'El cese al fuego seguirá si las Farc no son agredidas'

‘Pastor Alape’, negociador de ese grupo armado ilegal, le pide al presidente Santos que deje las metáforas, que es tiempo de dar pasos ciertos para concretar el fin del conflicto armado.

Alfredo Molano Jimeno
13 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
 ‘Pastor Alape’ es miembro principal del Secretariado de las Farc y uno de los más recientes integrados a la mesa de negociación en La Habana. /AFP
‘Pastor Alape’ es miembro principal del Secretariado de las Farc y uno de los más recientes integrados a la mesa de negociación en La Habana. /AFP

Pastor Alape, miembro del secretariado de las Farc y uno de los últimos comandantes en integrarse a la mesa de negociación entre el Gobierno y esta guerrilla en La Habana (Cuba), responde para El Espectador la primera entrevista de esta organización en 2015. Hace un balance de lo que fueron las conversaciones en el año anterior y proyecta lo que vendrá.

Alape también se refiere a la retención del general Rubén Darío Alzate, el 16 de noviembre en el caserío Las Mercedes, ubicado a orillas del río Atrato, en el departamento de Chocó. Al hablar sobre el desescalamiento del conflicto, advierte que la continuidad del cese unilateral del fuego es condicionada y que las acciones bélicas de las Fuerzas Militares ponen en riesgo su continuidad.

¿Cuál es el balance de las Farc sobre las negociaciones en 2014?

No nos cabe la menor duda de que el saldo es altamente positivo. Logramos un significativo acuerdo, aunque parcial y con precisas salvedades que habrán de ser retomadas en algún momento, sobre el espinoso tema de los cultivos ilícitos y el narcotráfico. Y abordamos sin mayores dificultades el de las víctimas, sobre el cual hemos avanzado, hasta el punto de haber recibido, en audiencias distintas, a las cinco delegaciones acordadas. Nótese que en estas materias se habían venido tejiendo infinidad de especulaciones contra nosotros, las cuales fueron perdiendo cada día más fuerza gracias a nuestra disposición para abordarlos sin prevenciones y con ánimo propositivo. Cabe destacar el llamado Acuerdo de Principios, en el que ambas partes unificamos el tratamiento con el que se asumirá el tema. Haber definido y puesto a funcionar la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, tiene un hondo significado para el esclarecimiento tanto de la verdad como de las responsabilidades a asumir por ambas partes. Lo de la Comisión Técnica del Fin del Conflicto es un hecho, aun cuando tiene una compleja tarea por delante. Y también se logró pactar lo de la Subcomisión de Género para la vinculación activa de la mujer al asunto de la paz. No podemos dejar de reportar la visibilidad que ha ido tomando el problema del hacinamiento carcelario y las persecuciones contra nuestros prisioneros de guerra. Fíjese usted que terminamos el año con un cese al fuego unilateral declarado y cumplido por nuestra parte, del cual se deriva una disposición nacional de abordar la cuestión urgente de un armisticio para aclimatar la firma de la paz. Todo esto demuestra un trabajo intenso y cargado de buenos frutos. Los que no quieren verlo, van siendo arrollados poco a poco por los hechos.

¿Qué enseñanzas dejaron las elecciones del año anterior?

La más importante consiste en haber podido medir que las fuerzas que están con la paz son mayoritarias en el país. Al ser reelegido el presidente Juan Manuel Santos, fue notificado también por una inmensa acuarela de fuerzas políticas y sociales de que se confiaba a sus manos la continuación de los diálogos y la consecución de un acuerdo definitivo. La paz desbordó los límites de la difusa contradicción entre el Partido de la U y el uribismo, para pasar a ser un tema que involucra cada vez a un mayor número de compatriotas. Por otro lado, las elecciones al Congreso de la República vuelven a ratificar las taras y lacras que caracterizan el sistema electoral colombiano.

¿Qué tan acordado quedó el punto sobre drogas ilícitas?

Bajo el título de “Solución al problema de las drogas ilícitas”, se consideró que era necesario diseñar una nueva visión que atendiera las causas y consecuencias de este fenómeno, presentando alternativas que conduzcan a mejorar las condiciones de vida de las comunidades en los territorios afectados por los cultivos de uso ilícito, que abordaran el consumo con un enfoque de salud pública y que intensificaran la lucha contra las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, incluyendo actividades relacionadas como las finanzas ilícitas, el lavado de activos, el tráfico de precursores y la lucha contra la corrupción, desarticulando toda la cadena de valor del narcotráfico. En buena medida, cada uno de estos propósitos se abordó puntualmente, involucrándolos como parte de la reforma rural integral. La relación entre el problema de las drogas ilícitas y el conflicto, en particular sus vínculos con el paramilitarismo, se dejó para la discusión sobre víctimas. Queda claro que, dado el carácter transnacional del problema, su solución definitiva implica esfuerzos conjuntos de la comunidad internacional.

¿Qué significó el acuerdo de principios al que se refirió?

Ni más ni menos que la unificación con la contraparte de los criterios a los que deben sujetarse las discusiones sobre víctimas. Se trató de una declaración de 10 principios que contienen una visión global del asunto, partiendo de las causas de la victimización, sus aspectos más problemáticos y las obligaciones del Estado y de la sociedad con ellas. Quedó claro que las víctimas eran el centro gravitatorio de todo el proceso. Siempre se dijo que las Farc nos oponíamos a dar cara a las víctimas atribuibles a nuestra causa. Con este acuerdo quedó en evidencia la falsedad de todo cuanto se nos pretendía adjudicar.


El acuerdo incluyó la creación de una comisión histórica del conflicto, una subcomisión para tratar el tema del DDR y una subcomisión de género. ¿Cómo han funcionado éstas y a qué ha llegado?

La Comisión Histórica del Conflicto está ejerciendo sus tareas. Muy pronto se conocerán los frutos. Estamos convencidos de que será uno de los temas de mayor relevancia en 2015. La subcomisión que hará recomendaciones en torno al fin del conflicto está integrada y lista a ponerse en funciones. Es cuestión de una decisión pronta a adoptarse. En cuanto a la Subcomisión de Género, hace poco se instaló y se realizó la primera audiencia. No cabe duda de que en los próximos ciclos el país comenzará a notar el invalorable papel que jugará la mujer en la concreción de un Acuerdo Final.

Sesenta víctimas se presentaron ante la mesa se diálogo, ¿qué reflexiones les dejó este encuentro y qué le aportó al proceso?

Asistimos a las audiencias con las víctimas para escuchar con el mayor respeto sus historias de dolor, pero también para atender sus esperanzas de paz y reconciliación. Los enemigos del proceso intentaron convertir esas audiencias en escenarios para incendiar odios y retaliaciones, pero las propias víctimas se negaron a tal pretensión, en una demostración de que podemos salir adelante con la reconciliación anhelada. Eso es muy importante. La idea más reafirmada por las delegaciones fue la de la necesidad de concertar un cese bilateral de fuegos ya, lo cual deja claro que sólo un puñado de intereses mezquinos se empeña en la continuación indefinida de la confrontación. En nuestro país, cada vez que toman la palabra los beneficiarios de la confrontación, hablan en nombre de todos. Dicen, por ejemplo, “los colombianos estamos cansados de la actitud de las Farc”. Ellos han usurpado la personería de la nación. Eso lo evidencia con mucha fuerza la participación de las víctimas en este proceso.

El incidente con el general Alzate puso en vilo el proceso, ¿qué información tiene sobre las actividades que estaba realizando el general en la región antes de ser capturado? ¿Cómo fue su encuentro con él?

Son muchas preguntas a la vez. Recién solucionado el incidente, publicamos un noticiero en el que damos cuenta de todos los pormenores del asunto, que además tuvo que ver con dos soldados hechos prisioneros en Arauca. Las tácticas de contrainsurgencia, desde sus comienzos, han contemplado el trabajo asistencialista con la población, mediante migajas, a fin de contrarrestar la influencia política, social y afectiva de las guerrillas. Como se denomine esa tarea en tiempos de la llamada Consolidación, no cambia su contenido ni propósito. El general Alzate simplemente tomó muy a pecho ese lado de la confrontación, hasta el punto de asistir de civil y sin escoltas a una comunidad, con el propósito de generar la confianza que sabe perdida en las Fuerzas Militares. El encuentro fue cordial y respetuoso. Sabía bien que sería liberado, así que su preocupación mayor era su futuro en el Ejército. A su manera, su caso recuerda al capitán Pantaleón Pantoja, del novelista peruano Mario Vargas Llosa. Apasionarse por un solo aspecto de la misión suele crear problemas.

El cese al fuego unilateral e indefinido, así como la liberación de uniformados, parecen ser gestos hacia el desescalamiento del conflicto, ¿cuál es su propuesta concreta?

El cese al fuego unilateral e indefinido permanecerá vigente mientras las fuerzas del Estado no agredan unidades de las Farc, lo cual requiere un mecanismo de verificación nacional, internacional o mixto. De eso se trata, un paso en serio para la concertación de un armisticio.

Santos calificó el cese unilateral como una rosa que había que quitarle las espinas para recibirla, ¿qué le responde al mandatario?

Que no es tiempo de metáforas. Es tiempo de dar pasos para poner fin al conflicto. ¿Quién ha querido siempre la guerra? Los hechos hablan por sí solos.

¿Cree poder concretar el acuerdo final antes de las elecciones regionales y locales de octubre de 2015?

El fin de la confrontación y la construcción de la paz son anhelos fervientes de toda Colombia. Cuanto antes pudiéramos alcanzarlos, mucho mejor. En estas materias siempre es mejor atenerse a los avances alcanzados que a las casas edificadas en el aire.

* amolano@elespectador.com / @AlfredoMolanoJi

Por Alfredo Molano Jimeno

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