El Magazín Cultural

En memoria de nuestro presidente negro

Realmente quién era Juan José Nieto, según sus valiosos escritos y la mirada de los historiadores.

José Luis Garcés González * / Especial para El Espectador
12 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
 Juan José Nieto Gil vivió entre 1805 y 1866. Fue presidente de Colombia entre enero y julio de 1861. Juan Manuel Santos colgó un óleo de él en el Palacio de Nariño la semana pasada./ Cortesía Presidencia
Juan José Nieto Gil vivió entre 1805 y 1866. Fue presidente de Colombia entre enero y julio de 1861. Juan Manuel Santos colgó un óleo de él en el Palacio de Nariño la semana pasada./ Cortesía Presidencia

Juan José Nieto, a quien se le acaban de oficializar un retrato como presidente de Colombia en el Salón de los Gobelinos de la Casa de Nariño, en un intento de negar o extirpar el racismo, nació, al parecer, en Tubará, hoy municipio del Atlántico, el 24 de junio de 1804. Fue analfabeto hasta los 14 años, pero, por paradoja, muchos lo consideran el primer novelista colombiano y, además de escritor, fue, al decir del maestro Orlando Fals Borda, “un raro caudillo-anticaudillo, el anti-Mosquera de la época”.

El mismo Fals señala la inquietud que le produjo descubrir en Nieto —y esto puede justificarlo, en parte, su extracción económica— “… tensiones de esquizofrenia social, al poder navegar por un tiempo entre dos aguas: con los artesanos negros de Getsemaní, que ya venían con fuerza desde antes de las luchas de independencia y que eran su gente y su causa, y con la aristocracia, por razón de su matrimonio y oficios comerciales”*

En medio de este péndulo se movió su vida personal. Y esto explica el porqué de los amores que se dan en su novela entre Ingermina y Alonso de Heredia. Frente a los valores españoles, Nieto —da la impresión— no quería la confrontación sino el mestizaje y el entendimiento.

El presidente Mosquera, que en un tiempo fue su copartidario, lo mandó al exilio. Estuvo preso en Panamá y proscrito en Jamaica. En 1845, en Kingston, Nieto publicó Los moriscos, novela que narra las peripecias de una familia mora-andaluza al ser desterrada de España en el siglo XV. Allí, Nieto manifiesta la simpatía por los oprimidos y perseguidos, como él mismo lo era en su destierro de Jamaica. Es decir, su sentido de solidaridad ensambla con las concepciones humanistas de que han hecho gala los hombres esenciales de todos los tiempos. Y el mismo Nieto lo explica con las siguientes palabras: “Expulsado también de mi patria, por una de esas demasías de poder tan comunes en las conmociones políticas, era natural que muchas veces me identificase con los moros al dejar rodar mi pluma”.

La lucha por la reivindicación regional, en un anticipo de la lucha por la descentralización, como lo demuestran sus cartas al general Santander, en 1825, no le impedía manejar una concepción universalista y sentir el dolor de cualquier expatriado o perseguido como si fuera un ultraje propio.

Luego, Nieto publicó Rosina o la Prisión del Castillo de Chagres. Por entregas, por medio de misivas, la novela vio la luz en el semanario La Democracia, de Cartagena, entre el 11 de julio y el 10 de octubre de 1850. No debemos olvidar que en el prólogo a Los moriscos, en un gesto de humildad intelectual, el negro Nieto había advertido: “Si no hay perfección en lo producido, hay pureza e ingenuidad en los sentimientos y compasión hacia los que sufren la misma suerte que a mí me ha cabido; sin haber sometido mis ideas a otra clase de influencias que a la que proviene del convencimiento íntimo del corazón”. Allí, en un estilo “medio afrancesado”, aunque “suelto y agradable”, pero “exageradamente declamatorio”, Juan José Nieto narra su vida como exiliado y prisionero. Fals, tomando a Curcio Altamar (Bibliografía colombiana, 218), señala que Nieto escribió un drama, que podíamos aventurar como autobiográfico, titulado El hijo de sí propio, el cual fue montado en Cartagena.

Por su parte, Eduardo Lemaitre, en El general Juan José Nieto y su época, relata aspectos importantes de la vida y la obra de este personaje de la costa Caribe colombiana. Es anecdótico su nacimiento. Así lo narra Lemaitre: “Juan José Nieto nació el 24 de junio del año de 1804 en el sitio de Cibarco, entre las poblaciones de Baranoa y Tubará. Fueron sus padres Tomás Nicolás Nieto y Benedicta Gil, ‘pobres, pero libres’”. A su padre lo apodaban “el General Mecha”, porque, además de partero, curandero y albañil, fabricaba mechas de algodón, para velas, que traía a vender a Cartagena, por la vía de Puerto Caimán. En uno de estos viajes, al pasar por la Loma de la Puerta, a un lado de Cibarco y en vía hacia Tubará, Benedicta, que estaba encinta, dio a luz un niño al que llamaron Juan José”. Como vemos, el general Nieto, desde su nacimiento, fue un hombre de circunstancias contradictorias.

Cabe resaltar que Juan José Nieto, debido a la pobreza de sus padres, no asistió a escuela alguna: aprendió a leer solo, fue un autodidacta disciplinado y constante, y además dominaba el francés y el inglés, tanto, que escribió un diccionario mercantil en español e inglés. Ningún parecido con la flojera mayoritaria de hoy.

Después de la guerra de la Independencia, la familia Nieto Gil se fue a vivir a Cartagena, donde Juan José entabló relaciones con importantes familias de la ciudad. Luego, trabajó como escribiente del señor José Palacio y Ponce de León, hombre rico, culto y de la alta sociedad cartagenera. Allí conquistó a su hija, María Margarita, con quien se casó en 1827; a la muerte del suegro, Nieto heredó su fortuna.

Más tarde, surgió su pasión por la política y por la literatura. Su primera incursión la asumió en la pugna entre Bolívar y Santander, y se inclinó por el federalismo y el partido santanderista.

Su primera obra, publicada en 1834, fue un folleto al que tituló Derechos y deberes del hombre en sociedad, que era como los derechos del hombre, resumidos y aplicados a la vida pública o política, pero que nadie puso ni ha puesto en práctica. En realidad, “era el liberalismo romántico en toda su espléndida eclosión”.

En 1834 falleció su esposa, de la que quedó un niño, muerto en la infancia. Ese mismo año contrajo segundas nupcias con Teresa Cavero y Leguina, cuyo padre, don Ignacio Cavero, rico e importante militar, le concedió a Nieto varias acciones en la comunidad de Alcibia y Preceptor. La esposa no le dio hijos, pero Juan José tuvo muchos descendientes extramatrimoniales, algunos de los cuales lo ayudaron en su carrera castrense.

En 1839 publicó Geografía histórica, estadística y local de la Provincia de Cartagena, obra de mucha importancia en su tiempo, que aún hoy es consultada por los investigadores, sobre todo en lo referente a los cantones de Barlovento, de los cuales trae datos muy útiles.

En esa época la sociedad cartagenera no creyó mucho en las dotes literarias de Juan José Nieto, pues como era autodidacta, sin educación formal, pensaban que no podría producir textos de interés estético. Además, no hay que olvidar: era negro. Pero Juan José Nieto siguió escribiendo hasta que publicó Ingermina o la hija de Calamar, considerada su obra más importante; y luego Los moriscos, novela de corte histórico. Estando en la cárcel de Chagres, en Panamá, redactó Rosina, que, como se dijo, fue impresa por entregas en el diario La Democracia. La época más fructífera de Nieto, literariamente hablando, fue la de Kingston (Jamaica), adonde viajó después de salir de la cárcel de Chagres, en la que también estaba el general Carmona —el de la Guerra de los Supremos—, por intentar insurreccionar a los pueblos del río Magdalena. En el combate de Testua, Carmona fue herido en un brazo y hecho prisionero de Mosquera, quien, al principio, quería fusilarlo, pero luego decidió enviarlo al panóptico en Panamá.

En Rosina está impregnado todo el tormento que pasó Nieto en esa prisión. Cuando le dieron la libertad viajó a Kingston, como ya se dijo, que era una ciudad culta y centro intelectual de muchos literatos (recordemos la Carta de Jamaica, de Bolívar). Allí, Juan José escribió Ingermina o la hija de Calamar, considerada la primera novela, en el orden cronológico, publicada en Colombia, y Los moriscos. Allí también leyó a autores franceses, entre ellos Alejandro Dumas, Sue, Víctor Hugo y Lamartine.

A su regreso a Colombia, en 1847, escribió la pieza teatral El hijo de sí propio, que, según Fals Borda, fue representada por aficionados, dirigidos por el mismo Juan José. Luego se dedicó por completo a la vida política y pública, donde ejerció muchos cargos, entre ellos diputado a la cámara provincial de Cartagena, coronel de la guardia colombiana, gobernador de la provincia, jefe de la provincia de Cartagena en la guerra entre bolivarenses, y presidente del Estado Soberano de Bolívar, en unas votaciones donde los electores fueron 11.074 y él obtuvo 11.001 votos.

Es importante destacar su paso por la masonería colombiana. En 1839 ingresó a la Logia Hospitalidad Granadina n.º 1, donde llegó a ser soberano gran comendador, la máxima autoridad en esta organización, y a merecer el grado 33, de gran maestro.

Es de anotar que de esta logia hacían parte altas personalidades de la vida pública y política, que tenían influencia en los cargos estatales, en las elecciones, etc.; es decir, era un grupo con poder en el Estado colombiano. A esta logia también pertenecía el general Tomás Cipriano de Mosquera, su amigo, primero, y luego su enemigo ideológico.

La obra de Lemaitre cuenta su vida política, sus problemas con los conservadores —él, que era liberal y romántico—, las guerras en que participó, sus contradicciones con el general “Mascachochas”, las traiciones de las que fue objeto y su personalidad: recia, imponente, la cual le granjeó muchos amigos y muchos enemigos, pues como hombre político, siempre quería llegar más lejos, conseguir nuevos triunfos y esto hizo que cayera en varias equivocaciones. Una de ellas: declararle la guerra a la Provincia de Antioquia, sin motivos suficientes; Lemaitre asegura que a las personas que lo iban a visitar o a consultar no les brindaba silla y debían permanecer de pie el tiempo que él estimara conveniente. En lo que respecta a su presidencia, digamos que el proceso comenzó cuando, al declararse aliado de Tomás Cipriano de Mosquera, se levantó en insurrección contra el presidente Mariano Ospina Rodríguez(1854). Por ello el 3 de julio de 1860 separó al Estado de Bolívar de la Confederación Granadina. En rebelión marchó hacia Santa Marta y allí derrotó al general Julio Arboleda. El 25 de enero de 1861 llegó a Barranquilla y, dado el desgobierno, se declaró presidente en calidad de segundo designado. Demoró en el poder seis meses y entregó el mandato cuando retornó Mosquera, el 18 de julio del mismo año.

Luego fue elegido presidente del Estado de Bolívar. Hubo desavenencias y conflictos. Momil, Purísima, San Antero y otros pueblos se declararon en rebeldía. Nieto experimentaba aflicciones. El 11 de diciembre de 1864 renunció como presidente de su Estado (ya se sentía enfermo y cansado) y fue reemplazado por José Manuel Bossa. Se dedicó a su vida privada y murió el 16 de julio de 1866 —en una casa alquilada, en la esquina de la calle Santa Teresa con la de la Inquisición, donde en otros tiempos practicó y presentó su obra de teatro—, cuando se preparaba para viajar a Bogotá por la vía Panamá-Buenaventura. Ciento cincuenta y dos años más tarde, su retrato, en óleo del maestro Justiniano Durán, después de sufrir varios intentos de blanqueamiento, queda en versión y aceptación definitiva para la historia.

* Catedrático, ensayista, escritor. Director del periódico cultural El Túnel, de Montería, Colombia. Su libro más reciente es la analecta erótica Banquete sagrado.

Por José Luis Garcés González * / Especial para El Espectador

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