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Hasta el pasado 15 de febrero Medellín registraba 130 días sin homicidios en los últimos tres años. Enero, con 10 días sin este delito, se convirtió en el mes menos violento en los últimos 35 años, con 32 asesinatos, frente a los 69 registrados en 2014, una reducción del 53,6%. El consolidado de las cifras del año pasado muestra una disminución del 29% en homicidios, pasando de 925 casos en 2013 a 658 y de una tasa de 38 por cada 100.000 habitantes a una de 26,9, con lo que alcanza su punto más bajo en los últimos 30 años.
Cada vez es más común que la ciudad complete dos, tres y hasta nueve días consecutivos sin homicidios. Algunos defensores de derechos humanos y analistas del conflicto atribuyen esta dinámica al denominado “pacto de fusil” que delincuentes habrían suscrito en las comunas desde mediados de 2013. Otros, al trabajo coordinado que adelanta la Alcaldía con la Policía y la Fiscalía.
Según el vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad, Luis Fernando Suárez, al inicio de esta administración no había un trabajo coordinado con los organismos de seguridad y justicia. “Hoy esa relación está gobernada. La Alcaldía desarrolló una capacidad institucional con una Secretaría de Seguridad, una Vicealcaldía, un plan integral de seguridad y convivencia que muestra la ruta para donde vamos, y los recursos que se les entregan a los organismos están amarrados al plan, a unas metas y unos resultados”.
Por su parte, Carlos Arcila, vocero de la Mesa de Derechos Humanos del Valle de Aburrá, reconoce la importancia que ha tenido la creación de la Secretaría de Seguridad, ya que “permite que se modernice y actualice”. Sin embargo asegura que “falta más coordinación; creemos que hay que ir más allá de los golpes que se han dado, se capturan personas importantes, pero no desestructuran las estructuras”.
La misma percepción tiene Federico Gutiérrez, exconcejal de la ciudad y analista de seguridad, quien, tras reconocer la importancia de la creación de la Secretaría de Seguridad, llama la atención sobre otros delitos. “La ciudad no está bien y no es un tema de percepción sino de realidad; bajaron los homicidios, pero se incrementa la criminalidad. Hay otros factores como el control territorial que ejercen las bandas delincuenciales”.
Ambos analistas coinciden en que hay otros delitos a los que se debe prestar especial atención, como el hurto a personas y la extorsión, los cuales se han incrementado. Situación que reconoce el vicealcalde Suárez, quien agrega que la percepción de inseguridad de los ciudadanos se da fundamentalmente por el hurto en todas sus modalidades. “De los 14 delitos a los que hacemos seguimiento, en 2014 hubo reducción en 10. Para finales de este año nos hemos trazado la meta de seguir disminuyendo las cifras. La prioridad son el hurto a personas (celulares, fleteo), hurto de motos y reducción de homicidios para tener una tasa de 21 o 22%. Tenemos como referente Bogotá, con 17%, y un sueño, Santiago de Chile, con 4%”.
Para seguir avanzado en este propósito se hace necesaria una política pública de seguridad, según los expertos. Arcila explica que ésta debe estar articulada con el departamento y el Gobierno Nacional, pues “la cadena se rompe en algún lugar y eso no permite resultados, no hay coordinación. Se necesita más, el incremento en presupuesto es alto y los resultados no compadecen”. Gutiérrez añade que dicha política debe incluir todos los elementos referentes a la seguridad ciudadana: Policía, Fiscalía, inversión social, prevención del delito.
En los últimos tres años, en la ciudad se han invertido cerca de $300.000 millones destinados a aumentar el cuerpo de policías, pasar de 121 a 411 cuadrantes dotados. Se creó el Gaula Metropolitano para atacar la extorsión, un grupo especializado en bacrim, un grupo de tareas especiales para el centro de la ciudad y otro para atacar el hurto de automotores. El reto continúa.