El Magazín Cultural

Brecht y Walter Benjamin reanudan su amistad en una exposición berlinesa

Las amistad y el diálogo intelectual entre el poeta dramaturgo Bertolt Brecht y el crítico Walter Benjamin centra la nueva exposición de la Academia de las Artes de Berlín, basada en los archivos de los dos autores.

EFE
25 de octubre de 2017 - 07:00 p. m.
De izquierda a derecha: Bertolt Brecht y Walter Benjamin. / Archivo particular
De izquierda a derecha: Bertolt Brecht y Walter Benjamin. / Archivo particular

"La amistad Benjamin-Brecht es única porque unió al poeta alemán vivo más grande del momento con el crítico más importante de la época, y habla a favor de ellos el que los dos lo sabían", dijo en una conferencia en 1968 la filósofa Hannah Arendt, en una afirmación que quedó grabada y que forma parte de la muestra.

Como señaló hoy el director del archivo de la Academia de las Artes, Werner Heegewaldt, las obras de Benjamin y de Brecht siguen siendo actuales y las preguntas que se planteaban se parecen mucho a las que hay que plantearse en estos momentos.

"Los dos son sorprendentemente actuales, lo mismo que sus planteamientos acerca de que cómo puede reaccionar el arte y el pensamiento ante una crisis de la sociedad", dijo Heegewaldt durante la presentación de la exposición.

El primer encuentro entre Benjamin y Brecht se dio en 1924, por mediación de la directora de teatro letona Asja Lacis, novia en aquel momento del crítico; pero la amistad entre los dos empezó a desarrollarse a partir de 1929.

En 1930 Benjamin empieza a publicar varios trabajos sobre Brecht y en los años siguientes -sobre todo a partir del momento en que ambos tienen que irse al exilio en 1933 por la persecución nazi -su relación se hace muy intensa, lo que no es del agrado de todos sus otros amigos.

En 1934 Gretel Karplus, que posteriormente se casaría con el filósofo Theodor W. Adorno, le escribe a Benjamin que cree que su relación con Brecht es "peligrosa" desde el punto de vista intelectual y político. Benjamin le contesta que su vida y su pensamiento tienden a los extremos y debe asumir los peligros que eso implica.

Gershom Scholem -uno de los mejores amigos de Benjamin y experto en mística judía- escribiría años más tarde que la influencia de Brecht sobre Benjamin en los años treinta fue nefasta y el escritor Siegfrid Krakauer habló de un comportamiento de esclavo masoquista del crítico hacia el poeta.

La primera sala de la exposición está dedicada a ese tipo de testimonios -algunos acompañados con grabaciones- acerca de lo que los organizadores llaman una "amistad asimétrica", debido a las diferencias que había en el temperamento de los dos personajes.

La segunda está destinada a reconstruir una biblioteca imaginaria -la biblioteca de Benjamin que era un bibliófilo y coleccionista compulsivo se perdió- y diálogos entre el crítico y el poeta, en los que muchas veces se reflejan sus distanciamientos.

Los dos principales puntos de discordia entre los dos amigos, según la exposición, fueron la interpretación de Kafka de Benjamin, y su admiración por Baudelaire, a quien Brecht consideraba un poeta obsoleto que representaba la sensibilidad de la pequeña burguesía.

La muestra también refleja los puntos de contacto y los trabajos en común, desde reflexiones sobre el marxismo, hasta el proyecto no realizado para escribir una novela policiaca a cuatro manos, pasando por la lucha común contra el nacionalsocialismo desde el exilio.

Hacia el final de la vida de Benjamin, que se suicidó en Portbou (noreste de España) el 26 de septiembre de 1940 para no caer en manos de los nazis, parece que hubo un cierto alejamiento entre las posiciones de los dos.

Benjamin empezó a ver a Brecht demasiado cerca del comunismo soviético que él rechaza, como muestran varias anotaciones que no llegó a desarrollar.

Al distanciamiento también pudo contribuir el alejamiento geográfico: Brecht huyó a través de la Unión Soviética a EEUU y Benjamin intentó emigrar a Palestina a través de España.

Brecht supo de la muerte de Brecht con diez meses de retraso y, según testimonio de Hahna Arendt, reaccionó diciendo que era el primer daño verdadero que le había hecho Hitler a la literatura Alemana.

Por EFE

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