Cristian David Colorado Manrique, de 24 años, brindó su versión oficial sobre los hechos que culminaron con la muerte de Valentina, según la descripción del acusado, una vecina del barrio que tocó su puerta en búsqueda de Erika, sobrina del victimario y compañera de juegos de la víctima.
-(…) en ese momento me dio el arrebato por cogerla del cuello a la fuerza y la estrangulé con mis dos manos. Según el testimonio, recopilado por el Diario del Otún, la casa estaba prácticamente vacía, en el segundo piso de la construcción donde se produjo el asesinato se encontraba el cuñado de Colorado Manrique, quien terminaría siendo una voz de alerta sobre lo que sucedería a continuación.
-La pequeña no podía gritar, solté mi mano derecha y antes de volverla a coger, le pegué con un anillo en la cara, esperé no sé cuánto tiempo para que ella dejara de respirar y no gritara (…). –prosigue el relator.
El mismo joven, cuya familia se encontraba en la vereda Nacederos cuando sucedieron los hechos, confirmó en su versión el abuso sexual infringido a la pequeña víctima.
“(…) pensaba dejarla ahí tirada y usted sabe que uno es hombre y aunque no iba a abusar de ella, se me metieron pensamientos malos, no podía dejar pasar esa oportunidad, la llevé hasta mi cuarto... y cerré la puerta del cuarto”.
En ese mismo lugar, debajo de la cama del asesino, permaneció oculto el cadáver hasta que Diego Cuartas, tío de la menor, ingresó a la casa en compañía de cuerpos policiales de la zona y fue guiado por la única persona que se encontraba en el lugar además de Valentina y su asesino: el antes referenciado cuñado de Cristian David.
“Dónde está la niña le pregunté, él me dijo ahí (debajo de la cama de Cristian), yo pensé que estaba escondida, mentira que no estaba escondida, yo le dije: bebé salga de ahí que yo la defiendo, no le va a pasar nada, véngase conmigo, no me respondía nada, yo al ver que no me decía nada me arrodillé y le cogí las manos y ya estaba fría, estaba muerta” (sic), contó Cuartas al diario La Tarde.
En esos momentos de revelación y tristeza el criminal se encontraba en el vecino sector de La Virginia, hacia el cual huyó montando una bicicleta, como él mismo indicó, para entregarse y evitar que “los de las ‘ollas’ hubieran tomado justicia por sus propias manos”.
Las últimas palabras con las que culmina la cruel narración son, a su vez, una viva descripción del actual estado de orden público en dicha zona de Pereira. La Defensoría del Pueblo lanzó, a comienzos del presente año, un llamado con su sistema de alertas tempranas sobre el riesgo inminente que representan los grupos delictivos organizados para esta población.
El ente señaló que colectivos criminales como ‘La Cordillera’, ‘Los Rastrojos’ o ‘Los Urabeños’ se han tomado el sector, creando incluso ‘toques de queda’ para amedrentar y controlar a sus habitantes.
Para el año 2013 se reportaron 265 homicidios ocurridos en Pereira, de los cuales 94 se presentaron en los barrios de Villa Santana. Esto representa una tasa de homicidios del 37,8% por encima del promedio nacional, según informa RCN Radio.
En el caso de Valentina, las cifras nacionales que demuestran la sensible situación de las comunas pereiranas no permiten explicar el “impulso” del asesino, el mismo que hoy es repudiado por un pueblo que se manifiesta y se moviliza aun preguntándose ¿por qué?