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Vargas Lleras insta a retirar cuerpo diplomático de Venezuela

Según el candidato, son muchas las razones para no soportar más a ese gobierno.

El Espectador
07 de abril de 2010 - 07:10 p. m.

"Un día amanecemos con el cierre de las fronteras para las exportaciones colombianas, con significativos costos para nuestra economía en general y para la pérdida de empleos en particular, pues bien sabido es que el tipo de productos que los colombianos exportamos a Venezuela son producidos en su gran mayoría por pequeñas y medianas empresas, intensivas en uso de mano de obra", según el candidato.

"Como si fuera poco, algunos ciudadanos colombianos que viajan a Venezuela o que allí residen, son objeto de persecución policial y judicial bajo las más absurdas acusaciones de espionaje, paramilitarismo y toda clase de burdos montajes que no resisten el menor examen", agrega.

De acuerdo con Vargas Lleras, que le envió una carta al canciller Jaime Bermúdez, lo más sensato es retirar la representación diplomática en ese país.

Esta es la carta:

Señor
JAIME BERMUDEZ MERIZALDE
Ministro de Relaciones Exteriores
E.   S.   M.

Apreciado Canciller:

Con enorme preocupación registramos los colombianos el paulatino deterioro de nuestras relaciones con el gobierno venezolano, y más aún, la escalada de sucesivas agresiones contra nuestro pueblo, que protagonizan el presidente Hugo Chávez y sus principales colaboradores.

Un día amanecemos con el cierre de las fronteras para las exportaciones colombianas, con significativos costos para nuestra economía en general y para la pérdida de empleos en particular, pues bien sabido es que el tipo de productos que los colombianos exportamos a Venezuela son producidos en su gran mayoría por pequeñas y medianas empresas, intensivas en uso de mano de obra.

Otro día, la noticia es la adquisición por parte de Venezuela de decenas de tanques, submarinos, corbetas, fragatas, misiles, y millares de fusiles y municiones, en una carrera armamentista que, como senador de la República, fui el primero en denunciar de manera oportuna hace ya varios años, y cuyo capítulo más reciente es el anuncio de la compra de la descomunal cifra de cinco mil millones de dólares en armamento a Rusia.

Todo lo anterior ocurre mientras se multiplican las denuncias, con la debida carga probatoria en fotografías, mapas y testimonios, de los campamentos de la guerrilla colombiana en territorio de Venezuela, así como la continua presencia en ese país, de algunos de los más sanguinarios líderes de las Farc y del Eln, sin que las autoridades chavistas los persigan o siquiera indaguen sobre los motivos de su presencia allí, que por momentos no sólo parece tolerada sino abiertamente patrocinada por el gobierno de Chávez.

Como si fuera poco, algunos ciudadanos colombianos que viajan a Venezuela o que allí residen, son objeto de persecución policial y judicial bajo las más absurdas acusaciones de espionaje, paramilitarismo y toda clase de burdos montajes que no resisten el menor examen. El más reciente caso es el de ocho compatriotas detenidos, bajo el ridículo señalamiento de estar detrás de la crisis energética que mantiene apagadas varias horas al día a decenas de ciudades venezolanas, cuando por todos, dentro y fuera de ese país, es conocido que la pésima gestión de sus autoridades eléctricas, sumada al fenómeno del niño, es la única causa del desastre energético de un país que, irónicamente, nada en petróleo y gas.

Lo más triste de todo lo anterior, permítame que se lo diga con total franqueza señor Canciller, es que esta
interminable secuencia de agresiones no encuentra por parte del gobierno colombiano, la debida respuesta. Los colombianos comprendemos y respaldamos la actitud prudente que el Presidente de la República y usted como vocero de la política exterior, han guardado ante las agresiones verbales, en una acertada decisión de no responder insultos con insultos.

Pero una cosa, señor Canciller, es la prudencia para evitar un mayor incendio verbal en las relaciones binacionales, y otra muy distinta renunciar a los recursos que la diplomacia moderna pone al alcance de los gobiernos para enfrentar este tipo de situaciones. Está bien guardar silencio ante los discursos altisonantes y groseros del mandatario vecino y de sus principales colaboradores. Pero cosa muy distinta es asumir idéntica actitud ante el bloqueo comercial, la escalada armamentista, los abusos contra nuestros compatriotas y la transformación del territorio venezolano en guarida de los más sanguinarios terroristas.

Lo mínimo, señor Canciller, ante los sucesos de esta semana en materia de la multimillonaria compra de armamento a Rusia y de las nuevas detenciones arbitrarias de colombianos, es llamar a consultas a la señora embajadora de nuestro gobierno en Caracas y retirar su presencia temporalmente. Se trata de una medida que cuando menos deja en claro que no se trata de asuntos que dejen indiferentes ni al gobierno ni al pueblo de Colombia.

Pero hay, señor Canciller, más recursos diplomáticos que las graves circunstancias imponen en la hora actual de las relaciones con Venezuela. Urge convocar a una reunión plenaria de la Organización de Estados Americanos,para denunciar esta serie interminable de agresiones. En igual forma procede denunciar todos estos hechos ante la Organizacion de Naciones Unidas, como también demandar de la Unión Europea, varios de cuyos países han cerrado negocios de venta de armas a Venezuela por varios miles de millones de dólares, una respuesta ante lo que viene ocurriendo. Ha llegado la hora de que los gobiernos europeos le digan al mundo si la dureza con que sus voceros tratan en ocasiones a Colombia, tiene que ver o no con que Venezuela se haya convertido en uno de sus mayores compradores de armas.

Dejo estas propuestas sobre la mesa, señor Canciller, con la esperanza de que sean analizadas de manera detenida por las instancias que usted y el señor Presidente consideren oportunas, incluida la convocatoria de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, o incluso una cumbre de candidatos presidenciales para analizar estos delicadísimos asuntos.

De usted, cordialmente

GERMAN VARGAS LLERAS

Por El Espectador

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