Carlos Alfonso Velásquez: el coronel sí tiene quién lo inscriba

Fue célebre en la década de los 90, cuando comandó el Bloque de Búsqueda contra el cartel de Cali. Sus enemigos lo indujeron a caer en una trampa que acabó con su carrera militar.

Lorena Arboleda Zárate/@LorenaArboleda8
12 de agosto de 2017 - 03:00 a. m.
El coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez, excomandante del Bloque de Búsqueda en Cali. / Óscar Pérez - El Espectador
El coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez, excomandante del Bloque de Búsqueda en Cali. / Óscar Pérez - El Espectador
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Al coronel del Ejército (r) Carlos Alfonso Velásquez le tendieron una trampa. Transcurría la década de los 90 cuando, de repente y luego de una larga y exitosa trayectoria en las Fuerzas Militares, fue nombrado comandante del Bloque de Búsqueda que se encargaba de perseguir a los mafiosos del Valle del Cauca. Principalmente al cartel de Cali, que por esa época intentaba adueñarse del negocio tras la muerte del capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. (Lea: El regreso del coronel Velásquez). 

Su labor fue exitosa. Desde que llegó a la capital vallecaucana propinó contundentes golpes, que poco a poco le permitieron ir acercándose a los hermanos Rodríguez Orejuela. Un asunto que no gustó en esa organización criminal y desde allí el coronel comenzó a labrarse un destino absolutamente distinto al que había heredado de su fallecido padre, el general Alfonso Velásquez Mazuera.

Y es que los intentos de soborno de los jefes del cartel de Cali, a través de intermediarios, no funcionaron. Por eso, usaron a una hermosa mujer: la enigmática Mery de la Vega, quien se dedicó a engañar a Velásquez al hacerse pasar como infiltrada dentro de esa organización. Su tarea era seducirlo y lo logró. En una noche caleña de 1994, y luego de algunas copas, Mery de La Vega lo convenció para que fueran a un motel. Allí fue grabado y, a los pocos días, chantajeado para que dejara de perseguir al cartel.

Pero Velásquez, con la vehemencia con la que hoy, varias décadas después, habla, no cedió y, aunque recibió el apoyo del entonces ministro de Defensa, Rafael Pardo, ese mismo año fue notificado de que se iría a ocupar la segunda comandancia del Ejército en la región de Urabá.

Fiel a su compromiso castrense, emprendió el viaje. El mismo que, al poco tiempo, le valió el retiro por cuenta de su valor: denunció presuntas irregularidades de su superior, el general Rito Alejo del Río, y no pudo ascender a general. Así terminó su vida militar para dedicarse a la academia (actualmente es profesor en la Universidad de la Sabana) y al ejercicio de la política, hasta el punto de que hoy quiere ser presidente de Colombia como candidato de la Alianza Social Independiente (ASI). “Tengo la potencialidad muy clara de liderar la concordia nacional. Es decir, salir de este estado de trifulca con propuestas de una visión fresca de país”, dice.

Velásquez ya había tenido intenciones presidenciales en las elecciones de 2014, pero por el Partido Conservador. Sin embargo, decidió no seguir militando en dicha colectividad. “En el conservatismo les faltó un mínimo de caballerosidad. Nunca me invitaron a una reunión con la Dirección Nacional a explicarles por qué quería ser precandidato, a diferencia de lo que hicieron con Marta Lucía Ramírez o José Félix Lafaurie”, cuenta. Pero otro de los motivos que lo alejan de los azules tiene que ver con marcar distancia con la polarización que arrecia en Colombia entre santistas y uribistas, especialmente porque considera que tanto el antecesor del jefe de Estado como el propio presidente Santos le dieron al país lo que podían dar.

Y, en ese sentido, no descarta abrirse a eventuales alianzas que garanticen una propuesta diferente a lo que ofrecen los partidos tradicionales. “Es decir, los que no se hayan metido en la polarización ni en la crispación política. A quienes menos veo en esa crispación es al sector de Sergio Fajardo. Eventualmente a Iván Duque, pero dudo mucho que él tenga margen de maniobra para decirle a Uribe que lo deje libre”, agrega. Eso sí, de momento deja por fuera de ese costal al exvicepresidente Germán Vargas Lleras, a quien todavía le parece muy difícil de descifrar.

El coronel y el Acuerdo de Paz

También habla de cómo sería su postura en torno al Acuerdo de Paz si se convierte en el próximo presidente de Colombia. Defenderá una implementación que él define como “realista”, es decir, no es partidario de modificar lo pactado en Cuba, pero sí de hacer ciertos cambios para que no se ponga en peligro el presupuesto nacional. Dentro de esos cambios está, por ejemplo, el rol que ejercerá la Corte Suprema de Justicia en la Jurisdicción Especial de Paz. “Debería existir una sala de cierre para todas las demandas que se presenten ante esa justicia transicional”, dice Velásquez, pero, en términos generales, lo deja tranquilo la propuesta de justicia transicional que también juzgará a los uniformados.

Finalmente, advierte de la necesidad de “elevar la temperatura ética del país”, bajo la premisa de que en Colombia los cargos públicos han sido usados, según dice, para el beneficio personal. “Y lo que yo veo es que hasta las Farc ya se están sintiendo cómodas con esa situación. Se pasean con sus camionetas blindadas y eso les gusta. Entonces, hay que empujar efectos purificadores en el ejercicio de la política”, añade. Y eso significa, por ejemplo, austeridad en el gasto, tema que asumirá como bandera principal en su campaña. Así, pues, el coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez se suma a la amplia baraja de aspirantes que quieren llegar a la Casa de Nariño, un asunto que, a pocos meses de concretarse, se hace francamente difícil de predecir.

Por Lorena Arboleda Zárate/@LorenaArboleda8

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