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Campaña en Cesar: con el pasado a cuestas

Arturo Calderón y Francisco Ovalle puntean en la contienda electoral por el máximo cargo del departamento. Detrás de ellos está la maquinaria de importantes familias que han manejado el poder en la región en los últimos años.

Marcela Osorio Granados
07 de octubre de 2015 - 03:54 a. m.
Arturo Calderón, candidato del Partido Liberal, y Francisco Ovalle, del Partido de La U. / Cortesía “El Pilón”
Arturo Calderón, candidato del Partido Liberal, y Francisco Ovalle, del Partido de La U. / Cortesía “El Pilón”

El pasado no perdona, y esa parece ser, en buena parte, la consigna que ronda la fuerte campaña política que se libra actualmente en el departamento del Cesar con miras a las elecciones del próximo 25 de octubre. Aunque en la puja por la Gobernación hay tres contendores, la pelea está entre dos candidatos particulares: Francisco Ovalle, del Partido de la U, y Arturo Calderón, avalado por el Partido Liberal.

En el caso del primero, los puntos a favor son varios. Se dice en voz baja que Ovalle tiene el total respaldo del vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, de quien es muy cercano, y además es visto como el candidato del actual gobernador, Luis Alberto Monsalvo, del Partido de la U, representante de una de las casas con más tradición y fuerza política del departamento: los Gnecco.

La maquinaria de los Gnecco ha trabajado a toda marcha en la campaña de Ovalle y su músculo financiero ha sido más que evidente. Y aunque tener semejante respaldo pareciera ser una gran ventaja, hay quienes creen que el tormentoso pasado de los patriarcas de la familia podría jugar en su contra.

El líder del grupo político-familiar, Jorge Gnecco, fue asesinado en 2001 por orden del jefe paramilitar Jorge 40, de quien había sido cercano. Su hermano, el exsenador José Pepe Gnecco, fue uno de los firmantes del denominado Pacto de Ralito, y Lucas Gnecco, gobernador por dos períodos, fue destituido y condenado por constreñimiento al elector, celebración indebida de contratos y prevaricato.

La familia ha logrado mantenerse en el poder los últimos cuatro años a través de Monsalvo, cuya administración ha tenido buena acogida. Sin embargo, el gobernador no es visto como una figura política fuerte y, de hecho, en el Cesar para nadie es un secreto que quien maneja los hilos del poder es Cielo Gnecco, hermana de Jorge, Pepe y Lucas y prima del cuestionado exgobernador de La Guajira Juan Francisco Kiko Gómez Cerchar.

De hecho, en algunos sectores de Valledupar se dice que la resistencia a la actual administración no es por la figura de Monsalvo, sino por la de la misma Cielo, que provoca resistencia en varios círculos sociales. Por eso, con la candidatura de Ovalle, los Gnecco se la juegan por conservar su cuota de poder en la Gobernación y darles continuidad a los programas y obras de Monsalvo, esta vez en alianza con el vargasllerismo, que tiene en el Caribe buena parte de su fortín político.

El caso de Arturo Calderón es similar en algunos aspectos. Avalado por el liberalismo, cuenta con el apoyo del Centro Democrático y su candidato para la Alcaldía de Valledupar, Sergio Araújo Castro, hijo de Álvaro Araújo Noguera y hermano de Álvaro Araújo Castro, ambos envueltos en el escándalo de la parapolítica.

Calderón ha intentado desmarcarse varias veces de la casa Araújo —rivales políticos de los Gnecco— pero quienes conocen la política local aseguran que el respaldo es evidente. Además, sus contradictores no desaprovechan oportunidad para recordar que fue secretario de Salud durante la administración de Hernando Molina Araújo, también condenado por parapolítica. En campaña, Calderón se ha mostrado como víctima, diciendo que su hermano y varios de sus familiares cercanos fueron asesinados por las autodefensas.

El apoyo del Centro Democrático tampoco parece ayudarle mucho, y más si se tiene en cuenta que no es un partido fuerte en el departamento. Sin embargo, Calderón tiene a su favor un largo trabajo político que se ha visto reflejado en dos candidaturas anteriores a la Gobernación, que le ha valido la sumatoria de otros sectores políticos, incluyendo Cambio Radical, cuyo aspirante a la Alcaldía de Valledupar, Jaime González, le manifestó su respaldo aun cuando es claro que la apuesta del partido para la Gobernación es Ovalle.

A pesar de los múltiples cuestionamientos que ensombrecen las campañas, los dos candidatos se muestran como favoritos en las encuestas, en las que la otra contendora —Imelda Daza, de la Unión Patriótica— refleja muy poca intención de voto.

Lo cierto es que, sea cual sea el resultado, el ganador tendrá que librarse de los fantasmas del pasado para demostrar que en cuestiones de política las cosas en el departamento han cambiado. Por delante hay retos y problemáticas que urgen atención, como la incidencia de bandas emergentes como los Rastrojos, los Urabeños y los Úsuga, que tienen fuerte presencia en varios municipios y manejan la extorsión, el microtráfico y el negocio de contrabando de gasolina en una región que es vista como corredor estratégico para los negocios ilegales.

Por Marcela Osorio Granados

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