Sergio Díaz- Granados un líder

En la Economía, el reconocimiento debe ser a alguien que le haya dado un vuelco al país macroeconómico y nos haya abierto oportunidades de nuevos negocios y mercados ahora y en el futuro. Se trata de alguien que haya abierto la institucionalidad necesaria para aumentar el PIB, para generar empleo y para permitirle nuevos ingresos potenciales al país. Sin duda alguna, Sergio Díaz-Granados es un digno merecedor del reconocimiento como un líder destacable en la economía. Con prudencia y modestia, pero sobretodo con eficiencia y resultados, lo logró desde su cartera de Ministro de Industria, Comercio y Turismo.

En el campo industrial, en un contexto recesivo mundial y con el fin de ayudar a evitar una crisis productiva mayor, se estructuró el Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE), con medidas tributarias para la reducción de los costos laborales de las empresas y arancelarias para la disminución en los precios de las materias primas y en la maquinaria importada. Así mismo trabajó por mejorar la competitividad mediante reducciones en los costos de energía para la industria y el fortalecimiento de la lucha anti contrabando. Si bien en política industrial hay mucho por hacer, en un sector que reclama más atención, se han dado pasos importantes y claramente necesarios pero no suficientes.

De otro lado, permitió el otorgamiento de créditos blandos para Pymes y emprendedores a través del novedoso programa iNNpulsa, que pretende fomentar la innovación y los encadenamientos productivos. Estas estrategias, han apoyado en parte la tendencia de reducción de los niveles de desempleo hacia cifras de un dígito.

En el campo del turismo son de resaltar el relanzamiento y cambio de imagen de la marca País, la llegada de inversionistas de grandes cadenas en el sector hotelero y el acuerdo alcanzado de cielos abiertos con el Gobierno de Estados Unidos.

Finalmente, es de especial relieve los logros obtenidos por Sergio Díaz-Granados en el campo del Comercio, donde la negociación y puesta en marcha de acuerdos comerciales regionales ha sido la más dinámica de la historia del comercio exterior colombiano. En efecto, después de años de relacionamiento en materia de integración circunscrito al ámbito latinoamericano, le correspondió a su gestión poner en vigencia el esperado TLC con los Estados Unidos; la negociación y puesta en marcha de TLC con Canadá, con integrantes de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA por su siglas en inglés), comenzando con Suiza; y la culminación de la negociación junto a Perú de un TLC con el gigantesco bloque de integración de 27 países de la Unión Europea. Lo que algunos han llamado “indigestión de TLC”, otros llamamos la más importante apertura de una “autopista de cuatro carriles” a mercados superiores a 1.500 millones de consumidores, que bien aprovechados serían nuestra opción de crecer verdaderamente a tasas superiores al 5%.

En el entorno latinoamericano se suscribieron acuerdos de libre comercio con Panamá y Costa Rica, como preámbulo a su ingreso a la Alianza del Pacífico, una de las más relevantes negociaciones hechas por la administración del ex ministro Díaz-Granados. En efecto, la Alianza del Pacífico constituye en estos momentos el proyecto de integración de mayor alcance y significado a futuro, luego de la parálisis de buena parte de los procesos regionales latinoamericanos. En este sentido, se dejaron sentadas las bases formales del Protocolo Comercial del Acuerdo, que convertido más adelante en Tratado internacional, permitirá disponer de un proceso de integración más profundo que un TLC, al proponer un mercado común con libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas.

Adicionalmente, la Alianza del Pacífico permitirá desarrollar la primera actuación conjunta de naciones latinoamericanas en un escenario de las dimensiones de Asia Pacífico, región donde se vienen negociando mega acuerdos que permitirán ir conformando los mayores espacios de libre comercio del mundo, como Asean + 3, Asean + 6 y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (Transpacific Partnership-TPP).

Estas actuaciones conjuntas ya se están traduciendo en trabajos conjuntos de las agencias de promoción de los cuatro países (Proexport, Prochile, Promperú y Proméxico) y en decisiones de compartir el uso de instalaciones e infraestructura de embajadas y consulados de los cuatro países, así como en la formalización de un Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico (CEAP).

Todos estos logros, hablan de un país distinto en su intención de insertarse en el mundo, con más mercados disponibles, con dimensión global y respecto de lo cual es responsabilidad nuestra y del empresariado aprovechar este nuevo estadio o no hacerlo.