Los papas que vinieron a Colombia antes que Francisco

El primero fue Pablo VI, en 1968: habló de matrimonio y hasta casó a 24 parejas. Juan Pablo II llegó en 1986 y dedicó sus palabras a la justicia social y la construcción de la paz. Desafíos que hoy siguen vigentes.

redacción Nacional
11 de agosto de 2017 - 10:38 p. m.
Pablo VI visitó el país en 1968 y Juan Pablo II lo hizo en 1986. / Archivo El Espectador
Pablo VI visitó el país en 1968 y Juan Pablo II lo hizo en 1986. / Archivo El Espectador

Cuando Pablo VI dejó Europa rumbo a Colombia, en agosto de 1968, la polémica por cuenta de su encíclica Humanae Vitae apenas empezaba. En aquel texto, que acababa de publicar la Iglesia Católica, el Pontífice rechazaba todo método de planificación que no fuera natural. (Lea: ¿cuánto cuesta la visita del papa a Colombia?) 

El debate llegó hasta nuestro país, cuando el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Germán Zea Hernández, dijo que estaba de acuerdo con la píldora anticonceptiva. Una osadía en el país del Sagrado Corazón, que se aprestaba a recibir al máximo representante de los católicos. Zea Hernández fue despedido por el presidente Carlos Lleras Restrepo. (Puede ver: Recuerdos del día en que Juan Pablo II visitó Colombia)

Era la primera vez que un papa visitaba América Latina y el gobierno colombiano cuidó cada detalle para que los tres días que Pablo VI permaneció en Bogotá dejara momentos memorables. Aún se recuerda su visita al barrio Venecia, la misa en el Templete Eucarístico (hoy parque Simón Bolívar), la visita al municipio de Mosquera y la inauguración del 29 Congreso Eucarístico. Cerca de 500 obispos y 80 cardenales acompañaron las celebraciones religiosas del Santo Padre en Bogotá y hasta 24 parejas recibieron el sacramento matrimonial de manos del papa. (Lea: Artesanos Wayúu vestirán al papa)

Un hecho que guardó total coherencia con el espíritu del papado de Pablo VI, quien desde que llegó al Vaticano (21 de junio de 1963) se dedicó a defender la institución matrimonial. En su encíclica, la misma de la polémica, y que citó en algunas misas en Bogotá, decía que “el matrimonio es, ante todo, un amor plenamente humano, es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo. No es por tanto una simple efusión del instinto y del sentimiento sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana”. (Vea el especial sobre la visita del papa a Colombia)

El papa 262 de la Iglesia católica dejó otras frases para el recuerdo. En su discurso en Mosquera dijo a miles de campesinos y trabajadores que llegaron a verlo: “Seguiremos denunciando las injustas desigualdades económicas entre ricos y pobres; seguiremos defendiendo vuestra causa, proclamando vuestra dignidad humana y cristiana. Vuestra persona es sagrada y debe ser reconocida efectivamente, sea en el campo económico o en el campo de los derechos civiles, y la participación gradual en los beneficios y en las responsabilidades del orden social”. Un discurso criticado por la clase política de entonces.

Era la Colombia de hace 49 años, pero los problemas que denunció en su visita Pablo VI siguen más como entonces: pobreza, desigualdad social, desempleo, falta de oportunidades. “No olvides que ciertas grandes crisis de la historia habrían podido tener otras orientaciones si las reformas necesarias hubieran prevenido las revoluciones explosivas de la desesperación”.

Dieciocho años después

El 1 de julio de 1986, otro papa, quizás el más carismático que ha tenido la iglesia católica, llegó a Bogotá. Juan Pablo II había anunciado su visita días después de la tragedia de Armero, en donde murieron 23.000 personas por la erupción del volcán Nevado del Ruíz. Visitó once ciudades durante siete días.

Antes de llegar, Karol Wojtila, delineó los puntos clave de su visita: por medio de una alocución desde el Vaticano, el pontífice insistió en un llamado de paz y fraternidad. Señaló que quería encontrarse con el mayor número posible de personas de todas las clases sociales. Incluso se hablaba de una posible reunión con representantes del M-19 y las Farc.  Días antes, a la Santa Sede había llegado una carta del M-19. Ever Bustamante expresaba la intención de la organización de mantener una tregua durante su viaje.  Por eso su visita se conoce como “los días blancos”.

La carta firmada por Antonio Navarro Wolf, en nombre de la comandancia del grupo, decía: “Deseamos reunirnos con Su Santidad para ser oídos e informarle detalladamente sobre nuestros criterios y propuestas en la empresa de buscar concordia, de buscar una solución política al creciente conflicto interno que vive Colombia”.

No hubo tal encuentro. Pero sí se dieron los que él pidió antes de llegar: niños, pobres, mujeres y un público diverso. Juan Pablo II fue a Chiquinquirá, en Cali se reunió con 18.000 niños y fue también a Popayán y Tumaco. Entró a una vivienda de una familia en San Antonio y se reunió con representantes de barrios populares de Medellín. Uno de los momentos más emotivos fue su visita a Armero, desaparecida meses antes por una avalancha. Rezó frente a la cruz que se puso en la ciudad declarada camposanto.

Le habló a la juventud: “Los jóvenes que sufren las contradicciones del desequilibrio económico, de la injusticia social, del desempleo creciente, de la pobreza insultante, están llamados a trasformar esa realidad, evitando las tentaciones del enriquecimiento ilícito, de la evasión por la droga, de la indiferencia y del escepticismo. Por el contrario, deben sentirse responsables de la vida y misión de la Iglesia, ser una presencia clara de los valores del Reino y críticos ante todo lo que atente contra la vida. En definitiva, los jóvenes han de trabajar por la justicia. La paz sólo será fruto de esa opción decidida por la justicia y los jóvenes están llamados a ser sus constructores. La llamada de Cristo al seguimiento radical sigue siendo actual y los jóvenes”.

También a los trabajadores. Su encíclica Laborem Exercens fue parte del discurso: “Necesitáis del trabajo para atender a las necesidades vitales. Pero mucho más que una necesidad biológica, el trabajo es una necesidad moral (…). El trabajo debe siempre elevar a la persona en su dignidad y no degradarla jamás”. Los recuerdos de su semana en Colombia aún siguen en el recuerdo de millones, que hoy hablan de cómo un Santo pasó por el país. “Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo”, le cantan hoy en los altares.

El próximo 6 de septiembre, 31 años después, el país recibirá, por tercera vez, al heredero del trono de Pedro. Es Francisco, el primer papa latinoamericano y uno de los pontífices más activos en la arena diplomática. El restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es uno de sus logros. Tiene pendiente sentar a gobierno y oposición en Venezuela y a Colombia llega para celebrar la firma del acuerdo de paz. Hablará de los años de conflicto que vivieron los colombianos e insistirá en la importancia de la paz cuando se desarmen los corazones.

 

Por redacción Nacional

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