“El próximo año, cuando regrese a esta Asamblea, lo haré –Dios mediante– como presidente de una Colombia en paz, de una Colombia reconciliada”. Así resonaron las palabras del presidente Juan Manuel Santos ante la Asamblea General de Naciones Unidas, llegando a oídos de 193 jefes de Estado que asistieron a la sesión.
El mensaje fue claro: en menos de seis meses, el 23 de marzo de 2016, Colombia dará fin a su más larga guerra, y la última que queda en el hemisferio occidental. La convicción del mandatario colombiano fue evidente y así se lo hizo saber a los asistentes. “¿Por qué digo que hoy vengo más optimista que nunca a esta Asamblea? Porque hace menos de una semana, en La Habana, se logró un acuerdo sobre el que era, tal vez, el mayor obstáculo para firmar la paz: un sistema de justicia transicional que garantiza la no impunidad”.
Para Santos la importancia de lo pactado en ese tema radica no solo en el avance significativo que representa para la mesa de negociaciones de La Habana sino en que además sienta un precedente internacional que puede servir de modelo a otros conflictos armados del mundo. “Esta es también la primera vez, en la historia de los conflictos en el mundo, en que un gobierno y un grupo armado ilegal –en un acuerdo de paz y no como resultado de posteriores imposiciones– crean un sistema de rendición de cuentas ante un Tribunal Nacional por la comisión de crímenes internacionales y otros delitos graves”, explicó el jefe de Estado.
Aunque el balance general para el presidente Santos fue positivo, en Colombia aún persisten dudas sobre la forma en la que será implementado el acuerdo de justicia y el debate público se mantiene sobre todo en temas relacionados con la conformación del tribunal de paz, el papel de las Fuerzas Militares y la participación política de los jefes guerrilleros. En La Habana, por su parte, faltan por cerrar tres puntos claves de la agenda de negociación: víctimas, fin del conflicto y refrendación.
Los tiempos son apretados y aunque cumplir la tan anunciada fecha límite parece una labor titánica, tanto gobierno y Farc coinciden en que las condiciones están dadas para que se cumpla el perentorio término.
El mismo Rodrigo Londoño Echeverry, alias Timochenko, máximo líder de las Farc, aseguró que la firma podría darse incluso antes si hay compromiso de todos los sectores de la sociedad. “Yo era tajantemente enemigo de poner fechas y luego me convencieron y listo: vamos incluso antes de esa fecha; podemos hacerlo antes si hay voluntad", declaró en entrevista con la exsenadora Piedad Córdoba para el canal Telesur.
Con el reloj corriendo y una fecha marcada en el calendario, el balance del viaje de Santos a Nueva York deja claro que el gobierno está concentrando sus esfuerzos en los planes a futuro y desde ya está moviendo sus fichas y abonando el terreno para lo que será la implementación de los acuerdos en un escenario de posconflicto, en el que el aporte de la comunidad internacional será más que determinante.
Las propuestas y estrategias en ese sentido ya comienzan a conocerse. El ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, por ejemplo, reveló que el gobierno está estructurando un portafolio de proyectos para atraer la inversión y cooperación de países y organismos – a través de una mesa de donaciones- con miras a financiar el posconflicto. “Todos están interesados en ayudar y colaborar con la paz de Colombia, por eso el plan de proyectos se tiene que estructurar en los próximos 6 meses en paralelo con la financiación de las negociaciones para que la cooperación internacional sea importante en el desarrollo de la paz“, precisó el Ministro.
La cantidad de recursos que serán necesarios para la tarea aún es difícil de determinar teniendo en cuenta que las negociaciones no han concluido, pero el presidente Santos ya adelantó contactos con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial en busca de respaldo financiero. “Cuenten con apoyo para posconflicto y educación”, le aseguró este lunes a Santos el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim.
Con las cartas sobre la mesa, Santos se juega todo su capital político ahora en la comunidad internacional que esperará escuchar el próximo año en el discurso del mandatario el balance de lo que fue la negociación y las perspectivas de un país que ya no tendrá un conflicto armado a cuestas.