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Los días contados de la Sierra Nevada

Expertos aseguran que este ecosistema del Caribe colombiano desaparecerá en tres o cuatro décadas.

Redacción Vivir
04 de abril de 2014 - 03:31 a. m.
Panorámica de la Sierra Nevada de Santa Marta captada por Humberto Pinto en 1998. /  El Especador
Panorámica de la Sierra Nevada de Santa Marta captada por Humberto Pinto en 1998. / El Especador
Foto: William Orlando Niampira Gamba

Las 3.500 hectáreas de bosque de la Sierra Nevada de Santa Marta que han quedado destruidas por causa del fuego revivieron una preocupación que poco a poco ha venido creciendo desde la década de los setenta y que ahora, cuando las llamas han afectado a 111 familias de la zona, vuelve a ser tema de discusión: el inevitable deterioro de este ecosistema y, con ello, la irreversible desaparición de sus glaciares.

Ya lo anunció el presidente Juan Manuel Santos luego de sobrevolar la región y percatarse de la magnitud de un desastre que, después de quince días, finalmente fue controlado el miércoles por más de cien bomberos, con el apoyo de la Fuerza Aérea, como aseguró a este diario el capitán Germán Miranda, director de Bomberos de Colombia. “Está confirmado —dijo el mandatario— que en 2030 la Sierra ya no será nevada”.

Y aunque algunos tilden esas afirmaciones de exageradas, Santos tiene razón. Más allá del daño ambiental que causaron las llamas, tan difíciles de controlar por la altura en que se presentaron, el deterioro de las montañas es inminente e ineluctable.

De hecho, según Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del Ideam, los glaciares que componen esa cumbre son unos de los que más corren peligro en el país.

“Anualmente —dice Ceballos— se está perdiendo entre el 3 y el 5% de su área. Y lo peor es que no podemos hacer nada para reversar ese fenómeno. El daño ya está hecho. Para que se recuperen se necesitan inviernos demasiado fuertes”.

De acuerdo con el libro Glaciares de Colombia, más que montañas con hielo, publicado el año pasado y del que Ceballos es autor, el área glaciar total de la Sierra Nevada en 2010 era de 7,4 kilómetros cuadrados, lo que representaba el 16% de los glaciares del país. Pero hoy esa cifra se ha reducido significativamente, y seguirá disminuyendo con el correr de los años hasta que en tres o cuatro décadas este ecosistema deje de existir.

La razón, en suma, es una sola: el cambio climático ha hecho que varíen con el tiempo ciertas condiciones esenciales para la supervivencia de ese ecosistema. Por ejemplo: la nieve que cae en época de invierno se derrite a un ritmo mucho más acelerado y se convierte en agua que pasa al páramo.

“Esa nieve —explica Ceballos— es como un alimento necesario para sobrevivir. Y a raíz de estos incendios, resultados de esta fuerte temporada de sequía, se puede concluir que hay una mayor radiación en la zona de glaciar, lo que implica que se está derritiendo a una velocidad aún mayor de la normal”.

Pero esa situación no es nueva en el país. Desde los años setenta, los expertos han estado lanzado alertas constantes a las autoridades luego de que nevados como el del Quindío, el Puracé y el Galeras desaparecieran del mapa y sus áreas fueran colonizadas por páramos. Y esos escenarios son, en palabras de Ceballos, el mejor medidor de cómo está afectando el cambio climático a la Tierra. Lo es porque tal derretimiento está sucediendo en los glaciares de todo el mundo.

Sin embargo, como dice el experto, los de Colombia tienen una particularidad que los hace mucho más sensibles a las altas temperaturas: somos uno de los tres únicos países que tienen glaciares ecuatoriales en el mundo, “una rareza en estas latitudes”.

Con sus afirmaciones concuerda Germán Poveda, uno de los 259 científicos que participaron en la elaboración del reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, en el que se advierten algunos de los desastres que puede ocasionar el calentamiento global: problemas en el suministro alimentario, emigración constante e inconvenientes en temas de seguridad.

“Hemos estudiado las tasas de derretimiento de los seis glaciares colombianos que nos quedan y en todos encontramos una desaparición acelerada de los casquetes glaciales. Si el calentamiento global continúa bajo las condiciones que se han venido presentado, nos quedaremos sin glaciares en 20 años”, explica Poveda.

Según él, aunque el fenómeno se está viviendo de manera similar en otros países, los que están ubicados en los Andes tropicales (como los de Colombia, Perú y Bolivia) son los que se están viendo afectados de manera más dramática.

“Acá, además, hay actividades volcánicas como las del nevado del Ruiz registradas en los últimos años, que están derritiendo los glaciares”, asegura.

El problema que padece la Sierra Nevada de Santa Marta podría traer una serie de consecuencias relacionadas, especialmente, con el abastecimiento hídrico, aunque su impacto no tendría efectos extremadamente perjudiciales.

“Para el suministro de agua —dice Ceballos— los glaciares son como una llave abierta. ¿Qué va a suceder si se derriten? Pues que se abre la llave y no va a salir nada. Sin embargo, aquí, en Colombia, nuestro abastecimiento de agua potable no depende de ellos sino, fundamentalmente, del bosque altoandino y de los páramos. Su aporte, en verdad, está por el orden del 4 u 8%”.

Pese a ello, todo esto indica, como explica Poveda, que muy probablemente en un par de décadas, el país se quede sólo con la Sierra Nevada del Cocuy.

Por Redacción Vivir

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