Elecciones presidenciales 2018: sed de firmas

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Si en la tribuna política los ánimos hoy están caldeados por cuenta de la fuerte polarización entre quienes apoyan al gobierno de Juan Manuel Santos y sus opositores, desde ya se empieza a vislumbrar otro frente de batalla: el de los candidatos por firmas. Y es que por primera vez en la historia se perfilan por lo menos ocho de ellos que estarán durante los próximos meses recorriendo las calles del país en busca de los apoyos ciudadanos para poder inscribir oficialmente sus aspiraciones a la primera magistratura del Estado en 2018.

En ese pulso entraron candidatos de diferentes y distantes orillas ideológicas. Algunos de gran aceptación en la gente o reconocimiento nacional, como Clara López, Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Piedad Córdoba o Alejandro Ordóñez. Otros con alguna trayectoria en la vida política y pública del país, como el excontralor David Turbay o el exalcalde de Santa Marta Carlos Caicedo. Algunos, completamente desconocidos como el huilense Efraín Torres Plazas.

Éstos, sin contar los que aún están en el limbo de su aspiración y que todavía no definen si determinarán sus candidaturas a través de los partidos políticos a los que han pertenecido o si se unirán al club del lapicero y la planilla, como Édgar Espíndola (Opción Ciudadana), el coronel retirado Carlos Alfonso Velásquez, Jorge Enrique Cubillos (Partido Liberal) e incluso Germán Vargas Lleras (Cambio Radical), Juan Carlos Pinzón (Partido de la U) o Humberto de la Calle (Partido Liberal).

Lo de las firmas, por supuesto, no es nuevo. Algunos, como Fajardo, ya tuvieron la experiencia de cara a las elecciones de 2010. Pero si se hace un zoom al panorama político actual, que sean tantos los candidatos que decidieron irse a las calles a convencer a más de 380.000 ciudadanos —que son las firmas que se requieren— para que dejen su rúbrica en los formularios, también pone sobre el tapete una realidad innegable.

“El 25 % de los ciudadanos simpatizan con un partido político. Sólo el 10 % confía en ellos. Hoy en día son las personalidades las que aportan a estas colectividades y no al revés, y lo que hacen los precandidatos que recogen firmas, de manera inteligente, es desmarcarse”, explica Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes.

Para el académico, salvo el Centro Democrático, pocos partidos son capaces de aportarle a un candidato lo que necesita para ganar una elección y la decisión de recolectar firmas convierte la contienda en un pulso individual para ganar visibilidad. En esa misma línea opina Iván Garzón, director del programa de ciencias políticas de la Universidad de la Sabana, quien considera que, evidentemente, las divisiones y la falta de consensos dentro de las colectividades hace que éstos no sean atractivos.

Ambos coinciden en que la tarea de recolectar firmas funciona como una estrategia para fortalecer la imagen frente a la ciudadanía y tener elementos de peso para negociar ante una eventual alianza, pues “no es lo mismo quien alcanza 500.000 firmas que un millón”. Por si fuera poco, la extenuante labor también se convierte en una forma de empezar la campaña antes de los tiempos oficiales que estipula el Consejo Nacional Electoral (CNE).

Los precandidatos tampoco esconden su intención porque no los relacionen con partidos políticos. Sergio Fajardo, quien inscribió su comité de recolección de firmas con su movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia, dice que su inconformismo con la clase política tradicional es una de las razones por las que entró a la contienda desde hace 18 años.

“Recogemos firmas porque queremos mantenernos independientes y mostrar la propuesta que siempre hemos venido trabajando como movimiento. Estamos esperando que, ahora con el Acuerdo de Paz, se defina la forma en la que los movimientos significativos de ciudadanos puedan participar en la política con todas las garantías”, señala el exgobernador de Antioquia. No le preocupa la dinámica electoral que utilizan los partidos tradicionales, pues considera que eso que han llamado de manera eufemística como “maquinaria”, no es más que “clientelismo”.

A su vez, el exprocurador Alejandro Ordóñez, que inició la recolección de firmas el pasado 22 de junio, cita al histórico líder conservador Álvaro Gómez Hurtado para argumentar su desligue de los azules: “Hay más conservatismo que Partido Conservador. Los ideales de protección de la familia, la Constitución y las instituciones que debe representar el conservadurismo no son representados por el partido de hoy. Me aparto de él, pero no de la ideología”, comenta Ordóñez.

En este sentido, considera que el inconformismo de la ciudadanía desbordó el poder de los partidos políticos, y pone como ejemplo lo sucedido el 2 de octubre del año pasado, cuando, a pesar de la gran coalición de colectividades que movieron votos por el Sí, fue el No el que terminó ganando en el plebiscito por la paz.

A quienes no cuentan con al menos el reconocimiento de la opinión pública les toca más duro. “Normalmente, creemos que la política está enmarcada en mucho dinero y es sólo de los poderosos. Hoy, quienes recogemos firmas y no estamos dentro de los partidos políticos, tenemos la desventaja, por ejemplo, de la financiación”, comenta Efraín Torres Plazas, que espera llegar a las 500.000 rúbricas.

En últimas, el panorama político de hoy, con el inicio prematuro de la campaña a la Presidencia, puede traducirse en una incertidumbre sobre quién va a asumir las riendas del país para enfrentar el momento histórico del fin del conflicto armado con las Farc, que implicará una cabeza fría y buenos ojos hacia el futuro.