama “aversión a la pérdida y sensibilidad decreciente”, que muestra que a las personas no les gusta perder o no alcanzar sus objetivos y que los resultados de cada esfuerzo adicional son mayores a medida que se acercan a la meta. Lo mismo ocurre con las instituciones. Si perciben que están cumpliendo el objetivo en lugar de esforzarse por superarlo, tenderán a estar menos motivadas para ir más allá de la meta establecida. Esto tiene consecuencias mayores cuando se trata de reducir los homicidios, un asunto que no sólo depende de las administraciones locales.

¿Cómo cambiar esta situación?

La clave está en la definición de la meta. La Campaña para la Reducción de los Homicidios en América Latina “Instinto de Vida” ha propuesto disminuir la tasa de homicidios en los siete países más violentos de la región en un 50 % en un período de diez años. Para esto, cada país –incluido Colombia– debería aportar un descenso anual del 7 %, que requerirá descensos semestrales mayores al promedio de los últimos diez años (que fue del 3 % para los primeros semestres del año y del 2 % para los segundos).

Por ahora, los primeros seis meses arrojan un balance positivo. Sin embargo, aquellas ciudades que consiguieron un descenso en el primer semestre, no se deben conformar con lo hecho hasta ahora, sino aspirar a obtener alzas mayores. Por su parte, Itagüí, Neiva, Palmira, Cúcuta, Valledupar y Soacha todavía están a tiempo de mejorar sus números. Cuando el objetivo es proteger la vida de los ciudadanos, ninguna meta o cuota preestablecida es suficiente.

 

Por Fundación Ideas para la Paz

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