Gustavo Londoño sólo tiene 35 años, pero habla del oficio del silletero como si tuviera 70. Conoce cada una de las clasificaciones de las silletas y la reglamentación de cada categoría. Sabe quién ganó los concursos, con qué flores y cuáles fueron los diseños. Su amor por crear pequeñas primaveras lo tiene desde que nació y con su trabajo lo refuerza en su familia, que también hace parte de esta tradición paisa: cinco de sus seis hermanos son silleteros.
“Nosotros tenemos esto en la sangre desde chiquitos. Participé tres veces en la Feria cuando pequeño. Ahora somos el relevo generacional de esta tradición, que celebramos con más entusiasmo que las fiestas de diciembre”, expresa Londoño.
La silleta viene desde la época de la colonia. “Era el medio de transporte de los ricos para que no se les ensuciaran los zapatos o para los enfermos y las embarazadas”, cuenta quien fue el vicepresidente de la corporación de silleteros durante ocho años. En el siglo XX la costumbre se transformó para que los campesinos del corregimiento de Santa Elena trasladaran sus cultivos desde sus casas hasta la Placita de las Flórez, donde eran vendidos.
Así pasó mucho tiempo hasta que, en 1957, a un señor llamado Arturo Uribe se le ocurrió reunir a estas personas, que además de llevar sus alimentos y sus flores, pasaban sus tiempos libres decorando sus silletas. La idea era organizar un desfile para mostrar la belleza de sus creaciones y entrenar de esta forma a la comunidad antioqueña.
Desde entonces, unas 500 personas no han parado de realizar este trabajo, cuyo fin es rendir homenaje al legado campesino y mostrar su creatividad, además de extender un saber, que en 2014 se incluyó en la lista de patrimonios culturales e inmateriales de la nación. Según Londoño, así se elabora una silleta.
Por Redacción País
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