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A pesar de las buenas relaciones bipartidas que ha tenido Colombia con Estados Unidos, el nuevo enfoque que ha asumido el país para reducir el número de hectáreas sembradas con cultivos ilícitos no tiene vuelta de hoja.
En concreto, el Gobierno dio respuesta final al llamado que le hizo el Secretario de Estado de ese país, Rex Tillerson, de retomar la aspersión aérea con glifosato para acabar con los campos de coca. "Aspersión con glifosato no es viable en Colombia. Existe una prohibición de la Corte Constitucional. Respetamos y acatamos sus decisiones", dijo la Cancillería en una comunicación en redes sociales.
En el mismo sentido se refirió el vicepresidente de la República, general (r) Óscar Naranjo, al señalar que “Colombia quiere darse una oportunidad para probar que tenemos la ventaja de sustituir esos cultivos y no hacer lo que hicimos en el pasado”. Y es que, según explicó, el hecho de haber firmado un Acuerdo de Paz con las Farc permitirá acceder a las zonas históricamente ocupadas por la guerrilla que, por años, financió su actividad rebelde con el narcotráfico.
“Entendemos la prioridad de avanzar en la sustitución de cultivos, y la importancia de la cooperación con Estados Unidos y dar resultados”, añadió Naranjo, al afirmar que, en todo caso, la política de aspersión aérea ha resultado ser todo un fracaso. Incluso, recordó que en los últimos 18 años de actividades en erradicación de 2 millones de hectáreas, "la reducción máxima fue de 100.000 sobre una base de 160.000", explicó el vicepresidente.
El alto consejero para el posconflicto, Rafael Pardo, recordó que, en aras de cumplir el objetivo de este año de erradicar 100.000 hectáreas, se continuarán otorgando programas de erradicación manual y sustitución de cultivos, de los que se están beneficiando, hasta el momento, 4.500 familias. Paralelamente, el Gobierno llevará próximamente al Congreso el proyecto para proteger a los pequeños cultivadores.