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La pesadilla de los ladrilleros de Nemocón

Unas tres mil familias de la vereda Patio Bonito temen que les clausuren la única actividad económica de la que dependen desde hace más de siete décadas: la elaboración artesanal de ladrillos.

Isabel Junca
05 de diciembre de 2013 - 10:20 p. m.
En la vereda Patio Bonito de Nemocón, un campesino apila 40 mil ladrillos que por las lluvias   se agrietaron y ya no se podrán vender. / Gustavo Torrijos
En la vereda Patio Bonito de Nemocón, un campesino apila 40 mil ladrillos que por las lluvias se agrietaron y ya no se podrán vender. / Gustavo Torrijos

“Si el gobierno quiere acabar con nuestro trabajo, que nos diga pues a qué más nos dedicamos, porque es que aquí no sabemos hacer más que ladrillos. Los ladrillos son el pan de esta vereda”. Así lo manifestó Antonio García, quien lleva más de 20 años fabricando ladrillos artesanales, con cuyas ganancias alimenta a 11 de los suyos. Como él, otras tres mil familias de Patio Bonito, una vereda de Nemocón (Cundinamarca) conviven día a día con la zozobra de despertarse una mañana y ya no tener qué ni a quién vender. Ese temor se basa en que, de acuerdo con estos alfareros, las autoridades departamentales ya les dieron un ultimátum: en marzo de 2014 se clausurarán 90 hornos.

“El problema es que estas tierras sólo dan ladrillo, aquí no crece ni un árbol y difícilmente se da una papa u otra cosa”, dice Alejandro Zua mientras apila en una carreta los ladrillos que, como aún no habían sido cocidos por el fuego, ya no le comprarán, pues las fuertes lluvias los echaron a perder.

“No se trata de perjudicar a la comunidad”, argumenta Camilo Zambrano, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) de la zona sabana centro, en la que se incluye Nemocón. “Nos corresponde hacer cumplir la ley ambiental y en Patio Bonito casi nadie la está cumpliendo. Obraríamos de mala manera si negociáramos algún tipo de normativa, porque para eso se establecieron las leyes”.

Zambrano detalla que el problema está en la ilegalidad bajo la cual operan los ladrilleros, al no contar con el permiso ambiental que otorga el ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. La normativa, vigente desde 2008, determina los estándares admisibles de emisión de contaminantes a la atmósfera por fuentes fijas, como lo son los hornos con los que los ladrilleros de Nemocón trabajan. Estándares que no se cumplen en la comunidad por las emisiones de humo de los también llamados chircales.

Y es que la contaminación es palpable: yendo por la vía que conduce de Zipaquirá a Ubaté, antes de encontrarse con las grandes extensiones de tierra verde dedicadas a la ganadería del municipio lechero, el paisaje se transforma paulatinamente en una zona árida y amarilla con un fuerte hedor a hollín. Basta ubicarse en una parte alta y divisar el valle de la sabana en el sector de Patio Bonito para contemplar cientos de hornos —alrededor de 440, según habitantes de la zona— que, sin parar, botan humo las 24 horas del día.

Los chircales comenzaron a ser construidos con mayor rapidez en 1988, sostiene el exconcejal de Nemocón, Pedro García, cuya familia también vive de las ladrilleras. En ese tiempo había unos 10 hornos. Ahora, aparte de los 440 de fuego dormido (así se les llama por el tiempo de cocción del ladrillo, que oscila entre 15 y 30 días), hay 24 hornos colmena, llamados así por su forma; cuatro Holman, que son los que usan las grandes industrias; y dos túneles, que funcionan como un microondas: no botan humo pero cuestan alrededor de $12 mil millones. “Nosotros no tenemos la plata para comprar esa maquinaria y eso es lo que quiere la CAR, que nos tecnifiquemos. Pero nos ponen unas condiciones que no podemos cumplir. ¿De dónde vamos a sacar $12 mil millones para esos hornos si nosotros somos alfareros y artesanos?”, añade el exconcejal García.

Contraria es la versión del alcalde de Nemocón, Luis Felipe Castro Gómez, quien manifiesta que “sí se ha apoyado a la comunidad. No sólo con capacitación para que desarrollen una producción más limpia y se tecnifiquen, sino con recursos para fomentar actividades económicas alternativas, como las que se impulsaron este año con las mujeres de la comunidad para desarrollar actividades textiles y artesanales y en las que ya van unas 40 mujeres inscritas”.

Pero la versión del alcalde no la comparten todos. El concejal y representante de la comunidad Álvaro Duarte señala que la Alcaldía destinó un rubro de $20 millones para capacitaciones, pero, anota: “Sólo hay 10 mujeres participando y además no están generando todavía alternativas económicas. Es decir, en un año que ha transcurrido, aún no se ven resultados de esa actividad”.

Un asunto de salud

El problema de la vereda Patio Bonito se vuelve aún más complejo por la situación de salubridad que enfrenta la población. El Espectador conoció los casos que en noviembre se han reportado en el Hospital San Vicente de Paul de Nemocón, con los cuales se evidencia en los pobladores las secuelas que deja en sus cuerpos la grave problemática de contaminación que afecta a esta región.

El informe de la entidad señala un total de 201 atenciones en medicina general a usuarios provenientes de la vereda Patio Bonito. De ellos, el 35% oscilan entre 0 y 15 años; el 32 %, entre 16 y 40 años; y un 33 %, de 41 años en adelante. Según el gerente del hospital, Nelson Javier Maldonado, las enfermedades respiratorias y digestivas son las más comunes entre esos pacientes, además de la excesiva resequedad de la piel, principalmente en menores de edad.

La Organización Internacional del Trabajo OIT, a través de la revista Diálogos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ya había denunciado en 2005 que cerca de 200 mil menores trabajaban en la minería artesanal en el país, actividad en la que se incluye la fabricación de ladrillos. “Ya son pocos los niños que ayudan a sus familias en los chircales”, arguyen algunos habitantes de la comunidad, aduciendo que gracias a la construcción del Colegio Rural Departamental de Nemocón este año, los pequeños han empezado a enfocarse sólo en sus labores académicas.

Durante los últimos dos años, delegados de entidades estatales se han sentado cuatro veces con la población de Patio Bonito en mesas de trabajo para buscar posibles soluciones y alternativas para la comunidad. La última reunión se llevó a cabo a principios de este año. En ella, aseguró el gobernador de Cundinamarca Álvaro Cruz, “se acordó apoyar a los trabajadores para que creen una asociación, pero finalmente no hubo acuerdo. Hay mucho egoísmo e individualismo entre los mismos habitantes del sector, y si ellos mismos no se unen para buscar soluciones, no pueden esperar a que nosotros lo hagamos por ellos”.

También añadió el gobernador Cruz: “Estamos capacitando a las madres cabezas de hogar para que aprendan a elaborar artesanías con la arcilla, que es el material base de la elaboración del ladrillo, para diversificar la oferta”. No obstante, la población se muestra indignada al respecto y refuta la posición de los entes gubernamentales quejándose: “Éstos sólo se aparecen en temporadas electorales prometiéndonos mejorar la situación y después no se les vuelve a ver. No tenemos un centro de salud que funcione permanentemente en la vereda ni una estación de policía que nos garantice seguridad”.

Entre tanto la Alcaldía Municipal, a través de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), empezará este mes la siembra de 18 mil árboles alrededor de los predios de la vereda. El propósito es, según la ingeniera agrícola Dayana Wilches, “crear barreras para que el aire mejore las condiciones de salud de la población”.

Por su parte, complementó el secretario de Hacienda Municipal, Jairo Jiménez: “Estamos estudiando la viabilidad presupuestal para hacer un horno tecnificado que cumpla con todas las normas ambientales y del que se pueda beneficiar toda la comunidad”. El proyecto, dijo Jiménez, ya está firmado, pero aún no hay dinero para ejecutarlo.

Lejos de las disputas que se producen constantemente entre la comunidad y la CAR, los ladrilleros de Nemocón dicen sentirse abandonados por el Estado. Manifiestan que, a pesar de las regalías que le aporta la actividad minera al municipio, nunca reciben un subsidio ni apoyo cuando tienen pérdidas, como en el caso de Antonio García, quien perdió este mes cerca de $3 millones en 40 mil ladrillos que se le perdieron por la lluvia. Y la tormenta aún no termina. El drama de los chircales, que cumple más de siete décadas, no parece vislumbrar una pronta salida.

Proceso del ladrillo
 1. En estos pozos  se mezcla el agua con la tierra para fabricar la arcilla, base para la fabricación del ladrillo .
 2.  La arcilla se moldea y se mete en estos hornos que cocinarán el ladrillo por casi un mes.
 3. El producto final es vendido al mejor postor entre 80 y 100 pesos.

ijunca@elespectador.com

@ISAJUNCA

Por Isabel Junca

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