Las drogas se legalizan cuando se controla y domestica su uso

El experto en drogas, Francisco Thoumi, habló con El Espectador sobre el debate de una política de drogas. Dice que el problema ni siquiera es la política sino las sociedades que son más vulnerables a la violencia y la ilegalidad.

Redacción Política
01 de octubre de 2013 - 04:33 p. m.
Francisco Thoumi.
Francisco Thoumi.

Francisco Thoumi ha sido catalogado por algunos como la primera autoridad académica en política de drogas. Este doctor en economía, autor de una docena de libros, entre esos el primero sobre economía política del narcotráfico, se ha desempeñado en importantes cargos en Naciones Unidas, California State University, George Washington University, Banco Interamericano de Desarrollo y Banco Mundial. Fue Coordinador de Investigaciones del Programa Global Contra el Lavado de Dinero y Coordinador del Informe Mundial de Drogas, entre otros cargos.

Thoumi, bogotano de 70 años radicado en Estados Unidos, estuvo de visita en Barranquilla esta semana, invitado a la Cátedra Fullbright de la Uninorte, para hablar esencialmente sobre el debate de la necesidad de una nueva política de drogas. Este tema tomó especial relevancia esta semana no solo porque el presidente Juan Manuel Santos reiteró en la Asamblea General de las Naciones Unidas que la guerra contra las drogas fracasó y se necesita dar un viraje global en la materia, sino porque se realizó en Bogotá el foro sobre drogas ilícitas, donde se reunieron líderes indígenas, campesinos, empresarios y académicos sobre el uso de la hoja de coca en el país.

¿Por qué sostiene que la política contra las drogas fracasó?

Cualquier política de la que se espere tanto como ésta fracasaría.

Si el problema no es la política, ¿cuál es?

Las drogas tienden a ser sintomáticas de otra cantidad de problemas sociales. Las políticas se pueden mejorar: los controles pueden ser mejores, se pueden ser despenalizar algunas sustancias, tratar de mejorar la condición de los presos de las cárceles, pero eso no va a resolver el problema del creciente consumo de drogas en el mundo. Si uno espera que las políticas acaben con las drogas pues se está perdiendo el tiempo.

¿Por qué cree que las políticas prohibicionistas han contribuido al fortalecimiento de la criminalidad y la violencia?

Eso depende de las sociedades. Si usted revisa la mayoría de mercados ilegales del mundo no son violentos.

¿Entonces por qué en algunos países como Colombia el tráfico de droga es sinónimo de violencia?

Empecemos por analizar los países que tienen este tráfico y no son violentos. El tráfico ilegal de opio que sale de Afganistán, por ejemplo, que tiene un valor comercial igual o mayor del que pasa por Centroamérica, no tiene esos niveles de violencia. Las drogas terminan siendo un detonante, pero se necesita tener una estructura social que facilité esa violencia. Yo puedo decir que en Asia Central una sociedad tribal controla el mercado y no hay violencia. Incluso, en Medellín, Don Berna había controlado tanto el mercado ilegal que la tasa de homicidios había caído sustancialmente, una vez que lo extraditaron esta tasa subió.

En ese sentido, ¿cuál es su explicación para que los grandes carteles no surgieran en Perú o Bolivia o en Ecuador pero sí en Colombia?

Esos fenómenos no se explican si uno no entiende las instituciones de la sociedad. En ese sentido yo alego que las drogas son sintomáticas. En Colombia fue fácil que surgieran porque hay estructuras frágiles y vulnerables. Lamentablemente es por eso que la guerra contra las drogas no se va a ganar, como la guerra contra el terrorismo no se va a ganar.La única opción para Colombia es que el mundo legalice todo, y eso no va a pasar, porque nosotros no podemos resistir la tentación de trabajar para una actividad ilegal que sea rentable y sea fácil de hacer.

¿Cómo ve el papel de Estados Unidos en el debate por un cambio de política de drogas?

El papel de Estados Unidos no va a presionar nada porque ellos mismos tienen un problema muy grande con sus políticas internas. El estado de Colorado y Washington ya legalizaron el consumo recreativo de marihuana, por ejemplo. Lo que uno encuentra en el debate internacional es un apoyo muy fuerte al prohibicionismo pero este viene especialmente de Rusia, Japón, China y Suecia. El problema no es el prohibicionismo americano es un prohibicionismo de los países que te he mencionado más el prohibicionismo de los países musulmanes.

¿Cree entonces que una nueva política frente a las drogas, diferente a la prohibicionista, está muy lejos?

Sí hay un movimiento hacia una flexibilización de una política de drogas. La tendencia es a que la marihuana se legalice, a que los usos tradicionales de la hoja de coca se legalicen y se permitan. Pero no se llegará a legalizar la cocaína, la heroína, y las anfetaminas. Las políticas sí están evolucionando. Por ejemplo, se van a tratar a los adictos mucho más como enfermos que como criminales, van a haber más énfasis en prevención y tratamiento. Pero en ningún momento esto va a llegar a una situación en que las drogas ilegales actuales, especialmente la cocaína, vayan a ser legales. Esto es independientemente de lo que yo crea que es bueno o malo.

¿La negativa de estos países a esa apertura está sostenida en qué principios?

En muchos de esos países no hay una tradición de libertad individual. Son países que consideran que el individuo tiene una función social que cumplir. En otros, simplemente se trata de un problema religioso.

¿Y Latinoamérica, cómo está en ese contexto global?

No existe una posición unificada sobre el tema de las drogas y no creo que pueda haberla. Uruguay está avanzando con la legalización de la marihuana. Pero para cada país el problema es diferente. Para Argentina es un problema de consumo, lo mismo para Chile, Brasil y Uruguay. En Centroamérica el problema se percibe como si fuera de tránsito y de consumo. En Colombia se percibe como el motor que ha financiado la subversión y la contra subversión. Uno va a Cuba, Nicaragua y Venezuela, de gobiernos de izquierda, donde la tendencia es al absoluto prohibicionismo. ¿Si ve?

¿Por eso afirma que el debate debería trasladarse a la ONU?

Sí, porque es el único escenario donde se puede dar un debate eficaz. Si una nación busca legalizar el uso recreativo de alguna droga tiene que dar ese debate o salirse de él como hizo Bolivia con el uso de la hoja de coca.

¿Por qué el alcohol y el tabaco no están en la lista de drogas controladas a pesar de que causan muchas más muertes que los estupefacientes controlados?

Porque las drogas se legalizan realmente cuando la sociedad establece controles de su uso. Además son drogas que socialmente están domesticadas. La razón por la cual la marihuana está en ese proceso de legalización es porque socialmente se acepta su uso y cuando esto pasa se establece ciertas reglas de control. Pero por ejemplo, en el caso del tabaco y del alcohol cada vez hay más control social de sus usos. Aunque algunos pueden creer que el problema es de la industria tabacalera y licorera y el poder que ejercen para legalizar sus productos, la realidad es que lo que yo he encontrado es que el tema es bastantemente más complejo que eso.

¿Cómo ve al presidente Juan Manuel Santos en la región, con respecto al tema?

Yo valoro mucho que a nivel personal me haya candidatizado a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Es algo que yo le pedí que hiciera y me respondió. Lo hice porque consideré que su posición de repensar las políticas de drogas es un debate importante y necesario.

¿Entonces, cómo vio el discurso del presidente Santos, y su alusión a que quiere un país sin coca?

No sé realmente que quiso decir, porque en Colombia en los últimos años ha habido una confusión porque se usa el término coca refiriéndose a la cocaína. Esto es un poco confuso, porque no se sabe si lo que quiere decir es que no haya coca para usos medicinales y tradicionales también.

¿Cree que Colombia debería explorar el uso recreativo y tradicional de la hoja de coca?

De acuerdo a la convenciones de drogas de Naciones Unidas, el mambeo de coca sigue prohibido, aunque en algún momento tocará cambiar esa convención para sacar la hoja de coca de esa lista.
 

Por Redacción Política

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