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Gozando en Ayapel, al son que les pongan

Una fiesta tradicional del departamento de Córdoba es el Festival Nacional de Acordeoneros, Compositores y Verseadores en la que resuenan los acordeones y las guacharacas. Crónica.

Lorena Cristina Márquez Fernández*
19 de mayo de 2016 - 12:36 a. m.
Con los años, el festival ha tenido mayor eco y una mejor calidad artística. / Foto Lorena Márquez
Con los años, el festival ha tenido mayor eco y una mejor calidad artística. / Foto Lorena Márquez

En medio de las luces, el ruido y esa multitud de gente, empezó a subir las escaleras de la tarima un hombre alto, moreno, al que el público no le prestó mayor atención. Seguro creyeron que era uno más de los participantes en la categoría Canción Inédita de la versión 31 del Festival Nacional de Acordeoneros, Compositores y Verseadores que se festeja en Ayapel días antes de cada Semana Santa. Todo cambió al minuto de empezar su canción.

El público comenzó a llorar cuando se dio cuenta que la melodía hablaba de la muerte absurda de José de los Santos Ortiz Mendoza, a quien habían asesinado hacía un mes en el mismo pueblo.

“Se fue el tintero, ya José se fue / y el pueblo se estremeció del dolor. / Era inocente sin nada que ver / que Dios lo tenga en su reino de amor”, cantaba Alfonso “Foncho” Olivares desde la tarima.

Las cosas de antes

El parque Miguel Escobar Méndez estaba repleto, había unas 500 personas contando a los que bailaban, tomaban, gritaban y a los que solo observaban. En medio del gozo seguro que nadie pensó, por ejemplo, que Escobar Méndez había sido un monteriano destacado por ocupar altos cargos en el Gobierno y en el Congreso, y que además había dado la plata para la construcción de ese parque.
La temperatura estaba fuera de lo normal, superaba los 28°C que registra normalmente Ayapel, un pueblo ubicado al sur-oriente de Córdoba, el cual realiza este festival desde hace más de 30 años.

Aquella noche era la final de Acordeoneros Aficionados y Canciones Inéditas Profesionales, dos de las siete categorías que envuelven el festival, aunque no desde sus inicios.

La idea del festival empezó solamente con baladas, pero como no tuvo la suficiente acogida los tres primeros años decidieron convertir la modalidad en música vallenata, incluyendo también las categorías Mejor Canción a Ayapel, Acordeoneros Profesionales, Acordeoneros Infantiles, Piquería y Voz Revelación.
En ese entonces Ayapel no abarcaba los 42 mil habitantes con que cuenta hoy y tampoco era tan alto el número de turistas que lo visitan.

El pueblo gira por esos días alrededor de la fiesta y recibe a los visitantes que se desvían de la troncal de La Apartada para ingresar a una carretera con una única entrada y salida hacia Ayapel. Este municipio está a dos horas en carro desde Montería y a 40 minutos de Caucasia (Antioquia), con la que limita por el sur.

Recorriendo Ayapel

Foncho, quien ganó con su canción El Tintero, continuaba entonando en ritmo paseo: “Él su carreta empujaba por todas las calles. / Hacía su labor, / te brindaba un tinto, / y su conversación hacía más ameno aquel rico café“.

Al vendedor de tintos de 69 años lo mató accidentalmente un sicario cerca al Parque Heredia, diagonal a la estatua del cacique Yape, un indígena de la provincia de Panzenú del Imperio Zenú, el cual tiene que ver con la fundación y la asignación del nombre del municipio.

José, con el propósito de criar a sus tres hijos y ganarse la vida, recorrió por más de dos décadas esta población que es la más antigua del departamento y es considerada la Capital Pesquera de Córdoba y Capital Cultural del San Jorge.

La tarima estaba a cuatro cuadras de la Iglesia San Jerónimo, declarada Patrimonio Histórico y Cultural de Córdoba en 2003. Ella tiene un estilo gótico y con uno de los pocos relojes de sol viejos que se conserva en el país.
Al frente se realizaría al día siguiente el tradicional paseo náutico en la ciénaga de Ayapel, la mayor reserva hidrobiológica de Córdoba con 40.000 hectáreas, pero por falta de presupuesto fue cancelada a última hora.

“A mil, a mil el mango, llévelo biche con buen limón y sal”, gritaban los vendedores de esta fruta que abunda en la región y que además cuenta con distintos tipos como el de rosa, corazón, puerco y tommy, entre otros tantos. La gente se los comía cortados en láminas y era el pasante del “agüita ácida” que hace arrugar la cara al tragar.

Coreando con Liñán

“Hágame el favor compadre Debe, / llegue a esa ventana marroncita, / toque tres canciones bien bonitas, / que a mí no me importa si se ofenden”, entonó Jorge Liñán, quien había representado a Diomedes Díaz en la telenovela “Diomedes, el cacique de La Junta”.

La gente parecía haber enloquecido. Con las sillas en las manos agitándolas de arriba abajo, varios asistentes manifestaron su euforia. Otros más calmados solo estremecieron sus pañuelos. Bafles de dos metros de largo estaban en cada lado de la tarima y soltaban un sonido potente que no dejaba hablar a quienes estaban cerca.

Esa noche, la fiesta oficial se terminó al escoger a los ganadores de los Acordeoneros Profesionales y Piquería. Este último estilo se caracteriza por su particular ataque literario hacia el adversario a través de versos y estrofas, pero sin recurrir a insultos.

A modo de coro, los que estaban en el parque cantaban “si la vida fuera estable todo el tiempo, / yo no bebería ni malgastaría la plata”, mientras acompañaban a Liñán.

Fiesta sin reina

Los vendedores de trago se acercaban a las mesas: “¿Qué van a tomar?”. Aquellos que tenía buen dinero pedían whisky Old Parr, mientras el resto apenas cerveza. Las horas pasaban y con tanto goce ya se veía a la gente cogida por el trago buscando qué comer.

Alrededor del parque estaban los puestos de fritos con empanadas, carimañolas, patacones y muslitos de pollo (una mezcla de harina de trigo frita enrollada en un palito de madera).

“Dame un jugo de naranja con buen hielo”, pedían algunos para refrescarse y seguir entonando “una reina sin tesoros ni tierras / que me enseñó la manera de vivir nada más…”.

Aunque en Ayapel este año no hubo reina, sí coronaron al sanandresano Julián Rojas Teherán como nuevo Rey Profesional del Festival, para cerrar así con broche de oro esta versión 31 del Festival Nacional de Acordeoneros, Compositores y Verseadores, esa fiesta que se realiza antes de Semana Santa y que representa el alma de las sabanas cordobesas.

*Estudiante de Comunicación Social Universidad Eafit (Medellín)

Por Lorena Cristina Márquez Fernández*

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