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'Somos un socio estratégico para la paz'

En 14 años, esta corporación ha apoyado a 12 mil familias del suroccidente colombiano, dándoles oportunidades para una vida digna.

Hugo García Segura
09 de agosto de 2014 - 02:51 a. m.
uis Alberto Villegas, director ejecutivo de VallenPaz.  / Archivo particular
uis Alberto Villegas, director ejecutivo de VallenPaz. / Archivo particular

Han pasado 14 años desde que, en Cali, un grupo de personas, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas, iglesia, universidades, asociaciones y cooperativas campesinas y otras organizaciones de base —en una convocatoria abierta y con donación mínima de $10.000— iniciaron la Corporación VallenPaz. Los secuestros masivos, como el de la iglesia de La María por parte del Eln, abrieron espacios de reflexión entre diversos actores de la ciudad y así surgió la idea de promover el desarrollo integral en el suroccidente colombiano en comunidades rurales afectadas por la violencia y en condiciones críticas de pobreza, cultivos ilícitos, presencia precaria del Estado y grupos al margen de la ley, factores que generaban desplazamiento y la disminución de la actividad agrícola.

El balance hoy muestra que se ha beneficiado a más de 12 mil familias campesinas en 27 municipios de la región, empoderándolas para que logren un nivel de vida digno, a través de la agricultura ambientalmente responsable y el acceso directo a los mercados. Son más de 60 empresas que apoyan un modelo que incluso ha sido presentado en la mesa de negociaciones entre el Gobierno y las Farc en La Habana, como opción para el posconflicto. En diálogo con El Espectador, Luis Alberto Villegas, director ejecutivo de la corporación, explica los alcances del proyecto y menciona el lema que el próximo 23 de septiembre, en la cena anual que tradicionalmente se hace para sumar apoyos, se buscará reafirmar: “VallenPaz, socio estratégico para la paz”.

Durante el último año, ustedes vienen hablando de “la Fuerza de los Alimentos”, ¿qué significa eso?

Es urgente pensar que la paz no depende de una firma en La Habana. Solo si nos involucramos todos y nos sentimos conscientes de que podemos aportar a ella, la podemos lograr. El alimento es lo único que une a todos los seres humanos, independientemente de su raza, nivel social, ideología o religión. Todos comemos y paz con hambre no es posible. La Fuerza de los Alimentos propone que nos unamos todos haciendo dos actividades: consumiendo los productos ‘cosechas de paz’, que son comercializados por pequeños productores, que se trabajan con tecnologías de agricultura limpia y que provienen de zonas de conflicto. Y el segundo compromiso es el aporte mensual por persona de una cuota mínima de $3.000 para fortalecer el trabajo que VallenPaz hace en estos territorios.

Hoy, mirando hacia atrás, ¿qué balance hace?

VallenPaz nació hace 14 años con la teoría de llevarles oportunidades de desarrollo a comunidades campesinas en zonas de conflicto, alrededor de Cali. Hoy podemos decir que esa tesis está absolutamente corroborada y hasta hemos podido llegar al sur del Valle, norte y centro del Cauca y norte de Nariño. Y a pesar de ser zonas de presencia de grupos armados, de cultivos ilícitos, de conflictos por el uso de la tierra, hemos comprobado que donde VallenPaz ha estado, ha habido cero desplazamiento y hemos contribuido a que las familias campesinas tengan una oportunidad de vida digna, con ingresos lícitos. Hemos acuñado el término de resistencia por los campesinos que están allá y que ven en el campo una opción de vida. 

¿Cómo exactamente?

Gracias al apoyo que les damos para mejorar su producción, para acercarlos a un mercado, pero sobre todo para fortalecer su base social. Ese es uno de los indicadores más importantes y adicionalmente tenemos más de 550 casos documentados de familias que han retornado de la ciudad al campo, que alguna vez se habían desplazado y cuando ven que las condiciones han mejorado, deciden volver. Son indicadores contundentes. En el campo, si no hay confianza, se acaba el intercambio. Además, por haber presencia de grupos armados, el Estado no llega. Eso lleva a la pobreza extrema y que los campesinos tengan que escoger entre tres caminos: desplazarse a la ciudad, cultivar ilícitos o enfilarse en grupos armados ilegales. VallenPaz trabaja en ese círculo vicioso de la violencia para que no se siga multiplicando y con comunidades donde ese tejido social se ha fracturado, para tratar de recomponerlo a través del mejoramiento en los ingresos y de compartir nuevamente sus alimentos, producto de la agricultura familiar. 

Tengo entendido que también ayudan en el proceso de comercialización...

Hemos encontrado que el camino más expedito para mejorar los ingresos de las familias campesinas es llegar al mercado sin utilizar un intermediario, que es el que más afecta la cadena en la zona rural. Cuando el campesino, acompañado por VallenPaz, encuentra una oportunidad de mercado diferente y directo, su ingreso se mejora de manera inmediata. Nosotros los acompañamos para que lleguen con su producto directamente al mercado, que puede ser una plaza local, regional o inclusive un supermercado de cadena.

En otras palabras, se trata de generar un clima de confianza entre empresarios y campesinos…

Sin duda, la base de la relación está en la confianza. Lo que hemos comprobado en estos 14 años también es que los empresarios de la ciudad se han dado cuenta de la importancia del sector rural y apoyan los proyectos campesinos.

¿Cómo fue eso de que el modelo VallenPaz fue presentado en La Habana?

Hemos tenido relación con la oficina del alto comisionado, que se ha interesado en el modelo, pues ha visto que hay resultados concretos que mostrar. Hemos enviado toda la información y entiendo que esta ha sido llevada a la mesa de negociaciones en Cuba e inclusive los hemos relacionado con campesinos que han hecho el trabajo de contar su experiencia de vida.

Por Hugo García Segura

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