El factor “Simón Trinidad”

Los delegados de las Farc insisten en la necesidad de que el jefe guerrillero, preso en Estados Unidos desde el 31 de diciembre de 2004, sea puesto en libertad para coordinar la dejación de armas.

Alfredo Molano Jimeno
01 de julio de 2016 - 04:14 a. m.
“Rodrigo Granda” acompañado del “dummy” de “Simón Trinidad” en los diálogos de paz de La Habana. / EFE
“Rodrigo Granda” acompañado del “dummy” de “Simón Trinidad” en los diálogos de paz de La Habana. / EFE

Desde septiembre de 2012, a pocas semanas de que se iniciara el proceso de paz entre el gobierno Santos y las Farc, la guerrilla anunció que Ricardo Palmera, más conocido como Simón Trinidad, debía ser uno de los cinco plenipotenciarios en la mesa de diálogos. La noticia causó conmoción, dado que desde el último día de 2004, Trinidad está recluido en una cárcel de Estados Unidos. Han pasado casi cuatro años del planteamiento de las Farc, el acuerdo final de paz con el Gobierno ya se ve venir y de nuevo los delegados de la guerrilla insisten en la liberación del jefe guerrillero.

Lo hizo hace unos días el máximo comandante de las Farc, Timoleón Jiménez, en entrevista con El Espectador, y lo reiteró esta semana el jefe de la delegación insurgente en La Habana, Iván Márquez. “Simón fue extraditado a los EE. UU. violando la norma constitucional a través de un montaje jurídico urdido por Uribe y el fiscal Camilo Osorio”, expresó el jefe negociador, y agregó: “Simón no está en prisión gringa por una causa criminal sino política. Criminal el régimen que asesinó a su hija y a su compañera Lucero”. También solicitó su libertad el comandante guerrillero Carlos Antonio Lozada, quien desde su cuenta en Twitter escribió: “Como delegado plenipotenciario, Simón debe estar presente en la firma del acuerdo final”.

A esto se suma que hace unas semanas trascendió que las Farc optaron por nombrar como coordinador de la dejación de las armas al guerrillero recluido en Estados Unidos, quien actualmente purga una condena de 60 años por su supuesta participación en el secuestro de los contratistas estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves, ocurrido en febrero de 2003. Los tres norteamericanos estuvieron secuestrados durante cinco años y finalmente fueron rescatados por el Ejército en la famosa operación Jaque, en julio de 2008, en una acción que también liberó a la excandidata presidencial Íngrid Betancourt.

Simón Trinidad fue capturado el 2 de enero de 2004 por unidades de la Policía Judicial de Ecuador y enviado en 24 horas a Colombia. Cuando llegó a Bogotá, la primera sorpresa fue constatar que contra el jefe guerrillero no existía una sola orden de captura. Sin embargo, el entonces fiscal, Luis Camilo Osorio, se adelantó a decir que ya se estaba revisando si había requerimientos de extradición y en cuestión de pocos días fue vinculado a procesos judiciales por los presuntos delitos de rebelión, secuestro y homicidio.

Entonces el país vivía un intenso debate en torno al acuerdo humanitario, ya que en manos de la guerrilla había 34 uniformados y 22 políticos en calidad de prisioneros con fines de canje. La captura de Trinidad permitió al presidente Uribe plantear condiciones para liberarlo y sostuvo que no lo extraditaría a Estados Unidos si las Farc devolvían a quienes tenía privados de su libertad. Pero la guerrilla no cedió y el 31 de diciembre de 2004 el jefe insurgente fue enviado a una prisión de máxima seguridad en el estado de Colorado.

En Estados Unidos, Trinidad fue inicialmente procesado por narcotráfico, pero el proceso se cayó por falta de pruebas y la justicia lo absolvió. Posteriormente se le inició otro juicio, esta vez por toma de rehenes, por el secuestro de los tres contratistas estadounidenses. Esta vez, el jefe insurgente fue condenado a 60 años de prisión. Lleva 11 años privado de la libertad en condiciones extremas impuestas por la justicia de ese país.

No obstante, sus compañeros de armas no lo han olvidado y, desde que se inició el proceso de paz, han insistido en la necesidad de su liberación, invocándola como una muestra de voluntad de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos frente a la consecución de la paz. Tanta ha sido su insistencia que durante mucho tiempo el dummy de Trinidad era llevado a todas las sesiones de diálogos. Ahora las Farc vuelven a insistir.

El tema no es fácil en Estados Unidos, a pesar de que el propio presidente Barack Obama reiteró hace dos días su respaldo a las negociaciones y a la implementación de los acuerdos. Por ejemplo, cada vez que surge el nombre del guerrillero preso en su país, aparece el senador republicano Marco Rubio a señalar que buscará por todos los medios impedir la repatriación del guerrillero. Cada día se pone más difícil, sobre todo en medio de la campaña electoral que se vive por estos días en suelo norteamericano.

De nada han servido las peticiones de las Farc. El guerrillero ha sido visitado por una misión integrada por el senador Iván Cepeda, un grupo de abogados y diplomáticos colombianos, para conocer las condiciones humanitarias en que se encuentra. Ahora la delegación de las Farc insiste en que debe estar en la firma final, pero el gobierno Santos se rehúsa a hacer la petición formal. La campaña electoral en Estados Unidos es la piedra en el zapato para su libertad.

Por Alfredo Molano Jimeno

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