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El desahogo de Angelino Garzón

Argumentó motivos personales y familiares, pero quedan dudas sobre su malestar por las posturas del presidente Santos y Vargas Lleras frente a la labor vicepresidencial.

Redacción Política
26 de febrero de 2014 - 04:56 a. m.
El presidente Santos aceptó ayer mismo la renuncia de Angelino Garzón a la embajada en Brasil y dijo que seguirá promoviendo la defensa de los derechos humanos.  / Presidencia
El presidente Santos aceptó ayer mismo la renuncia de Angelino Garzón a la embajada en Brasil y dijo que seguirá promoviendo la defensa de los derechos humanos. / Presidencia

“Sólo tengo palabras de agradecimiento para el presidente Juan Manuel Santos y la canciller María Ángela Holguín”. Eso dijo el vicepresidente Angelino Garzón a mediados de enero pasado, al aceptar su designación como embajador extraordinario y plenipotenciario en Brasil, cargo que iba a asumir a partir del 10 de marzo. Sin embargo ayer, en carta al jefe de Estado, le notificó su decisión de no aceptar la embajada, argumentando que quiere seguir obrando “de acuerdo con mis principios y con la total libertad, transparencia y lealtad que siempre me han movido en el cargo de Vicepresidente”. Al final de la carta, Garzón presenta excusas y habla de “motivos personales y familiares”.

Una decisión normal y comprensible de alguien que —y ya ha dicho— aspira a ser alcalde de Bogotá o Cali en 2015, de no ser por la actual coyuntura política, cuando el presidente Santos acaba de nombrar como coequipero para su campaña reeleccionista a Germán Vargas Lleras, y en el acto del anuncio oficial, el lunes pasado, hubo una que otra indirecta. “Yo quiero una vicepresidencia diferente, activa, que esté al frente de los grandes proyectos, de los grandes retos que tiene el país”, manifestó el jefe de Estado. Por su parte, Vargas Lleras agregó —en una entrevista para RCN Televisión— que no estará para hablar “de lo divino y lo humano y mucho menos de manera picante y provocadora, ni paseando en el exterior”.

Como quien dice: al buen entendedor pocas palabras. Y Angelino Garzón, que no se ha callado nada en los tres años y medio de gobierno, ripostó: “Tengo que respetar la decisión de cualquier candidato a la Presidencia de escoger su fórmula vicepresidencial. Creo que en este momento la población tiene el derecho a discutir con todos los candidatos cuál es la prioridad de Colombia. Creo que la prioridad no es el cemento, sino el derecho a la población a vivir mejor, es decir, garantizar la salud, la educación y la comida de todos”, dijo. Además, enfatizó que el próximo gobierno debe tener como objetivos la defensa de los derechos humanos, la paz y el diálogo social, es decir, darle continuidad a lo que él ha venido implementando desde su vicepresidencia.

Para nadie es un secreto que desde la Vicepresidencia, Garzón ha sido un protagonista de primer orden, hablando de todo y metiéndose en terrenos que no le corresponden. Debatió sobre el incremento del salario mínimo y el Plan de Desarrollo, fue mediador en el paro camionero, opinó sobre la crisis en la salud, de los problemas en seguridad y hasta se enfrentó al mismo Vargas Lleras, cuando éste era ministro del Interior, por el espinoso asunto del indulto a los desmovilizados. Renegó además del Partido de la U, por el que fue elegido, y cuando le insinuaron que debería dejar el cargo estando tan inconforme, respondió sin titubear: “Lo que el pueblo mandó fue que Juan Manuel Santos fuera presidente y jefe del Gobierno, y que yo fuera su vicepresidente. Si es necesario me tendré que ir con el cargo a mi casa, pero sin perder el derecho a opinar”.

Recientemente, refiriéndose a la actitud del Gobierno frente al tema de la educación, Angelino Garzón manifestó que “uno no puede gobernar como una reina de belleza, con risita para todo el mundo. Uno tiene que gobernar exigiendo. Nosotros no somos un Estado pobre, nosotros tenemos recursos para garantizar que todos los menores de 25 años puedan estudiar en Colombia”. Y hay quienes dicen que de no ser por el accidente cerebro-vascular que padeció en junio de 2012, que lo tuvo al borde de la muerte, hoy sería un jugador duro en la puja presidencial, rumorando de paso su supuesta cercanía con el expresidente Álvaro Uribe.

Por eso todas las interpretaciones y conjeturas al no aceptar la embajada en Brasil. Recientemente, el director del Partido Liberal, Simón Gaviria, le reveló a El Espectador que Garzón contaba con el respaldo político y el aval de la colectividad para lo que quisiera: o Alcaldía de Cali o la de Bogotá. Y es posible pensar que su ida como diplomático apenas hubiese sido por ocho meses, pues habría tenido que renunciar antes del 25 de octubre de este año, o sea un año antes de las elecciones locales y regionales de 2015, para no inhabilitarse. Pero también hay quienes creen que Garzón no se quiere tragar el sapo de Vargas Lleras. “En el Valle del Cauca, a Angelino y a mi nos gusta el arroz atollado, pero no las ancas de rana ni tragar sapos vargaslleristas”, escribió en Twitter el senador Roy Barreras.

Otros, como la candidata presidencial del Polo Democrático Clara Rojas, consideran que Angelino Garzón siempre ha sido incómodo para Santos y su gabinete, y que la relación ha sido de mutua desconfianza: “A los santistas les aterra su posición frente a los temas sociales y la popularidad que maneja”, expresó. Y aunque el ministro del Interior, Aurelio Iragorri Valencia, haya dicho que tiene todo el derecho de aceptar o no aceptar los encargos que le haga el jefe de Estado, es claro que se siente en el ambiente y en las palabras del mismo Garzón un malestar luego de las palabras de Santos y Vargas Lleras sobre la necesidad de que haya una Vicepresidencia más activa y con funciones reales de ejecución de los grandes proyectos que tiene el país.

Por Redacción Política

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