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De bancadas, las presidenciales y la paz

Análisis sobre el nuevo mapa político en el Congreso, el acomodo de fuerzas de cara a la disputa por la Presidencia y las implicaciones de la llegada del uribismo al Legislativo en el proceso de paz.

Camilo González Posso (presidente de INDEPAZ)
12 de marzo de 2014 - 04:00 a. m.
De bancadas, las presidenciales y la paz

1. Cambios más importantes en las cifras

Emergencia del uribismo como partido de oposición por la derecha: La ruptura de la Unidad Nacional, que rodeó en 2010 al presidente Juan Manuel Santos, dio lugar a la formación de un nuevo partido que agrupa a sectores neoconservadores de la derecha, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe. El Centro Democrático contará con 31 congresistas de un total de 363 y ya ha anunciado su papel de oposición al actual gobierno y a sus aspiraciones reeleccionistas.

El nuevo partido uribista aparece como un reacomodo de los partidos de la actual coalición de gobierno, que pierden representación en el Congreso y fuerza política en varias regiones. El Partido de la U perdió 18 congresistas (11 en la Cámara y 7 en el Senado). El PIN le cedió el lugar a Opción Ciudadana y de 20 congresistas cayó a 11. El otro notable retroceso derivado del reacomodo uribista fue el del Partido Conservador, que perdió 12 congresistas, 3 en Senado y 9 en Cámara.

El repunte del uribismo se expresa en especial en el Senado, donde contará con 19 miembros (18%) y con la convergencia de un sector de la bancada del Partido Conservador. Las mayores limitaciones de este sector estarán en la Cámara, donde solo obtuvo 12 curules, que representan el 7% de esa corporación.

El Congreso de la República se proyecta como el principal escenario de la controversia política en los temas cruciales del próximo período, con una polarización al interior de la derecha. El bloque santista --integrado por los partidos de la U, Liberal y Cambio Radical, con un total de 139 parlamentarios-- se enfrentará al uribismo, que contará con 41 parlamentarios, incluyendo 31 de su bancada y otros 10 que le son fieles, pero están en la bancada conservadora o en el PIN. En la nueva Cámara, el uribismo está en franca desventaja, pero en el Senado podrá contar con un 25%, incluyendo aliados.

Los partidos Liberal y Cambio Radical mantienen sus cifras: El Partido Liberal mantiene sus fuerzas parlamentarias, pasando a ser la bancada más numerosa en la Cámara, en tanto Cambio Radical aumenta un cupo en el Senado. Detrás de estos guarismos está la continuidad del liderazgo de Germán Vargas Lleras como aglutinador de Cambio Radical, quien aparece como el segundo caudillo político de una fracción parlamentaria (el primero es Uribe) y junto al Partido Liberal forman el complemento de las pretensiones reeleccionistas y de la futura gobernabilidad en caso de un triunfo de Santos.

La izquierda se recompone en los verdes y el Polo retrocede: La Alianza Verde aumentó su presencia en los departamentos y mantuvo el número de curules en el Senado, recibiendo sectores del progresismo que se habían retirado del Polo y sobre todo figuras nuevas de la izquierda independiente. Antonio Navarro volvió al Senado pero el hecho más destacado fue la votación por Claudia López, que ha sido reconocida por sus investigaciones sobre la parapolítica. Los tradicionales voceros de los verdes fueron relegados y el nuevo partido se corre del centro hacia el centro-izquierda.

En cambio, el Polo Democrático se vio disminuido perdiendo 3 senadores y 2 representantes. Jorge Robledo mereció la mayor votación individual entre todos los nominados y fue decisivo para mantener una bancada de 5 senadores y 3 representantes entre los cuales sobresalen Iván Cepeda y Alirio Uribe.

La UP se sometió a una prueba imposible y sufrió un descalabro fatal. Este partido resucitó con el restablecimiento de la personería jurídica como un acto de reparación por el exterminio de miles de sus líderes, y a los pocos meses se sometió a la prueba electoral presentando listas en 17 departamentos. El resultado numérico fue precario con no más de 100 mil votos y ningún elegido. Quedó demostrado que con la sola personería, la UP no tiene condiciones para reconstruirse como partido ni aspirar a ser un centro de aglutinamiento para la construcción de un nueva alternativa de izquierda.
En cuanto a la circunscripción indígena, es notable la aparición del Movimiento de Integración Indígena y Social (MAIS), y la presencia de la Minga desde le departamento del Cauca con dos senadores: Jesús Chaves del MAIS y Marcos Avirama de la ASI.

2. Hacia las elecciones presidenciales

Las elecciones del 9 de marzo indican que la candidatura de Juan Manuel Santos a la reelección cuenta con amplias mayorías en el Congreso de la República. Sumando los partidos de la actual coalición de gobierno, cuenta con el respaldo del 70% de los elegidos para el cuatrienio 2014-2018. Pero es sabido que las maquinarias clientelistas no operan a plena marcha en las elecciones presidenciales; por ello, estos resultados no alteran significativamente la tendencia a que se vaya a una segunda vuelta. Santos tendrá una mayoría relativa en la primera vuelta frente al uribismo, dividido tácticamente en dos candidaturas: una destinada a quitarle votos a Santos en las filas conservadoras y la otra a aglutinar al electorado más fiel al expresidente Uribe.

Ahora, en el panorama electoral han quedado grandes incógnitas por el porcentaje de abstención total del 56% y 64% para Senado y, de otro lado, porque entre los sufragantes se registró 21% de votos no marcados, nulos o en blanco (5%). A esa franja le apuntaran los candidatos y en especial Enrique Peñalosa, quien ganó la consulta interna de la Alianza Verde y ha mostrado porcentajes de intención de voto en posición competitiva con los dos uribistas.

La candidata del Polo Democrático ronda en las encuestas el 8% de la intención de voto para las elecciones de mayo, pero ni los resultados de las elecciones del 9 de marzo ni indicadores de opinión permiten pronosticar su paso a una segunda vuelta.

3. Consecuencias para la paz

El Congreso que se configuró el pasado domingo será escenario clave para la construcción de un pacto político amplio que respalde las negociaciones de paz y también para la ratificación de lo que se llegue a acordar en las negociaciones entre el Gobierno y las Farc. Cualquier fórmula que se acuerde en La Habana y que implique cambios legales o constitucionales tendrá que pasar por el Legislativo y allí encontrará la oposición del uribismo, con su cohesionada bancada y gran capacidad de perturbación en las comisiones del Senado. En la Cámara se podrán tramitar fácilmente los acuerdos, pero en el Senado se tendrán confrontaciones intensas ante las iniciativas surgidas de un eventual acuerdo de paz.

Si el uribismo no llega a formar parte de la coalición de gobierno, la primera tarea que tiene anunciada es la oposición a las conversaciones de paz hasta desmontarlas con el lema de negociar solo al borde de la derrota militar completa de los “terroristas”. Esa línea, que ha mantenido en su agenda, presionará al interior de las mayorías santistas para que se endurezcan posiciones en temas críticos, como los de seguridad y las Fuerzas Armadas, garantías a la propiedad y los megaproyectos rurales, flexibilización en políticas antidroga o alternativas en usos para cultivos hoy ilegales, amplitud en beneficios penales, apertura en los medios de comunicación o en espacios de participación política a excombatientes, etc.

La campaña presidencial que ya está en plena marcha estará entonces atravesada por los temas de la paz en condiciones de polarización que se han puesto ya al rojo al otro día de las elecciones del Congreso.

Por Camilo González Posso (presidente de INDEPAZ)

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