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Manizales de luto

Diecisiete muertos y 70 desaparecidos dejó la avalancha de lodo que el sábado en la mañana se llevó parte del barrio Cervantes, en la capital de Caldas.

Felipe Motoa Franco
06 de noviembre de 2011 - 10:00 p. m.

El sábado 5 de noviembre fue una catástrofe para los habitantes del barrio Cervantes de Manizales. Si al caer la tarde aún sacaban tierra de las empinadas calles con la ayuda de retroexcavadoras, palas y volquetas, fue porque al inicio del día, a eso de las 6:15 de la mañana, una avalancha de lodo arrasó con doce casas. Al menos 31 familias resultaron afectadas y 114 personas damnificadas.

“Yo había salido a comprar las arepas a eso de las seis pasadas, y sentí un estruendo, cuando vi que todo el mundo estaba gritando y corriendo para alejarse del derrumbe”, relata Antonio Alberto Bedoya, de 41 años, quien ha estado ayudando en las labores de rescate y despeje de la zona. “Yo vi cuando sacaron a una niña de tres añitos”, toma aire y se le corta la voz. La pequeña no salió con vida.

Las autoridades municipales informaron sobre la muerte de 17 personas, entre ellas un menor de edad, así como 11 heridos que fueron remitidos a diferentes centros asistenciales de la ciudad.

La situación, antes del mediodía del sábado, fue dramática para la familia de Dayana Ríos, de cuatro años. La niña fue rescatada con vida a eso de las once de la mañana, pero requería atención médica urgente. Los organismos de rescate la condujeron hasta el Hospital Infantil de Caldas y grande fue la sorpresa que se llevaron cuando, en primera instancia, les dijeron que la sala de cuidados intensivos no tenía disponibilidad para la menor. En el transcurso de la semana pasada la unidad de cuidados intensivos había sido cerrada temporalmente a causa de la renuncia de tres pediatras y ante la difícil situación económica que afronta el centro asistencial. Sin embargo, una llamada efectuada por Ángela Alzate, conocida de la familia, ayudó para que le abrieran espacio a la niña en el Hospital. La historia la relata Wilson Eduardo Ríos, tío de la menor.

Cerca de 600 personas, entre fuerza pública, organismos de rescate y profesionales en asistencia psicosocial, han sido destinadas a atender la emergencia. Julián Andrés Vasco Loaiza, secretario de Gobierno, afirmó que la meta del primer y segundo día fue “rescatar con vida a las personas que más se pueda, así como trasladar a los damnificados a albergues y recoger los enseres para guardarlos en un lugar seguro”. El siguiente paso es establecer un censo definitivo de víctimas y damnificados, para ofrecer la ayuda que en estos casos entrega la Alcaldía.

La seguridad no está de más, pues el día de la desgracia hubo personas que quisieron sacar provecho de la situación: “Fueron capturados dos sujetos que iban a robar en el lugar de la tragedia. Serán judicializados”, aseguró Vasco Loaiza. Entre la gente del barrio se dice que la avalancha fue ocasionada por los mismos habitantes del sector, pues en los días pasados hicieron zanjas en la loma, que terminó por colapsar. La intención de las zanjas era extraer agua de nacimientos, ante la crisis de las plantas de acueducto que tuvo sin el líquido vital a la capital caldense durante al menos 12 días. Lo que está claro es que la avalancha ocurrió porque “tenemos unos niveles de saturación de agua en el suelo muy altos, por encima de los 650 milímetros de lluvia. La ciudad está en emergencia roja desde el 30 de octubre y este tipo de deslizamientos puede ocurrir en cualquier sector de Manizales”, aseveró Sandra Inés López, directora de la Oficina para la Atención y Prevención de Desastres (Ompad).

Continúa la labor

“¿Ya tomó agüita?”, preguntaba Andrea Escobar, de 17 años, a cada solidario que ayudaba en la zona del horror. “Yo estaba durmiendo y mi tía me avisó. De una me vestí y me vine para acá a colaborar repartiendo agua”, agrega.

El Comité local de emergencia dijo que se presume que veinte personas estarían desaparecidas en el barrio Cervantes. Siete viviendas aledañas fueron evacuadas preventivamente.

Leidy Johana Ramírez, estudiante universitaria, todavía espera, igual que otros, el rescate de sus familiares: “Mi abuela Blanca y mi tío John Jairo vivían en la primera casa que se llevó el derrumbe, la que estaba ahí, por el lado de las escalas”, dice, con la mirada perdida y sus botas de caucho embarradas. Las labores de búsqueda continuarán, siempre y cuando la lluvia lo permita; incluso se utilizan efectivos caninos en el rastreo de desaparecidos.

“Por ahora lo que se está haciendo es manejo de aguas y monitoreo de la ladera. Hasta que no se rescate a todas las víctimas no podemos iniciar nada técnico en el sitio del deslizamiento”, informó la directora de la Ompad. Cálculos no oficiales indican que el volumen de tierra que se desprendió sería de 6.000 metros cúbicos.

Por Felipe Motoa Franco

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