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El “truquito” de candidatos por firmas

Los aspirantes por grupos significativos de ciudadanos, amparados por firmas, tienen la posibilidad de hacer campañas más largas de lo permitido por la ley.

Felipe Morales Mogollón
19 de marzo de 2015 - 03:10 a. m.
La etapa de recolección de firmas para avalar movimientos ciudadanos se convierte en otra campaña política. / Archivo
La etapa de recolección de firmas para avalar movimientos ciudadanos se convierte en otra campaña política. / Archivo
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Lo que no prohíbe la norma es permitido. Esta premisa parece ser la acogida por cientos de candidatos a las elecciones para gobernaciones y alcaldías, que prefirieron no inscribir su aspiración con el aval de alguno de los 12 partidos registrados ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) y soportar su campaña con la presentación de firmas. Una salida legítima cuando no es claro si se va a contar con el aval de un partido. Sin embargo, la proliferación de estas candidaturas deja en evidencia que no necesariamente se trata de una alternativa democrática, sino, por el contrario, una forma de pasarse por la faja la normatividad.

La situación es así: de acuerdo con el calendario electoral, los candidatos sólo podrán iniciar su campaña el 25 de julio. Quiere decir que quienes soportan su campaña en una colectividad sólo pueden recurrir a la publicidad política faltando tres meses para los comicios. No sucede así con los candidatos que se lanzan por firmas en nombre de un grupo significativo de ciudadanos. La norma electoral no plantea fecha para el inicio de recolección de firmas, ni es clara la frontera entre una campaña para avalar la aspiración y aspirar a una alcaldía o gobernación.

En la práctica, la campaña empieza con la recolección de firmas para respaldar la aspiración. Los candidatos contratan a cientos de jóvenes que visten camisetas alusivas al movimiento y empiezan a catapultar la candidatura; incluso hay quienes están en ese proceso desde el año pasado y tienen plazo de entregar los formularios con los respaldos el 25 de junio.

Es decir, quienes aspiran por firmas tienen seis meses más de campaña, con los eventos, caminatas y reuniones con la comunidad que realizan mientras consiguen respaldos. Por esta evidente ventaja, hay candidatos que, aunque reconocidos por su militancia en alguna colectividad, prefieren no solicitar el aval.

La advertencia sobre el aumento de candidatos por firmas la hizo el registrador Nacional, Carlos Ariel Sánchez, quien manifestó que “hay más de 200 grupos significativos de ciudadanos que piensan postular candidatos, lo que implica revisar cerca de siete millones de rúbricas”.

Existen varias zonas del país donde están floreciendo las candidaturas por firmas. Un ejemplo evidente es el departamento de Quindío. Para la Gobernación aspira Sandra Milena Gómez, según dicen respaldada por la actual gobernadora, Sandra Paola Hurtado, y quien supuestamente cuenta con el apoyo de la U y Cambio Radical; no obstante, va por firmas. Por la Alcaldía sucede igual: del mismo grupo político, respaldado por estas colectividades, aspirará José Manuel Ríos.

En Huila, el candidato a la Alcaldía de Neiva Faiver Hoyos, quien militaba en el Partido de la U, se lanzó por firmas con el argumento de que la colectividad tardaba mucho en decidir sobre el aval. De este modo está en campaña desde el año anterior.

En Risaralda, la candidata a la Gobernación Luz Yasmid López fue del Partido Liberal, después de la U y ahora avalará su aspiración con el movimiento significativo Soy Risaraldense, y Víctor Manuel Tamayo, que ya fue gobernador y busca repetir, siempre ha estado en el Partido Conservador, pero ahora se va por respaldo ciudadano.

Para la capital, Pereira, aspirarán de la misma forma Luis Enrique Arango, que fue parte del MOIR y también del Partido de la U, e independientemente María Irma Noreña, esposa del representante conservador Mauricio Salazar, quien ha sido cercana a la U y al liberalismo, coalición a la que apelaría luego de tener vía libre por firmas.

En Cali, Roberto Ortiz, conocido como Chontico por ser el mayor accionista de las empresas de juegos y apuestas, espera el aval del Partido Liberal. No obstante, en la Unidad Nacional le cuestionan un presunto respaldo a la campaña presidencial del candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, situación que niega; pero si no obtiene el aval de la colectividad irá por firmas.

En Medellín, el candidato Gabriel Jaime Rico busca la Alcaldía por el movimiento Juntos por Medellín. Ya se ha reunido con dirigentes antioqueños de los partidos Liberal, la U y Cambio Radical. Federico Gutiérrez era del Centro Democrático y ahora hace campaña por firmas de la mano del gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, y el candidato a la Gobernación Federico Restrepo. Todos tienen ascendencia en colectividades.

En Bolívar parece que los candidatos por movimientos estuvieran en cosecha. Están Andrés Betancourt, quien era conservador; William García Tirado, que pertenecía a Cambio Radical, y Gustavo Pío Mayo, que militaba en la ASI. También hay candidatos que efectivamente no tienen arraigo partidista, como Carlos Gabriel NG Ching, Humberto Rincón, Jaime Rendón, Rosario Romero, Javier Bustillo Pertuz y Fabio Yesid Castellanos. Por eso en la Heroica aseguran que la campaña empezó hace más de seis meses.

Aunque la mayor parte de los candidatos que van por firmas tienen coincidencias con los partidos políticos y, por rencillas regionales, prefieren asegurar su aspiración por movimientos significativos, también es evidente, y así lo reconocen las autoridades electorales, que muchos están aprovechando para hacer doble campaña. O sea, claramente están sacando ventaja.

Consultado el CNE sobre la estrategia, la respuesta es que se trata de algo que no se puede impedir y que la única forma de sancionar a uno de estos candidatos es que, al recoger las firmas, pidan el apoyo en nombre propio y no del movimiento significativo de ciudadanos, una frontera tan tenue que no habrá sanciones.

Por Felipe Morales Mogollón

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