La mejor inventora del mundo es colombiana

Por usar el hilo de araña para aumentar la vida útil de las baterías y hacerlas menos contaminantes, la investigadora vallecaucana ganó el premio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

Fabio Posada Rivera
22 de octubre de 2014 - 07:31 a. m.
Gladis Aparicio Rojas nació en Palmira (Valle del Cauca), estudió física en la Universidad del Valle y es magíster y doctora en física.  / Fotos: Fabio Posada Rivera
Gladis Aparicio Rojas nació en Palmira (Valle del Cauca), estudió física en la Universidad del Valle y es magíster y doctora en física. / Fotos: Fabio Posada Rivera

Por ser la primera persona en el mundo que desarrolla un nuevo material sintético basado en la tela de una araña, el cual se aplica en la producción de baterías recargables para darles mayor rendimiento y volverlas amigables con el medio ambiente, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) declaró a Gladis Miriam Aparicio Rojas la mejor inventora del año. A la vez, la Superintendencia de Industria y Comercio le otorgó el Premio Nacional al Inventor Colombiano 2014.

Estos reconocimientos son el punto más alto en la carrera de Aparicio Rojas, una sencilla mujer que desde niña aprendió a no ser el centro de atención ya que es la décima de trece hermanos. Fue lo suficientemente obstinada como para convencer a sus padres de que la mandaran a la universidad, algo que era un lujo para su numerosa familia.

“Mis papás tenían miedo, pero hacia finales de 1991 presenté el examen de admisión en la Universidad del Valle. Ese día me fui sólo con lo del pasaje. Llovía fuerte, un carro pisó un charco y me ensopó de barro”, recuerda hoy, mientras señala que ni el barro ni el susto menguaron su concentración. Gracias al puntaje obtenido en las pruebas más temidas en el suroccidente del país, debido a la rigurosidad de las preguntas (por cada cuatro respuestas erradas, la Universidad del Valle anulaba una respuesta correcta), Aparicio pudo ingresar a estudiar dos carreras: electrónica y física.

Con la serenidad que la caracteriza, según varios de sus alumnos, esta investigadora nacida hace casi 40 años en Palmira (Valle del Cauca) atiende a los medios de comunicación que gracias a los premios recibidos la tienen en su radar.

Veinte años atrás, cuando ni siquiera soñaba con obtener reconocimiento de la comunidad científica por su trabajo sino que sorteaba las carencias típicas de una estudiante, obtuvo su primer empleo en el Multitaller de la Universidad del Valle. Una unidad especial que realiza investigación, diseño, producción y comercialización de equipos y materiales para la enseñanza de las ciencias naturales (física, química y biología) y la educación en tecnología.

Fue allí donde se vio obligada a tomar una de las decisiones más importantes de su carrera: dedicarse sólo a la física pura. Cursaba quinto semestre y el esfuerzo exigido por sus dos carreras y las responsabilidades en su trabajo se cruzaban. Eso la arrinconó.

Obtuvo su título de pregrado en el año 2000 y de inmediato comenzó una maestría, nuevamente en física. En esa década también cambió de trabajo pues la Universidad Autónoma de Occidente le ofreció una plaza como docente investigadora y la posibilidad de dirigir el grupo de investigación en nuevos sólidos con aplicación industrial, así como el Laboratorio de Análisis Térmico.

En marzo de 2006, mientras se tomaba un descanso de los tubos de ensayo, los microscopios y las clases universitarias, el amor tocó el corazón de esta profesora. Fue en San Andrés donde conoció al publicista bogotano Óscar González. “Nos enamoramos profundamente y al año siguiente decidimos casarnos”, cuenta la investigadora que no todo se lo deja a la ciencia, pues escogió un número cabalístico para la fecha de su boda, el 07/07/07.

En 2008 inició su doctorado, también en física, cuyo proyecto de investigación fue la elaboración de una novedosa membrana intercambiadora de protones, compuesta de un polímero, un cerámico y la seda del hilo de la araña Nephila clavipes, que puede usarse en baterías de estado sólido recargables.

“Cuando se me ocurrió introducir hilo de araña a las membranas conductoras, no fue fácil, pues nadie daba crédito al uso de un material orgánico que se considera un desecho y es desagradable para muchos”, dice Aparicio, y agrega: “Yo sabía que en el mundo están tratando de replicar sintéticamente los principios del hilo de araña, sin mucho éxito por ahora”.

El resultado de su constancia y su capacidad de innovación fue el invento que compitió con otro centenar a nivel nacional y que le mereció los galardones hace una semana.

De acuerdo con la docente, el hilo de esta araña, reconocida por tejer una tela de color dorado, cuenta con excelentes propiedades mecánicas, “ya que es mucho más resistente que el acero y más flexible que el nailon, razón por la que es un excelente candidato para reemplazar los materiales usados hasta ahora en las baterías”, explica.

Para sus experimentos, Aparicio tuvo que pedir permiso a la Corporación Autónoma Regional del Valle (CVC), la cual le permitió recolectar el tejido de la Nephila clavipes producido de forma natural. “No puedo manipular la especie, ni llenar un laboratorio de ejemplares para ‘ordeñarlos’. Tomamos sólo lo que nos permite la autoridad ambiental”, indica la investigadora.

El premio consistió en el cubrimiento total del costo de solicitud de la patente a nivel nacional, por parte de Colciencias, y un porcentaje de la solicitud a nivel internacional, a través del Tratado de Cooperación en Materia de Patentes.

La vida pacífica y metódica a la que esta inventora está acostumbrada puede cambiar en los próximos meses. Su innovador descubrimiento es la solución a una falla mecánica que presentan los materiales conductores y que nadie había encontrado hasta ahora.

Tiene tal importancia que podría ser la respuesta a problemas cotidianos, como por ejemplo la poca duración de las pilas de varios electrodomésticos y, especialmente, de los celulares de Apple, los populares iPhone. Incluso se puede alargar la vida útil de las baterías que usan los carros. Todas son aplicaciones de su invento por las que grandes empresas están dispuestas a pagar, y ella es la propietaria de la patente.

“No sé qué me depare el futuro en términos económicos; me estoy asesorando en el tema. Esto no lo hice pensando en volverme rica, la pasión de mi vida ha sido el desarrollo de innovaciones y agradezco los premios, así como el reconocimiento, pero mi mayor logro es ser la mamá de Mateo y Daniel, de cinco y dos años, por quienes quise encontrar una forma de hacer las baterías menos peligrosas para el medio ambiente y, por ende, para la humanidad”, aclara Aparicio.

Por Fabio Posada Rivera

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