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Luther King y Colombia hoy

La conmemoración que hace la comunidad afrodescendiente de EE.UU coincide con los 20 años de la Ley 70 de 1993, sobre comunidades negras en Colombia. Lecciones políticas y morales para una verdadera equidad.

Daniel Mera Villamizar *
27 de agosto de 2013 - 09:36 p. m.
Martín Luther King durante su discurso ‘Tengo un sueño’  pronunciado en la escalinata del Lincoln Memorial en Washington D.C. / AFP
Martín Luther King durante su discurso ‘Tengo un sueño’ pronunciado en la escalinata del Lincoln Memorial en Washington D.C. / AFP

El reverendo Martin Luther King describió un sueño de libertad e igualdad para la nación estadounidense de su humillante y brutal época, pero cada ciudadano de un país que haya vivido la esclavitud puede adaptarlo a su sociedad.

Las luchas por la libertad y la igualdad son inacabables e irrepetibles como ríos en la historia humana. Y los colombianos tenemos una, distinta como todas, sin el heroísmo y los mártires que provocan las tragedias infames, pero no por eso menos meritoria.

Aunque hay ‘contingencia e ironía’ en la batalla por la igualdad, los principios que reafirmó el reverendo en ese “sofocante verano de descontento” siguen vigentes: hermandad, no violencia, justicia, fe y dignidad.

La “protesta creativa” y la “fuerza del alma” seguirán siendo recursos poderosos de quienes padecen injusticias y discriminación en Estados Unidos, en Colombia y en cualquier país.

Luther King habría estimado probable que 50 años después asistiría a la Casa Blanca a una reunión de emergencia para proteger el derecho al voto en los estados segregacionistas, pero no que la sala estaría presidida por el primer presidente negro de la Unión.

La reunión tuvo lugar por una reciente sentencia del Tribunal Supremo. Y he ahí algo de contingencia. Lo inesperado, un presidente bi-racial, cuestionado al principio por el movimiento de los derechos civiles, enfrentando lo esperado: amenazas al voto en Mississippi.

La ironía consiste en que Obama representa la máxima potencia y los límites de la visión de “Yo tengo un sueño”. Sin Martin Luther King no habría Barack Obama, se dice, y después de las presidencias de Obama no se leerá igual el sueño de Luther King, ni allá, ni acá.

La mayor reivindicación a la que puede aspirar en democracia una población que fue sometida a esclavitud y humillación es ver a uno de los suyos en el poder, con casi todos sus votos, pero eso no le garantizará los “derechos de vida, libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Obama es consciente de ello, y tal vez este miércoles, pisando las huellas de Luther King, siga tratando de elevar la esperanza de un mundo mejor, como en la segunda posesión. Sin embargo, para los afroamericanos seguiría abierta ‘su’ cuestión: ¿cómo alcanzar la igualdad real? Válida también para los afrocolombianos.

La respuesta, con palabras de Luther King, no debería apartarse de estos tres compromisos, que aplican urgentemente para Colombia:

Una nación con un mínimo daltonismo, donde las personas “no sean juzgadas por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”, incluyendo que los de piel oscura no se conciban a sí mismos por su tez, como han venido empujándolos a hacerlo.

Una nación con un sueño compartido, no varios separados por grupos poblacionales. “Yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano”, dijo Luther King.

Una nación que reconoce la deuda con los ‘morenos’, en tanto ciudadanos colombianos. “Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color (…) dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto por fondos insuficientes”.

* Directivo de la Fundación

 

Color de Colombia

Por Daniel Mera Villamizar *

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