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“Criar como madre soltera no es criar sola”: Juana Uribe

La productora de televisión envió una carta a los congresistas en la que habla de su experiencia y de cómo la propuesta de referendo impulsada por la senadora Viviane Morales olvida el valor de la familia extensa.

Juana Uribe Pachón*
17 de septiembre de 2016 - 03:00 a. m.
La propuesta de referendo impulsada por la senadora Viviane Morales olvida el valor de la familia extensa. / iStock
La propuesta de referendo impulsada por la senadora Viviane Morales olvida el valor de la familia extensa. / iStock

Hoy les escribo una carta directamente, porque creo que es importante que oigan no sólo las voces de los que hemos adoptado como padres solteros, sino la de una mamá, una profesional y una ciudadana, y porque creo que lo que está en juego con el referendo que propone la senadora Morales no es sólo la posibilidad de que parejas del mismo sexo adopten o lo hagan padres solteros, sino un concepto que ha sido fundamental para lo que es Colombia hoy y para lo que espera en los próximos años: el valor de la familia extensa.

Cuando hice la solicitud de adopción tuve que pasar por un riguroso proceso. Más de un año de talleres, exámenes psicológicos y un minucioso escrutinio de mi situación económica. Hicieron visitas a mi casa y reunieron a mi familia, todo con el objetivo de saber no sólo si yo era apta para adoptar una niña, sino para tener también claro si tenía el soporte necesario para hacerlo, es decir, analizaron también la familia extensa que tendría esa niña. Necesitaban saber, y lo hicieron de manera muy juiciosa, qué pasaría con ella en caso de que yo faltara.

Evidentemente les pareció que mi familia era apta y que iba a garantizar que no sólo yo estaba en condiciones de adoptar a esa niña, sino que también iba a responder en caso de que yo (y ella) lo necesitara.

Una vez mi hija llegó a mi vida, he tenido no sólo a mi familia para darme una mano. También han estado Rosa María, Ivanis, Inelda, Miriam y muchas otras madres solteras que me ayudaron como niñeras, empleada doméstica, secretarias y asistentes para que yo, además de ser una muy presente y dedicada madre soltera, sea una escritora y productora exitosa. También estuvieron Lucía, César, Luz María y Vilma, otros padres solteros adoptantes con los que terminamos formando una familia. No tengo cómo agradecerles a ellos y, claro, a sus familias extensas el apoyo que he tenido para criar a Isabela y para sacar adelante mi trabajo. Ellos también han tenido que hacer lo propio para poder criar a sus hijos y ayudarme.

Se preguntarán, entonces, por la necesidad de una figura paterna, una imagen masculina (o materna y femenina, en el caso de los padres solteros). Coincido con ustedes y ha sido mi preocupación desde hace muchos años: todo niño necesita tenerla. Por eso hace tiempo hice una serie que probablemente recuerden. Se llamaba De pies a cabeza, y durante cinco años todos los domingos mostrábamos a una madre que por temas de la guerra (su marido era un ingeniero secuestrado por la guerrilla) tenía que criar su hijo sola y encontraba en el entrenador de fútbol una figura masculina y un soporte fundamental para sacarlo adelante. La serie se convirtió en referente para muchas madres que me decían cada semana cómo se sentían identificadas con la protagonista y sus preocupaciones. Todos los padres que crían solos se apoyan en sus seres queridos para hacerlo. En mi caso han estado ahí mi papá, mi mamá, mis hermanos, mi novio y mis primos Juan Manuel, Carlos Fernando y Claudio Galán, con quienes no sólo crecí como hermana, sino que, cuando Luis Carlos fue asesinado, los acompañé en varios momentos del exilio que vivieron. Ellos son, todos, figuras importantísimas para mi hija. Son parte de su familia extensa. Con ellos habló la psicóloga cuando investigó si yo era apta para adoptar y de alguna manera ellos también adoptaron a mi hija.

Y miremos el resto del país. ¿Cómo creemos que ha podido sobrevivir nuestra sociedad a tantos años de violencia o a las múltiples crisis económicas si no es porque consideramos que la familia no es solamente la formada por un padre y una madre? ¿Cuántos casos de un sobrino que se va a vivir con una tía porque sus padres no pueden darle educación? ¿O los que han sido criados por los abuelos porque la madre se fue a trabajar a otro país? Las viudas del narcotráfico, todas sin excepción, tuvieron que recurrir a sus familias extensas formadas por sus hermanos o primos, pero también por amigos, colegas y empleados, para sacar adelante a los hijos. También las de los soldados y policías que han librado esta guerra. Todos ellos han sido en algún momento padres solteros. ¿Vamos a decirles ahora que su familia no vale? Eso es lo que ha hecho grande a Colombia y no podemos legislar para retroceder. Prohibir que personas solteras adopten no sólo es discriminar, también es desconocer que cuando una persona sola adopta lo hace (igual que cuando lo hace una pareja) con toda la familia, y sería también desconocer lo que la familia extensa ha hecho por este país y lo que todavía tiene por hacer. ¿Qué pasaría si los programas sociales del Estado excluyen a las familias con un solo padre? No podríamos intentar ser más igualitarios, tener mayor equidad.

Una última consideración. De la poca historia que tengo de la madre biológica de mi hija es que era una madre soltera. Ella no pudo asumir la responsabilidad de criarla porque no tenía el apoyo de una familia ni de un padre para hacerlo, y decidió entregarla para que alguien sí pudiera hacerlo. Mi hija tuvo suerte, pues sólo estuvo trece meses en una institución. Pero en los últimos años, miles de niños han crecido lejos de una familia por cuenta de una sentencia que exigía a los defensores que encontraran su familia hasta el quinto grado de consanguinidad. Con el referendo que se propone, algo similar podría pasar con los niños de difícil adopción que esperan encontrar una familia, ya que las parejas generalmente buscan criar un bebé recién nacido y no aceptan hermanos o niños de difícil adopción.

Hace seis años, mi hija me dijo que quería tener una hermanita. Yo no estaba tan segura de poder asumir ese segundo reto, así que pedí tener una niña en una modalidad de “hogar amigo”. Así llegó Lucía a nuestras vidas. Era una niña del Chocó, hija no sólo de una madre soltera sino adolescente. (13 años). Lucía tenía tres años cuando estuvo en nuestra casa todos los fines de semana durante seis meses. Yo no podía adoptarla porque la ley decía que yo era muy mayor para una niña de esa edad. Así que siguió su proceso y hoy está en Noruega. Tiene unos papás que la adoran. Ella enfermera y él ingeniero de petróleos que vive varios meses del año viajando. A esa mamá la ayuda la abuela, porque ella sola no podría criarla. El año pasado fuimos a verla. Es una niña inteligente que está bien, es amorosa y sonriente. Mi hija la considera su hermana en Noruega y, como ven, a ella también la cría una familia extensa. Su mamá sabe que en cualquier momento que ella lo necesite yo volveré a ser la mamá que fui durante los meses que vivió con nosotros.

Otra cosa. Cuando decidí adoptar yo no tenía ningún impedimento físico para tener un hijo. Había muchas otras formas de ser mamá para las que no habría tenido que pedir permiso, ni someterme a escrutinios. Pero consideré, como lo hicieron todas las personas que hicieron el proceso conmigo, que yo quería ser mamá y quería serlo de alguien que tuviera, como yo, la necesidad de tener una familia. Íbamos a ser dos personas que se necesitaban mutuamente y así fue, así se lo expliqué a mi hija.

Criar como padre soltero no es criar solo. Nuevamente les digo: lo que está en juego con ese referendo no es sólo la posibilidad de que dos personas del mismo sexo adopten —que para mí son una forma más de familia—, sino el concepto de la familia extensa. Si prohibimos que los padres solteros adopten, no sólo estaríamos retrocediendo y discriminando, sino negando la estructura básica familiar de este país. La de la familia en sentido amplio.

La figura de la adopción es una de las más importantes formas de compensación que ha hecho la humanidad para crear una familia cuando hay circunstancias adversas. La guerra va a dejar cientos de miles de huérfanos que tienen que encontrar una familia en su camino de regreso. Cualquier tipo de familia que les garantice afecto y las condiciones mínimas para arrancar una vida. ¿Les vamos a decir que sólo un papá y una mamá constituyen una familia?

Creo que nuestros esfuerzos, todos, deben estar encaminados a fortalecer los procesos de adopción. A garantizar que los tiempos sean cortos, que esos niños pasen el menor tiempo posible en una institución. A apoyar a esos profesionales que tienen la difícil tarea de declarar en abandono un niño y decidir cuál familia es idónea para adoptar, así esta sea de un solo padre o de padres del mismo sexo. A que los defensores de familia tengan todas las herramientas para actuar frente a los casos de adopción. Pero no a restringir el modelo de familia, pues eso sería discriminar y descalificar a millones de familias en Colombia que han criado a sus hijos con un concepto amplio, incluyente y solidario.

Mi invitación es a que pensemos en eso a la hora de votar por ese proyecto de ley, a que pensemos fundamentalmente en los niños.

Gracias por el tiempo de leer esta carta.

 

* Escritora y productora de televisión.

Por Juana Uribe Pachón*

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