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Cuando ‘Iván Márquez’ era profesor en Caquetá

Fue allí donde ese jefe guerrillero conoció al también comandante de las Farc Luis Édgar Devia, alias ‘Raúl Reyes’, hace 36 años.

Juan Sebastián Jiménez Herrera, Enviado Especial Caquetá
01 de marzo de 2015 - 02:00 a. m.
'Iván Márquez' fue profesor de biología en El Docenllo (Caquetá) entre 1977 y 1979. / Archivo
'Iván Márquez' fue profesor de biología en El Docenllo (Caquetá) entre 1977 y 1979. / Archivo

Pocos en San Juan del Doncello (Caquetá) saben que a finales de los años 70 e inicios de los 80 este pequeño municipio de 29.000 habitantes fue el escenario del encuentro de dos personas que con el tiempo se convertirían en figuras clave de la historia de las Farc y del conflicto armado colombiano: el hoy jefe negociador de la delegación de ese grupo armado ilegal en Cuba, Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, y el ya fallecido canciller de las Farc, Luis Édgar Devia Silva, alias Raúl Reyes.

El primero era profesor en el colegio Corazón Inmaculado de María, el más importante de El Doncello, entre 1977 y 1979; el segundo era trabajador de una planta procesadora de lácteos ubicada en el municipio, sindicalista y concejal entre diciembre de 1980 y febrero de 1981. Pocos lo saben y, sin embargo, hay documentos que lo demuestran: certificados laborales, testimonios y actas del Concejo que dan fe de los pasos de Marín y Devia antes de partir hacia el monte y la ilegalidad.

El profesor Marín

Antes de ser jefe negociador de las Farc, antes de ser comandante guerrillero, incluso antes de ser alias Iván Márquez, Luciano Marín Arango fue profesor en el colegio Corazón Inmaculado de María de El Doncello (Caquetá). “Mi mamá le lavaba la ropa y yo se la llevaba”, dice Diego, un exalumno suyo que hoy tiene 56 años de edad. El jefe negociador en Cuba era flaco, de pelo crespo y ensimismado. Vivía en una pequeña pieza y dormía “en una esterita de 90 centímetros de ancho”, rodeado de libros. Dictaba biología, según los certificados del Corinmaculado, conocidos por este diario. Eso hizo entre 1977 y 1979, cuando, al parecer, se fue a Cartagena del Chairá y luego a Florencia, donde fue elegido concejal.

Era reservado. En ello concuerdan Diego y el hoy rector del Corinmaculado, Roque Cisneros, que era profesor entonces, al igual que el hoy alcalde de El Doncello, Fernando Troncoso. Nunca lo vieron bebiendo. Ni siquiera con sus compañeros profesores. Y no se le conocieron parejas durante su tiempo en este pequeño municipio caqueteño. “Los fines de semana era imposible verlo”. Diego recuerda que al final de cada clase Marín les pedía a sus alumnos “15 minutos para hablar de la problemática nacional” y que entonces les hablaba de que el país “estaba en manos de cinco familias: los López, los Lleras” y otras tres que Diego no recuerda.

Luego despotricaba del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Y a veces les regalaba a sus alumnos tres libros: uno de Carlos Marx, uno de Federico Engels y otro de Mao Tse Tung, aunque Diego no recuerda sus nombres. A quienes se interesaban en sus “enseñanzas” los invitaba a reuniones en las que se hablaba de marxismo. Y les repartía volantes que él mismo imprimía en el mimeógrafo del colegio. Diego no iba a los encuentros porque no le interesaban esas cosas, sobre todo desde que Marín, que en ese tiempo contaba con apenas 22 años de edad, les dijo que “no podíamos confiar ni siquiera en nuestros padres”.

En esos años el magisterio estaba fuertemente permeado por las ideas de extrema izquierda. De hecho, en ese tiempo un tal Milton de Jesús Toncel Redondo se desempeñaba como profesor en la Universidad de la Amazonia gracias a que había sido el ganador de un concurso para impartir clases en ese centro educativo al que asistía, esporádicamente, un tal Víctor Julio Suárez Rojas, mejor conocido como el Mono Jojoy. Hasta que en 1981 Toncel se fue al monte y se convirtió en Joaquín Gómez, hoy en día uno de los negociadores de las Farc en La Habana.

Pese a su militancia, todos se sorprenden de lo ocurrido con Luciano Marín Arango, quien cinco años después fue elegido representante a la Cámara por la Unión Patriótica y luego, tras el fracaso de los acuerdos de Casa Verde, se fue para la guerrilla. Algunos recuerdan que con el paso del tiempo lo vieron de uniforme y no pudieron hacer otra cosa que sorprenderse y saludarlo brevemente, sin preguntar detalles. Ya no era el profesor Marín Arango sino el comandante Iván Márquez.

El sindicalista

A las afueras de El Doncello están las ruinas de lo que fue la planta procesadora de la multinacional Nestlé. Hace ocho años, el 18 de enero de 2007, un carro bomba cargado con 300 kilos de explosivos acabó con las instalaciones y, aunque nadie murió, la planta nunca fue reconstruida. Allí trabajó Luis Édgar Devia Silva a mediados de los años 70, cuando la planta estaba en manos de Cicolac. En poco tiempo —a pesar de una temporada en Alemania— Devia se convirtió en un reconocido dirigente sindical.

Pese a que algunos textos señalan que fue elegido en 1978 como concejal de El Doncello por el Frente Democrático, una disidencia liberal que terminó convertida en una coalición de movimientos de izquierda, no hay registros de su paso por el cabildo antes del 23 de diciembre de 1980. De acuerdo con las actas del Concejo, conocidas por este diario, Devia fue concejal hasta febrero de 1981, tiempo en el cual llegó, incluso, a ser elegido vicepresidente del cabildo.

El secretario del Concejo de aquel entonces no recuerda a Devia de forma distinta al resto de concejales, aunque señala algunos aspectos que, curiosamente, lo asemejan a Iván Márquez, entre ellos, que, al igual que el profesor de biología, no gustaba de la rumba ni del consumo de alcohol y era muy ensimismado. Devia, en ese entonces de 32 años, vivía en una casa grande junto con su primera esposa, María Hilda Collazos. En secreto, el cabildante se acercaba a las estructuras de las Farc en Florencia y a finales de ese año se fue del todo a la ilegalidad, al parecer para evitar ser capturado.

El renacimiento del El Doncello

Algunos habitantes de El Doncello lamentan que por personas como Marín y Devia el municipio cargue con el estigma de ser, supuestamente, un municipio guerrillero. “Es que uno le dice a la gente que venga y se imaginan esto lleno de gente de las Farc”, dice Roque Cisneros, rector de Corinmaculada. Quienes vivieron los años de finales de los 70 e inicios de los 80 señalan que el presente es muy distinto. Sin contar los años en los que el paramilitarismo bañó de sangre esta zona del departamento. Desde la masacre de 14 policías perpetrada en Maguaré, zona rural de El Doncello, por parte de las Farc en 2010, la violencia ha disminuido, pese a algunos hechos lamentables como el asesinato del periodista Luis Peralta, a mediados de este mes.

Pero, sea como sea, el aire que se respira es distinto. El comercio se ha reactivado y los pobladores esperan que el avance de las obras de la Marginal de la Selva, una carretera que va a conectar el Meta con Guaviare y Caquetá, dinamice el sector. El comandante de Policía de Caquetá, coronel William Boyacá, ha dicho que, por ahora, las Farc han cumplido con la anunciada tregua unilateral. Aunque las extorsiones siguen siendo el pan de cada día en Florencia y los municipios aledaños.

En Caquetá no es que se hable mucho del proceso de paz y hay incredulidad al respecto, sobre todo por el recuerdo de los fallidos diálogos del Caguán. Sin embargo, a quien se le pregunta es claro en señalar que, de firmarse la paz, Caquetá sería una de las mayores beneficiadas. “Mire, por ejemplo, la industria de los quesos”, señala el comandante de la Fuerza de Tarea Júpiter, el general Édgar Ferrucio Correa. Caquetá es el quinto departamento en producción de leche, con un 3,5% del total colombiano. En el departamento se producen, en promedio, 1’200.000 litros de leche al día. Y en lo que a queso se refiere, los ganaderos caqueteños avanzan en el proceso para que su producto sea reconocido a nivel mundial.

El rector de Corinmaculada dice que espera que el Ministerio de Educación señale pronto unas líneas de acción para que en el colegio en el que enseñó Iván Márquez se empiece a hablar de paz y del posible posconflicto. Por su parte, la Alcaldía de El Doncello lanzó hace menos de un mes un video titulado El Doncello: un paraíso que enamora, para dar a conocer los lugares turísticos de este municipio. La idea no es otra que dejar atrás los años en que la guerrilla se ensañó con esta población donde dos de sus comandantes se conocieron y seguramente discutieron decenas de veces antes de pasar a la ilegalidad.

En Colombia hay municipios que cargan con el estigma de ser la cuna de personajes nefastos. Como Amalfi (Antioquia), con los hermanos Castaño, y Génova (Quindío), con el jefe histórico de las Farc Manuel Marulanda Vélez. A El Doncello le tocó la mala suerte de ser el escenario del encuentro de dos personajes de triste recordación en el conflicto, uno de ellos protagonista de los acuerdos que se adelantan en La Habana y que, de resolverse satisfactoriamente, podrían entregarle a este y tantos municipios la posibilidad de cambiar una historia ya marcada.

Por Juan Sebastián Jiménez Herrera, Enviado Especial Caquetá

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