Constituyente, Uribe y paz

El Espectador revela detalles de los encuentros entre el exmandatario y el exministro Álvaro Leyva en busca de puntos de encuentro de cara a la paz.

Alfredo Molano Jimeno / Felipe Morales Mogollón
13 de febrero de 2016 - 09:10 p. m.

Más difícil que el entendimiento entre el Gobierno y las Farc en la mesa de conversaciones de La Habana, ha sido la tarea de acercar al expresidente Álvaro Uribe al proceso de paz. El primero cumple cuatro años el próximo 23 de febrero y ha producido cuatro acuerdos sobre puntos de la agenda. En cambio, los acercamientos con el exmandatario se han intentado desde el día en que no le pasó al teléfono al presidente Juan Manuel Santos, hace más de cuatro años. Hoy, la asamblea constituyente se presenta como una pequeña ventana para que el senador y líder del Centro Democrático aterrice en el acuerdo final de paz.

Las aproximaciones entre presidente y expresidente han tenido tantos emisarios como negativas. Esta semana, el expresidente de Uruguay Pepe Mujica sostuvo que Santos y Uribe deberían reunirse en una de las “montañas hermosas” de Colombia “para que miren lejos y sueñen en el mundo en el cual ya no van a estar y que tengan la altura, a pesar de todos los pesares, de darse la mano”. Más allá de la invitación, que sigue pareciendo improbable, Mujica —quien está jugado a fondo con el proceso de paz y hace poco se entrevistó con las Farc— envía un mensaje entre líneas: no hay paz sin Uribe.

El diagnóstico es claro para los defensores del proceso de diálogo y para las partes sentadas en la mesa. Es por esto que en los últimos tiempos se han intensificado los intentos para que Uribe participe del debate de la paz. Incluso, el embajador de Colombia en España, Alberto Furmanski, se atrevió a decir que conocía que el exmandatario había enviado emisarios a La Habana. Hecho que inmediatamente fue desmentido por el hoy senador y expresidente.

Lo que sí es un hecho es que últimamente se han abierto canales entre Uribe, el Centro Democrático y la mesa de negociaciones. Y no cabe duda de que quien más se ha empeñado en esa labor ha sido el exministro conservador Álvaro Leyva. Desde hace cerca de dos años, el dirigente ha mantenido el contacto con el expresidente. Se han reunido en repetidas ocasiones y ha conseguido lo impensable: que el director del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, y varios dirigentes del uribismo aceptaran, a finales de 2015, un encuentro con él y con el abogado español Enrique Santiago, asesores de la guerrilla en la construcción del acuerdo de justicia.

El Espectador conoció que en esos encuentros entre Uribe y Leyva han estado presentes el excongresista José Elías Guerra, Fabio Valencia y el senador Ernesto Macías. Las reuniones han tenido una claridad: no son para acercar al presidente Santos con el expresidente Uribe, sino a este último con el proceso de paz. Y la constituyente ha sido el punto de encuentro. Un asunto en el que coinciden las Farc, el uribismo y algunos sectores políticos. “Uribe no va a hacer un acuerdo político ni con Santos ni con las Farc, sino uno amplio, en torno a la reconciliación y la paz”, detalló un testigo de los encuentros.

Incluso, Óscar Iván Zuluaga, en un pronunciamiento hecho el viernes pasado, afirmó que todo va en la dirección mencionada. “Hemos dicho que esa paz tiene que pasar de ser la paz del Gobierno a una paz popular, una paz que interprete el sentimiento de todos los colombianos, porque de nada sirve que solamente en algunos sectores sociales o políticos estén de acuerdo con ella. La paz es el gran anhelo de la sociedad colombiana, y para que sea estable y duradera requiere la participación de todos los sectores sociales y políticos”.

Otro episodio que demuestra por dónde va el agua al molino fue el reciente encuentro de la exsenadora Piedad Córdoba y el expresidente Uribe en La Guajira. Ante las cámaras y los micrófonos, el exmandatario le echó un piropo a la dirigente liberal y quedaron en cuadrar un encuentro. Desde ese día la línea ha estado abierta y se han intercambiado mensajes para concretar la cita. Uribe ha mostrado interés, pero no ha accedido a definir la fecha.

Todos los canales de diálogo con el expresidente tienen algo en común: su apuesta por la constituyente. Una idea que viene cobrando forma y quitándole el aire al plebiscito con el que el Gobierno está jugado. A tal punto que esta semana el presidente Santos insistió en que el acuerdo final de La Habana se refrendará con un plebiscito, “le guste o no a las Farc”. Sólo que parece que el Ejecutivo se está quedando solo en esta cruzada, pues cada día crece el apoyo, al menos político, a la realización de la constituyente, pista de aterrizaje del uribismo en el proceso de paz.

Historia de algunos desacuerdos

2010
En los primeros meses del gobierno de Juan Manuel Santos se produjo la primera diferencia con su antecesor, Álvaro Uribe: el nombramiento de Juan Camilo Restrepo en el Ministerio de Agricultura y de Germán Vargas Lleras como titular de la cartera de Interior y Justicia. Los dos fueron duros críticos de Uribe y de su intento de reelegirse por segunda vez.

2011
La Ley de Víctimas incluyó un artículo en el que se reconocía la existencia del conflicto armado, ante lo cual el expresidente Uribe afirmó que se estaba igualando a las Fuerzas Armadas con la guerrilla. El exmandatario inició una fuerte campaña contra el Gobierno porque, según él, se estaba deteriorando la política de seguridad democrática y desmoralizando a los uniformados.

2011
En noviembre, Santos confesó que desde hacía tres meses Uribe no le pasaba al teléfono. Dijo que lo llamó “para felicitarlo” por temas como la aprobación del TLC con Estados Unidos y el operativo que permitió dar con la muerte de “Alfonso Cano”, máximo cabecilla de las Farc, pero que no le contestó ni le devolvió las llamadas. Desde entonces el expresidente se convirtió en feroz detractor del Gobierno.

Por Alfredo Molano Jimeno / Felipe Morales Mogollón

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