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Entre verdades y retórica

En medio del endurecimiento de los discursos, el proceso de paz entró en fase crítica. El 3 de octubre se reanudan los diálogos con el reloj político andando.

Redacción Política
26 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.
El jefe de la delegación de paz del Gobierno, Humberto de La Calle, dio declaraciones ayer en Bogotá. / Presidencia
El jefe de la delegación de paz del Gobierno, Humberto de La Calle, dio declaraciones ayer en Bogotá. / Presidencia
Foto: EFE - Edwin Lemus

Las amenazas del máximo jefe guerrillero Timochenko de revelar las verdades de la mesa de negociación en La Habana, los resultados de las últimas encuestas que dejan al presidente Santos con una ventaja muy estrecha sobre sus eventuales contendores en 2014 y la inminencia del debate electoral que incluye la definición por parte del primer mandatario, en noviembre próximo, de si aspirará o no a un segundo mandato, dejaron ver las dificultades por las que hoy atraviesa el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc.

A las especulaciones sobre la índole de las conversaciones en la mesa de negociación de La Habana y sus posibles repercusiones en la política, les salió ayer mismo al paso el vocero de paz del Gobierno, Humberto de la Calle. El exministro calificó de “francamente incomprensible” que se hable de un supuesto informe sobre la verdad de las negociaciones y recordó que, a través de la firma de plenipotenciarios de ambas partes, la confidencialidad de los diálogos fue un tema pactado expresamente.

De la Calle observó que la supuesta revelación de lo que ha ocurrido en La Habana no puede constituir amenaza alguna, porque él y sus compañeros de mesa tienen la certeza de que ninguna de sus intervenciones “se ha salido de los más estrictos lineamientos del Estado de derecho y de la preservación del sistema democrático”. El funcionario insistió en que la mejor prueba de esta verdad es que cualquier acuerdo al que se llegue tiene que ser aprobado por los colombianos a través de un mecanismo de refrendación convenido con las Farc.

Al margen del rifirrafe provocado por Timochenko y de la respuesta del vocero del Gobierno, Humberto de la Calle, en los círculos políticos cobraron fuerza distintas versiones acerca de la necesidad de repensar los diálogos de La Habana a través de una pausa en las conversaciones. Lo claro es que, como estaba previsto, el proceso de paz ya está incidiendo en el debate electoral y las encuestas están reflejando de alguna manera la percepción ciudadana acerca de la conveniencia de sostener esos diálogos.

De tiempo atrás, el cálculo previsto era que en noviembre estuviera lista buena parte de la negociación en La Habana. Esta expectativa podía coincidir con el anuncio del presidente Santos de aspirar a su segundo mandato. Lo que ya parece claro es que los tiempos no dan y que con un proceso que apenas puede mostrar un acuerdo parcial sobre el tema agrario y muchas peleas en torno a la participación política, no parece estar cerca el fin del conflicto, mucho menos la paz con las Farc.

Por el contrario, las críticas de la guerrilla al Marco Jurídico para la Paz, y de paso a la ruta de la justicia transicional planteada por el gobierno Santos, son cada día mayores. Del otro lado, la Corte Penal Internacional admite que está dispuesta a ser aliada del proceso de paz de Colombia, pero no a costa de las víctimas. El coordinador residente de la ONU en Colombia, Frabrizio Hochschild, mediando en las fricciones de las últimas horas, señaló que ahora cuenta lo que pasa en la mesa y no lo que suceda en la prensa o en la retórica.

De todos modos se advierte el nerviosismo de las partes, reflejado en el endurecimiento de sus discursos. De un lado, los ecos de unas encuestas donde el uribismo repunta y Germán Vargas Lleras es quien más sobresale del Gobierno, y del otro, una guerrilla que no quiere que la comunidad internacional escuche de sus métodos de violencia o su mano en el narcotráfico. La carrera contra el reloj continúa, ahora con las suspicacias a bordo acerca de qué quiere revelar Timochenko de la mesa en La Habana.

Por Redacción Política

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