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Los últimos pasos de Camilo Torres

El programa “Los Informantes”, de Caracol Televisión, viajó hasta el sitio donde el cura Camilo Torres murió a manos del Ejército hace 50 años.

Los Informantes
15 de febrero de 2016 - 02:00 a. m.

Camilo Torres, el cura guerrillero que un día dejó la sotana por las armas y se metió al Eln, murió hace 50 años en las montañas de Santander, cerca de El Carmen de Chucurí. Estuvo apenas 110 días en la guerrilla del Eln y disparó seis veces antes de morir. Pero eso le bastó para convertirse en una leyenda urbana y rural y considerar a Camilo como el ícono de la rebeldía por excelencia.

Ovidio García, un exguerrillero del Eln, quien fue compañero de Camilo Torres en la guerrilla y participó junto a él en el combate con el Ejército ese 15 de febrero de 1966, habló con Los Informantes sobre cómo fueron los días del cura guerrillero en el monte. Reveló anécdotas hasta ahora desconocidas de cómo fue su vida en el Eln. Por ejemplo, contó que a Camilo Torres se le hinchaban mucho las piernas en los entrenamientos. Que en ocasiones no podía con el peso del fusil y que a la hora de cocinar prefería hacer pastas.

Ovidio García, quien tiene 70 años y vive alejado de los trotes de la guerra, es de las pocas voces que quedan vivas y que pueden relatar con tanta precisión lo que ocurrió.

¿Cómo fue ese momento en que se decide que Camilo va para el combate?

Cuando el combate se abre, o sea cuando se va a hacer la emboscada, ya había tres frentes, había dos frentes afuera, estaba el de Jaime. Alberto Ayala estaba para esta parte de San Vicente. Entonces, nosotros empezamos a buscar una emboscada en tierra, para hacer algo. Pero antes de Patio Cemento montamos otra emboscada que fue la de La Oreja, la que se llama la Curva del Diablo, de Yaruma para adentro, cerca donde es la casa de Tirapabas. Ahí montamos la emboscada y a Camilo no lo llevamos a esa emboscada, fuimos y lo dejamos en una casa.

¿Por qué propusieron no llevarlo?

Porque era muy riesgoso, ahí ya habían hecho dos emboscadas. Entonces no se llevó y se quedó, pero en la otra emboscada que se montó para Patio Cemento, también se propuso que no lleváramos a Camilo. ¿Camilo qué hizo? Mandémoslo para la guardia y vamos a hacer la reunión y Camilo se fue para la guardia, a prestar guardia esa noche. Hicimos la reunión, pero Camilo se hizo al lado de nosotros a oscuras, poniendo cuidado qué era lo que decían. “A Camilo mandémoslo para allá, Fabio”. “No, mandémoslo pa’allá, es que los hombres tienen que formarse es en el combate y tienen que pelear”, esa fue la idea de Fabio. Camilo por eso dijo “yo voy al combate”, porque escuchó todo. Nosotros no lo queríamos llevar, pero lo llevamos, lo pusimos en un punto seguro donde no le fuera a pasar nada, pero desgraciadamente quedó uno vivo y ese fue el que hizo toda la matanza.

¿Cómo fue ese momento, Ovidio?

Fabio abre el tiroteo, con su metralleta. Se abre el tiroteo, todo el mundo se abrió al plomo. Un sargento se ubicó y con una M1 ubicó a todos los que iban asomando la cabeza y pam, pam. Camilo se asomó y pam, un tiro a la cabeza. Yo le dije “tírese al suelo, que lo matan”. Pero no, parado disparando porque ese chino era arrojado. A Ramiro también le pegaron un tiro en la cabeza. Camilo avanza a recoger su trofeo de guerra y le pegan el primer impacto.

¿El trofeo de guerra era el fusil?

Sí. Él caminó y le pegaron el otro en el pómulo y cayó. Entonces Fabio da la retirada, ¿Y Camilo? “Que se quede Camilo”, dijeron. ¿Quién lo sacaba? Porque nos estaban rodeando por encima y nos botaron al río, nos hicieron botar al río. Yo di la vuelta y salí hacia arriba y me bajé. Nicolás se fue con un herido, tenía un tiro. Por medio del combate pasó y se subió a Filo de Oro y estuvo quince días por allá, y nosotros pasamos al cerro de los Andes, A los quince días recuperamos a Nicolás con el herido.

¿Qué tipo de conversación sostenían con Camilo cuando se enteraron de que era un cura que venía de Bogotá?

Empezamos nosotros a preguntarle fundamentalmente sobre la religión. Le preguntábamos que si era cura por qué se metía a la guerra. Ahí fue cuando Camilo empezó a explicarnos: “Bueno, la religión en este mundo es un negocio, les voy a explicar por qué”, y empezó a decirnos cosas de qué era la religión. “Hay que creer en el más allá, pero realmente esto es el segundo capitalismo del mundo, la religión en el mundo”, y empezó a explicarnos cosas como el matrimonio, que había que casarse pero que eso era el que quisiera, eso no es obligación de nadie, porque eso no es que lo mande Dios.

¿Y Camilo hablaba varios idiomas?

Varios idiomas, él hablaba inglés, francés… pero nosotros qué le íbamos a entender si no sabíamos. Él nos decía que sí manejaba idiomas.

¿Pero les dictaba clases de algo?

Sí. De matemáticas, escrito y todo. Nos ponía a leer y a escribir matemáticas. Él nos enseñó a leer todo el tiempo que estuvo, fue maestro de nosotros. Camilo estando dentro de la guerrilla casó a dos campesinos, no guerrilleros. Hizo una mesita y puso unas cosas de yuca como las hostias, un vaso de agua panela como el vino, y los casó. Ellos están por los lados de Rionegro, por ahí viven todavía.

¿Cómo era Camilo con el manejo de armas?

Se le dificultaba. Al principio tenía muchos problemas, él cargaba un fusil grande y no era capaz porque el fusil pesa 11 libras, el solo fusil. Era una M1, eso es un fusil inacabable, de los gringos, y se le cambió por una pistola 9 mm Colt 45, con esa disparó. A él se le dificultaba bastante al principio, después ya cogió el manejo de las armas.

¿Con la comida cómo le fue a Camilo Torres?

Bien. Él cocinaba, era un experto en cocina porque él hacía unas pastas muy ricas. Hizo unas pastas el 31 de diciembre, pastas italianas, y las hizo muy ricas, las preparó, mandó a traer todo lo que necesitaba para eso. Cocinaba bien.

¿Camilo se sentía contento en la guerrilla?

Pues sí, yo lo veía contento. Pero entonces a él lo que se le dificultaba era que se le hinchaban las piernas. Diario cargaba con un morral y las capacidades físicas de él no eran adecuadas para ese momento todavía. Era muy duro para él. Camilo caminaba y hacía el esfuerzo, tanto que una noche, él se las ingenió para colocar una hamaca en la guardia y poder descansar.

¿Ha debido ser Camilo Torres el jefe del Eln?

Lógico, era un ideólogo.

¿Hubiera sido una guerrilla distinta, cree usted?

Diferente en todo, porque habría captado todas las capas sociales. Las habría sabido agrupar, porque él decía “aquí hay que meter a todo el mundo a esto” y Fabio decía que la revolución la hacían eran los campesinos, entonces Camilo respondía: “los campesinos no hacen la revolución, es parte de la revolución, pero no la hacen porque aquí la hacen son los intelectuales, los que pensamos, porque ellos no piensan, ellos no tienen esa capacidad de estudio, toca ponerlos a estudiar para que piensen mañana”.

¿Cuántas personas pertenecían al Eln en esa época?

Por ahí con unos 30 o 32 se formó el Eln. Los primeros pasos que dio esa guerrilla fueron con 32 hombres.

¿Quiénes hacían parte del Eln en esa época?

Ahí estaba Fabio, estaba Norberto, o sea Nicolás Rodríguez, se llamaba Norberto en esa época, Fabio Vásquez era Carlos Villarreal, estaba Norberto, estaba Wilson, era el médico; estaban Víctor Mira Morón, Ricardo Lara, Jerónimo y otros compañeros como Tirapabas. Todos éramos campesinos.

Por Los Informantes

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