El Magazín Cultural

“Todo el arte es autobiográfico”, una de las frases favoritas de Greta Gerwig

“Lady Bird” es la ópera prima de Greta Gerwig. Un filme basado en la vida de la adolescente Christine y su familia. Una historia narrada desde el amor y el proceso de desprendimiento del hogar, el dolor del nido vacío.

Ángela Martín Laiton
04 de marzo de 2018 - 10:30 p. m.
“Lady Bird” tiene cinco nominaciones en los premios Óscar, que se entregarán el próximo 4 de marzo.
“Lady Bird” tiene cinco nominaciones en los premios Óscar, que se entregarán el próximo 4 de marzo.

Cuando a Greta Gerwig le preguntaron si la relación de Lady Bird y su madre tenía que ver con el relato autobiográfico de su película, contestó con lucidez: No. Hay una frase de Fellini que me encanta, en la que dice que “todo el arte es autobiográfico, por eso la perla es la autobiografía de la ostra”. La heroína del filme, interpretada por Saoirse Ronan y nominada al Óscar como mejor actriz, es una adolescente de Sacramento California, que vive su último año de escuela en un colegio católico para mujeres, datos que coinciden con la vida de Gerwig. Aunque la directora señala la construcción de la película como ficcional, reconoce que varios componentes del personaje tienen que ver directamente con su vida.

Lady Bird es la primera película que escribe y dirige en solitario Greta Gerwig. La obra se desarrolla a través de la cotidianidad de una chica de diecisiete años y su familia de clase media en una ciudad al margen de las grandes urbes estadounidenses. El conflicto tiene varios momentos álgidos; Christine se debate entre la realidad económica de su familia, un vistazo a una clase media empobrecida, y sus sueños provinciales de vivir y estudiar en una de las ciudades más importantes de Estados Unidos: Nueva York. Tendrá que enfrentar durante este tiempo los conflictos familiares con su madre, ambas son la misma cara de la moneda y no saben cómo lidiar con el temperamento de la otra. Una relación fría con su hermano, sus primeros encuentros sexuales y la ruptura con distintos círculos sociales en búsqueda de identidad propia.

La historia de la película es cercana al público, un zoom a la travesía del adolescente hacia la vida adulta. Dos mujeres en primer plano van en un auto por carretera. Lloran en silencio después de veintiún horas y cinco minutos de casetes en los que escuchan Las uvas de la ira, de John Steinbeck. Cuando intentan discutir el futuro de Christine, Lady Bird, y resolver a qué universidad irá, analizando las posibilidades económicas de la familia, la chica de repente se lanza del auto en movimiento.

Fucks mom escribe en el yeso del brazo que la acompañará durante casi toda la cinta. Sus problemas de disciplina en el ámbito católico de la escuela son notorios. La directora es una religiosa que busca entender el agitado mundo adolescente de sus estudiantes. Aconseja a Christine tomar la clase de teatro; aquí la cinta hace otro de sus grandes guiños, esta vez a la obra de Stephen Sondheim, Merrily we roll along, la historia de un compositor de musicales de Broadway que deja atrás su vida para ser productor de Hollywood. El musical, estrenado en 1981, se convierte en la obra de fin de curso que Lady Bird y sus compañeros preparan y, además, funciona como un simbólico correlato del filme.

El preámbulo

El coming of age es un tipo de filme que ha ido ganando adeptos en los espectadores. Este debe tener la fuerza necesaria para narrar la universalidad de un personaje hasta hacerlo crecer. Películas de paso lento que buscan remarcar la sencillez y el detalle de cada aspecto de la vida del protagonista. Su gran referente literario es la novela de aprendizaje o Bildungsroman, término alemán acuñado desde el análisis a Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, la obra de Goethe en la que un joven es impulsado al suicidio para escapar de la naciente vida burguesa de su época; él está destinado a ser comerciante, pero su ambición es la de un artista de la aristocracia. Allí Goethe narra con grandeza la caída del feudalismo y el surgimiento de la burguesía, a través de Wilhelm y su pregunta sobre cómo llegar a ser feliz.

No son pocas las obras enmarcadas dentro del Bildungsroman, basando sus narraciones en la historia de un personaje desde la infancia hasta la adultez, enfatizando en el desarrollo psicológico, moral y social del mismo. Algunos clásicos de la literatura que comparten características con el Bildungsroman sin ser exclusivamente de este género son: En busca del tiempo perdido, de Proust; Retrato del artista adolescente, de Joyce, o La montaña mágica, de Thomas Mann.

El séptimo arte también construyó este formato de la novela de aprendizaje, a través de la cotidianidad de un personaje en la gran pantalla, y realizó esa transformación detallada de la vida de las personas en grandes filmes. Un ejemplo clásico del coming age es Los 400 golpes, de François Truffaut, el primer largometraje del cineasta y una de las primeras obras de la nouvelle vague; narra la vida de un adolescente, protagonizada por Jean-Pierre Léaud. Con un gran componente autobiográfico, el filme está plagado de elementos coincidentes con la vida de Truffaut: una relación compleja con su madre y el padrastro, los conflictos para adaptarse a la disciplina escolar y la amistad con Robert Lachenay para terminar con los diversos hurtos de Truffaut que lo enviaron a muchos reformatorios. El mismo director afirmó en una entrevista: “Conozco bien lo que reflejé en la película: la comisaría con las putas, el coche celular, la prisión preventiva, la persona jurídica, la cárcel; no quiero extenderme más sobre el tema, pero puedo asegurar que lo que yo conocí es más duro que lo que mostré en la película”.

Otros largometrajes que han apostado por el género, a través de producciones que dan más relevancia al diálogo y a las emociones que a giros drásticos de acción, son Boyhood, de Richard Linklater, filmada durante doce años para retratar la vida de Mason (Ellar Coltrane), también nominada a varios premios de la academia. La película animada de Marjane Satrapi, Persépolis, Trenes rigurosamente vigilados, de Jiří Menzel o Palabras suaves, de Joyce Chopra.

En este tipo de narrativa, Lady Bird concursa con cinco nominaciones a los premios de la academia. Una película llena de emociones cotidianas y cuestionamientos duros alrededor de la juventud y la familia. Una historia narrada desde el amor y el proceso de desprendimiento del hogar, el dolor del nido vacío, el egoísmo y la importancia de aprender a ver al otro, sobre todo al que vive con nosotros. En una de sus líneas, la misma Gerwig se cuestiona: “¿No crees que son la misma cosa? ¿Amor y atención?”.

Por Ángela Martín Laiton

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