Los indignados de Electricaribe

Manifestaciones contra Electricaribe el miércoles en Barranquilla. / Samuel Losada

Electricaribe es la empresa de servicio eléctrico con el mayor número de reclamaciones en su contra en Colombia, según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. Probablemente sea también la que más protestas genere. En menos de dos meses ha habido bloqueos en calles y carreteras, así como marchas y plantones en los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, Cesar y La Guajira. A lo largo y ancho de la región las quejas son las mismas: continuos cortes de energía, altas tarifas, oscilación de la energía y abuso de la posición dominante.

El 1° de junio, en la capital del Atlántico se creó el movimiento regional de Indignados con Electricaribe. Esta semana, un centenar de éstos realizaron su primera protesta en las oficinas de la empresa en Barranquilla: bloquearon la vía, quemaron facturas, alzaron sus pancartas para visibilizar, ante el transeúnte desprevenido y los flashes de las cámaras, su realidad. La manifestación fue replicada por otros usuarios en Cartagena. Norman Alarcón, coordinador del movimiento, explica que la situación es preocupante, por eso exigen un consumo mínimo vital gratuito de energía en los estratos bajos, mejoras en la infraestructura eléctrica, un trato digno de la empresa y la condonación de “deudas que resultan impagables”. Aunque el usuario tiene derecho a reclamar por un mal servicio y los cobros excesivos, en este caso la indignación generó solicitudes que sobrepasan las responsabilidades de la electrificadora como empresa privada y que corresponden más al resorte de la administración local.

Electricaribe, empresa que pertenece a la multinacional española Gas Natural Fenosa, está presente en los siete departamentos del Caribe colombiano, con 2’311.844 usuarios, el 80% concentrado en los estratos 1 y 2. Uno de los principales problemas que enfrenta la compañía tiene que ver con el robo de energía, según Electricaribe, por este motivo dejó de facturar $621 mil millones en 2012. Y es que con el índice de pobreza que presenta la región, el más alto del país con el 41%, para muchas personas pagar la factura de energía resulta imposible. Sumado a esto está el factor geográfico que tiene una incidencia directa en los hábitos de consumo; con el calor sofocante del Caribe la gente gasta más energía, por consiguiente, paga una tarifa mayor en comparación con otras regiones del país.

Según la firma auditora Deloitte, para 2014 el flujo de caja libre de la empresa rondará casi el medio billón de pesos, lo que la hace una compañía rentable. Sin embargo esta realidad no es consecuente con los usuarios, quienes esperan que la empresa responda con un servicio continuo, eficaz y de buena calidad.

Información de la Superservicios dictamina que Electricaribe está 34% por fuera del rango en lo que corresponde al ‘control del factor de potencia’ establecido por la Comisión de Regulación de Electricidad y Gas. Esta problemática tiende a agravarse por episodios como el reportado por el Centro Nacional de Despacho en el primer semestre de 2011, el cual notificó que de 131 veces que transformadores en todo el país superaron el 95% de su cargabilidad, 121 se presentaron en la región Caribe.

Para que la compañía cumpla con la regulación deberá “adelantar inversiones importantes en materia de infraestructura eléctrica, las cuales se deben realizar paulatinamente”, declaró la Superintendencia.

Según le informó la directiva de Electricaribe a El Espectador, con las nuevas subestaciones y ampliación de las mismas “la compañía incrementó la potencia instalada en los puntos de conexión al Sistema de Transmisión Nacional”.

Y es que la potencia es una de las quejas más frecuentes de los usuarios, por ejemplo, un cambio en la energía dañó la nevera y el microondas del doctor Carlos Álvarez, en el barrio San José de Barranquilla y en Valledupar, Rubys Romero, una estudiante universitaria, señaló que por dos noches seguidas, el 3 y 4 de julio, el servicio fue interrumpido en su barrio, La Esperanza.