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El balance de “Pablo Catatumbo” sobre los diálogos de paz

El jefe guerrillero habló sobre los alcances del acuerdo de justicia, los momentos más críticos en este año y lo que viene para 2016.

Alfredo Molano
20 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.
“Pablo Catatumbo” es el segundo al mando en la delegación de paz de las Farc en los diálogos con el gobierno de Juan Manuel Santos. / AFP
“Pablo Catatumbo” es el segundo al mando en la delegación de paz de las Farc en los diálogos con el gobierno de Juan Manuel Santos. / AFP

Pablo Catatumbo es el segundo al mando de la delegación de paz de las Farc. Y aunque se incorporó a la mesa meses después de iniciado el proceso, hoy se sabe que fue a través de él que se realizó el intercambio epistolar que condujo a una fase secreta de negociaciones, en la cual también participó como plenipotenciario. Y es que el papel de este comandante guerrillero como mediador ha sido determinante para alcanzar consensos. Desde La Habana, Catatumbo hizo para El Espectador un balance de lo que ha sido este año en la mesa de diálogos, una reflexión sobre los alcances del acuerdo sobre víctimas y una proyección de 2016.

El jefe insurgente partió de descartar que en algún momento los diálogos hayan estado pendiendo de un hilo, pero reconoce que han sido muchos los momentos de tensión. “Este año que culmina fue muy positivo. A pesar de las dificultades, y dado lo complejo de los temas, alcanzamos un acuerdo de trascendental importancia”, señaló.

Al ser preguntado por los momentos más críticos en la discusión sobre la satisfacción de los derechos de las víctimas, no duda en contestar que cada detalle de este apartado fue crítico. “Hay que señalar también que algunos hechos de guerra afectaron severamente el trabajo”, explica.

Y continúa: “Sin lugar a dudas la muerte en bombardeos de algunos comandantes guerrilleros, como Román Ruiz, Gilberto Becerro, Jairo Martínez (integrante de la delegación que desarrollaba labores de pedagogía de paz en los campamentos), John Jairo 29, Emiro Jiménez o la compañera Feliener, en medio de una coyuntura de paz, afecta la confianza entre las partes y dificulta que las discusiones de la misma tengan un ambiente de normalidad”.

Sin embargo, reconoce que los hechos de guerra se han dado en ambas direcciones, refiriéndose a la muerte de los 11 soldados en Buenos Aires, Cauca. “Esos fueron momentos duros y de prueba para la mesa, pero hay que aceptar que esas crisis ayudan a hacer plena conciencia sobre la necesidad de llegar a un pronto cese bilateral del fuego”, puntualiza.

Catatumbo no duda en señalar al grupo de juristas que participó en la construcción del acuerdo de justicia como un elemento que encaminó la construcción de consensos. “Colombia entera les debe un público reconocimiento a esos eminentes juristas que tuvieron una dedicación absoluta para lograr acercar visiones y construir esa obra maestra del nuevo derecho que requiere la paz ”, sostiene.

Y agrega sin titubeos que “cuando se escriba la historia de la paz de Colombia habrá que dedicarle un buen espacio a destacar lo que hicieron los doctores Álvaro Leyva Durán, Manuel José Cepeda, Enrique Santiago, Doug Casell, Diego Martínez y Juan Carlos Henao”.

Y aunque para Catatumbo en un proceso de paz no se puede hablar de irreversibilidad, cree que el encuentro entre Timochenko y el presidente Santos fue una señal poderosa para la guerrillerada. “Si algún momento nos acercó a la idea de poder ver luz al final del túnel, fue aquel día”, enfatizó.

El comandante insurgente fue insistente en señalar que cada letra del acuerdo de víctimas implicó una intensa discusión. “Cada oración y cada coma es un ejercicio de consenso entre dos partes que llevan dándose bala más de medio siglo, y que además cuentan con antagónicas referencias ideológicas y visiones de la realidad”, advirtió.

Y es que según Catatumbo, el tema es particularmente sensible, dado “que cada familia colombiana cuenta con por lo menos una víctima del conflicto en su historia de vida”. “Eso hace que se trate de un asunto con millones de dolientes y con múltiples responsabilidades. Esta confrontación ha durado más de medio siglo”, recalca.

Sobre los temas pendientes en la mesa, el jefe guerrillero insistió que las Farc no ven la dejación de armas como un momento, sino como un proceso. “No compartimos la idea de la dejación como cerco a la fuerza insurgente, y consideramos que la dejación de nuestra parte debe corresponderse con cambios en la estructura y en la doctrina de las Fuerzas Militares, toda vez que éstas están pensadas para la guerra contrainsurgente y no para la defensa de nuestra soberanía. A partir de allí estamos dispuestos a discutir todos los temas y a buscar consensos”, dijo.

Y agregó: “En las Farc-EP nunca hemos visto en las armas un fetiche, sino una herramienta a la que tuvimos que recurrir al cerrársenos de manera violenta las vías para la participación política democrática. Si las condiciones del país cambian, si se abren las puertas de la democracia, si se respeta la protesta social y los derechos humanos, es imperativo que también deban cambiar los métodos de los revolucionarios”.

Finalmente, Catatumbo explicó que el monitoreo y la verificación del cese bilateral, que ya se discute en la subcomisión para el fin del conflicto con importantes avances, debe tener un componente internacional y otro nacional. “En el internacional deberían estar la ONU y la Celac; y en el nacional hemos propuesto un mecanismo de veeduría social, en donde las organizaciones sociales participen en los territorios. Cuanto más participativo, y al tiempo cualificado, resulte este monitoreo, mejores serán sus resultados”, concluyó.

Por Alfredo Molano

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