Una comisión compuesta por 50 expertos antiexplosivos del Ejército, tres integrantes de las Farc y dos miembros de la ONG Ayuda Humanitaria de Noruega llegó a Antioquia para trabajar con un único propósito: iniciar el proceso de desminado humanitario.
El lugar escogido como laboratorio de las primeras acciones fue la vereda El Orejón, en Briceño, un municipio marcado por un pasado reciente de guerra abierta entre el paramilitarismo y la insurgencia, en la que la mayoría de víctimas las puso la población civil.
Además, es precisamente Antioquia, según el Programa Presidencial de Acción Integral contra las Minas, el departamento en el que históricamente más víctimas han dejado las minas antipersonas: 2.473, de las 11.140 que se han reportado en los últimos 25 años. En lo corrido de 2015 la cifra es de 119 personas afectadas en el país, entre civiles, policías y militares.
Por eso, la primera tarea que tendrá la comisión designada será realizar un estudio preliminar de los campos para diseñar un plan de limpieza y descontaminación de minas para después –probablemente este jueves– iniciar la destrucción de las mismas.
El inicio del desminado se da cuatro meses después de que las delegaciones de paz de las Farc y el Gobierno en La Habana alcanzaran un acuerdo sobre el tema como una paso para desescalar el conflicto armado y avanzar hacia la firma de la paz. “Se van a escoger tres o cuatro territorios, pero es un desminado humanitario en esta etapa”, aseguró entonces el jefe guerrillero Rodrigo Granda, al explicar que las tareas iniciales se centrarían en zonas en las que la población civil corre mayor riesgo.
Sin duda esta nueva fase ayudará a distensionar el ambiente de zozobra y desconfianza que en las últimas semanas manifestaron algunos sectores respecto al proceso de paz y que incluso llevó a que el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, asegurara este fin de semana que las negociaciones estaban en crisis.
Un respiro necesario para las conversaciones, que se retomaron el pasado viernes dando comienzo a un ciclo en el que la agenda sobre reparación de víctimas será la prioridad.