“Hay que poner un alto a la impunidad”: ONU Mujeres en Colombia

Belén Sanz, representante de la ONU Mujeres en Colombia, se refiere a la problemática de feminicidio. Destaca que el país avanzó en la implementación de normas, pero cree que es urgente pasar a la acción y proteger a las víctimas.

redacción Nacional
12 de abril de 2017 - 09:40 p. m.
“Hay que poner un alto a la impunidad”: ONU Mujeres en Colombia
Foto: GUSTAVO TORRIJOS

El asesinato de Claudia Giovanna Rodríguez puso de nuevo sobre la mesa la discusión sobre feminicidio en Colombia. En lo corrido del año se han presentado 52 homicidios de mujeres por el hecho de ser mujeres. Ante esta problemática, que parece no detenerse en el país, Belén Sanz, representante de ONU Mujeres en Colombia, insiste en la importancia de mejorar los sistemas de protección de las víctimas, mitigar los índices de impunidad y acabar con la cultura machista. Para Sanz, es preocupante que, por ejemplo, el 37 % de los colombianos aseguren que “las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen”, según un estudio sobre tolerancia de las violencias contra las mujeres en Colombia. La representante de la ONU cree que los colombianos deben aprovechar el posconflicto y cambiar las estructuras de desigualdad y discriminación.

Naciones Unidas le ha advertido a Colombia desde hace mucho sobre la violencia contra la mujer. ¿Qué ha hecho el país frente a las recomendaciones?

Colombia ha avanzado de manera significativa en promulgar e implementar normativa que contribuya a prevenir, atender y, en última instancia, erradicar cualquier tipo de violencias contra las mujeres. Ejemplo de ello son las leyes 1719, sobre violencia sexual en el marco del conflicto, y 1761, que tipifica el feminicidio. Aunque estos marcos normativos son necesarios para erradicar la violencia contra las mujeres, persisten desafíos en su efectiva aplicación. Hay que mejorar en la limitada protección y el acceso a la justicia para las víctimas, y los índices de impunidad.

Casos terribles como los feminicidios hacen ver que falta mucho en Colombia para proteger a la mujer. ¿Qué puede hacer el país para mejorar?

Se trata de aunar esfuerzos para hacer de Colombia un país seguro para las mujeres. Por un lado, es necesario avanzar en el compromiso de las instituciones públicas para implementar efectivamente la avanzada legislación con la que cuenta Colombia. Hay que poner un alto definitivo a la impunidad. También es fundamental el apoyo y compromiso de todos los sectores: la sociedad civil, los medios de comunicación, la academia, los aliados del sector privado y la cooperación internacional, para garantizar que las iniciativas cuenten con el adecuado apoyo y financiamiento. Estamos hablando de un grave problema de salud pública y de derechos humanos y un serio obstáculo para el desarrollo. Por último, debemos sumar a los hombres. La violencia contra las mujeres es perpetrada por ellos. No podemos erradicar esta pandemia mundial sin sumar a la mitad de la humanidad. Hay trabajar en una transformación cultural para erradicar cualquier forma de tolerancia hacia los actos machistas.

Llega el posconflicto y la situación de mujeres y niñas parece empeorar. ¿Cómo cambiar esas estructuras desiguales que limitan sus derechos?

La violencia contra las mujeres se agudiza en escenarios de conflicto armado y, en muchas ocasiones, de posconflicto. Dicha violencia, además de ser una gravísima vulneración a sus derechos humanos, imposibilita alcanzar escenarios de paz estable y duradera. Proyectos recientes de investigación a gran escala muestran que la seguridad de las mujeres es uno de los indicadores más confiables sobre el grado de paz de un Estado. La paz es una oportunidad para cambiar las estructuras de desigualdad y discriminación que históricamente no han permitido el pleno disfrute de los derechos de las mujeres. Es necesario ver este momento de transición hacia la paz como un escenario de oportunidad para acelerar el paso hacia la igualdad de género y la no repetición. Si la mitad de la población colombiana no puede vivir en paz en sus hogares, en el trabajo, en el espacio público, ¿de qué paz hablaremos?

Pareciera que hay un incremento de feminicidio en el mundo: Argentina, Honduras, El Salvador. ¿Por qué es tan difícil que las mujeres no sean asesinadas por el hecho de ser mujeres?

El feminicidio es la expresión más dramática de la violencia contra las mujeres y es producto de la desigualdad. La región latinoamericana y caribeña es una de las que presentan más altas tasas de feminicidio. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) confirmó que, según sus registros, “cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujer”. Frente a esta grave situación, lo preocupante es que la sociedad sigue mostrando altos índices de tolerancia a la violencia contra las mujeres. En 2014, la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer de Colombia, con apoyo de ONU Mujeres, realizó la segunda medición del “Estudio sobre tolerancia social e institucional de las violencias contra las mujeres”, comparado con la primera versión, realizada en 2009. En algunos de los imaginarios se mostraron resultados alarmantes. Por ejemplo, el 37 % sigue pensando que “las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen” y el 45 % considera que “las mujeres que siguen con sus parejas después de ser golpeadas es porque les gusta”. Por supuesto, para prevenir y erradicar las violencias contra las mujeres es necesario mejorar las rutas de atención y la respuesta institucional, pero la transformación es más profunda ya que es de tipo cultural y social. Para que las mujeres puedan vivir en pareja, caminar por la calle, estar en el lugar de trabajo sin miedo, es necesario que se eliminen las estructuras de desigualdad que reproducen las violencias. Y eso es tarea de todos.

Por redacción Nacional

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