Francisco Santos dice que no va por Alcaldía de Bogotá

El exvicepresidente niega que su plan B sea la Alcaldía de Bogotá en 2015 y arremete contra el presidente Santos y sus partidos.

Hugo García Segura y Felipe Morales Mogollón
05 de febrero de 2013 - 09:33 p. m.
Para Francisco Santos, el uribismo puede lograr 25 curules en el Senado en 2014, si el expresidente Uribe encabeza la lista.  / Archivo
Para Francisco Santos, el uribismo puede lograr 25 curules en el Senado en 2014, si el expresidente Uribe encabeza la lista. / Archivo

El exvicepresidente Francisco Santos ya se ‘tiró al agua’ como precandidato por el uribismo a la Presidencia de la República en 2014. Y en entrevista con El Espectador niega que su plan B sea aspirar después a la Alcaldía de Bogotá y ahonda en sus posturas críticas contra el gobierno de Juan Manuel Santos, de quien dice no tiene el respaldo de las bases populares; arremete contra los partidos de la U, Liberal y Conservador y niega ser un viudo del poder, enfatizando en que el objetivo es convertirse en la fuerza política más importante del país. 

¿Por qué cree que es necesario para Colombia que el uribismo vuelva al poder?

Porque creo que tiene una lógica que está en consonancia con lo que piensa  el país y porque le hace contrapeso a la actual Colombia cerrada y centralizada que nos han impuesto. Además, esas ideas de centro-derecha tienen un espacio que hoy no representa absolutamente nadie: el Partido Conservador se desconfiguró, el Partido de la U decidió irse por la mermelada y el Partido Liberal es un tire y afloje que no se sabe dónde está parado. En el momento en que el uribismo se pare bien dónde se tiene que parar, va a ser una fuerza política de largo plazo.

Partidos que critica pero que usted convocó a unirse al Centro Democrático… 

Estamos invitando a sectores afines a nuestras ideas, aquellos que no han caído bajo la seducción de la mermelada. Hay hasta gente de izquierda que es afín a estas ideas más que gente de la U. Lo que queremos es montar un partido que tenga una coherencia ideológica, obviamente con matices. Lo que queremos es montar un partido que tenga una coherencia ideológica, obviamente con matices, frente a la seguridad, la inversión y la cohesión social.

¿Usted y los uribistas se sienten viudos del poder?

Para nada, el tema no es de viudez de poder, sino de la lucha por unas ideas  políticas.

¿No cree que divulgar fotos de policías asesinados por las Farc es aprovechar el terrorismo para hacer oposición?

No, y lo de las fotos sirvió para que mucha gente reaccionara. Lo que pasa es que en Bogotá, en los medios de comunicación y la Presidencia, se está tapando lo que sucede en las regiones, donde el deterioro en la seguridad es dramático y sistemático.

Pero en la era uribista también hubo terrorismo…

Así es, pero es que ahora parece que estuviéramos volviendo a una situación  similar a la que teníamos en 2002. Los finqueros en el Magdalena volvieron a pedir protección de la Fuerza Pública para ir a sus fincas a trabajar y eso no se veía. Volvieron las extorsiones y lo que nos está llegando del Meta, del Tolima, del Huila y del Cauca es preocupante. Las Farc han reaparecido en muchas zonas, además de otros grupos delincuenciales igual de peligrosos. El Gobierno no está atento y sólo vigila unas cifras.

¿Y muchos de esos grupos delincuenciales de los que habla no son acaso producto de la mala desmovilización de las autodefensas?

Esa es una valoración equivocada. Muchos de los problemas con la desmovilización de los paramilitares se dieron por decisiones de la Corte Suprema y la Corte Constitucional. Hay más de 36 mil homicidios esclarecidos que no se pueden llevar a juicio porque la Corte Suprema dijo que se tenía que investigar desde dónde compraban las botas para poder hacer una acusación formal. El proceso quedó trunco por decisiones judiciales que en realidad tenían que ver con una oposición política en la que estaba en ese momento la Corte con el gobierno Uribe. Ahora, ninguna desmovilización en el mundo ha sido perfecta y parte de lo que ha sucedido es la reacomodación del narcotráfico y la creación de organizaciones criminales alrededor de este, pero el meollo del asunto es que este gobierno no está haciendo nada. ¿Vamos a seguir pensando que todo es culpa de lo que terminó en 2010?

Usted dice que el presidente Santos traicionó las banderas por las que fue elegido, ¿a qué tipo de traición se refiere?

Por ejemplo, en todo el tema de la relación con Chávez y con Correa. Lo que se hizo fue legitimar que la guerrilla siguiera en Venezuela y el comercio no se recuperó. En el escenario local, nombró a personas en su gabinete que él mismo había cuestionado: Juan Camilo Restrepo, Rafael Pardo y Germán Vargas Lleras. Otro tema: quien más se opuso a igualar a la Fuerza Pública con los guerrilleros en la Ley de Víctimas fue Santos y cuando llegó a la Presidencia en 2010 dice que cambió. El presidente Santos usó al uribismo para hacerse elegir, lo dejó de lado y solo lo usa para gobernar a través de la mermelada. Y por uribismo no me refiero a las bases, sino al Partido de la U, porque las bases no están con él.

Cuando el uribismo se opone al proceso de paz con las Farc, ¿no era a eso a lo que se le apuntaba con la seguridad democrática, a obligarlos a sentarse a dialogar?

Uno apoyaría la paz si tiene elementos como los planteó Uribe, cuando les ofreció espacios a las Farc y al Eln: que cesen sus acciones violentas. Pero aquí los temas de verdad, reparación y justicia están en un segundo plano y con el Marco Legal para la Paz se les entregó a las Farc impunidad. La guerrilla ya se ganó el espacio político que había perdido durante ocho años a nivel internacional. 

¿Estamos condenados a la guerra? ¿Cuál es la salida?

La mejor paz es la que impone la justicia y el uso legítimo de las armas. Lo que pasa es que el Gobierno nos ha metido el cuento de que como no podemos derrotar a la guerrilla, nos toca entregarnos a ella. Obviamente, ocho años no son suficientes después de tener más de 40 años de conflicto en los que el estado no combatió con vigor a las Farc. Pero ahora se les está dando un nuevo respiro. A lo que debemos estar condenados es a una Fuerza Pública fuerte y a una justicia eficiente, que hoy no lo es. La seguridad sigue siendo un bien público que hoy desapareció.    

Fueron ocho años de ofensiva militar con la seguridad democrática, ¿por qué no buscar una alternativa diferente?

Si se recorre el país, nos damos cuenta de que en 2010 íbamos mejor que en 2012. Cuando llegó el presidente Santos todo cambió: la política, la voluntad de lucha y el discurso. Y allí están los resultados, con el deterioro que hay en la seguridad. Da tristeza que los medios no recojan esa información.

Pero se podría decir también que en esos ocho años de gobierno Uribe no se avanzó en justicia para las víctimas…

No es cierto, sí hubo justicia para ellas y por primera vez en la historia del país se hizo una reparación administrativa por más de un billón y medio de pesos. Inclusive, yo fui quien estuvo mirando ese proceso en Guatemala y desde allá lo trajimos. También se esclarecieron más de 34 mil asesinatos pero la Corte Suprema dijo que no se podían hacer imputaciones parciales de postulados de justicia y paz. Yo creo que se avanzó muchísimo y, si nos referimos a la justicia, yo soy de los que cree que la Fiscalía General de la Nación debe ser parte del Ejecutivo porque no puede manejar una política pública de lucha contra la criminalidad con el ente acusador por un lado, y el Ejército y la Policía por el otro.

Todos sabemos que los votos no son endosables y una cosa es Álvaro Uribe y otra los uribistas, ¿cómo ve el escenario a futuro?

Con el mismo optimismo que tuvimos en 2001, cuando el presidente Uribe arrancó con el 2% del respaldo electoral. En política una semana es una eternidad y va a ser un tema de propuestas y vamos a hacerlas en las regiones, en los pueblos, con la gente, y no en los círculos cerrados de Bogotá.

¿O sea que le están apostando al fracaso de los diálogos de paz con las Farc en La Habana?

No necesariamente, pero creo que existe un deterioro muy importante de la seguridad y la gente se está sintiendo muy atemorizada. También creemos que este año vamos a tener una crisis económica y ese entorno es el que nos permite pensar que las cosas van a cambiar y ser optimistas.

¿Crisis económica?

Tenemos una revaluación que viene con una destrucción brutal del empleo exportador; Las economías europeas no se recuperan; hay una enfermedad  holandesa que está disminuyendo la capacidad de la base industrial colombiana y una incapacidad de ejecución absoluta por parte del Gobierno. Yo creo que si llegamos a 3% de crecimiento tendríamos que darnos por bien servidos.

¿Cómo va la conformación de la lista al Senado?

Eso tiene un dinamismo distinto con o sin Uribe, pero por ahora no nos  hemos planteado ese escenario. Estamos trabajando para construir una organización local y regional, y en una candidatura nacional, pero no queremos quedarnos en la mecánica. Personalmente siento a Uribe mucho más cerca del sí que del no.

Porque una  lista al senado sin Uribe es un gran riesgo y podría convertirse en el entierro del uribismo. Incluso podrían no alcanzar el umbral…

No crean, hay mucho uribista por ahí con voticos. Claro, con Uribe haciendo campaña es un factor importante y, sin duda, no sería lo mismo. Con Uribe podrían ser 25 o inclusive más senadores y sin él alcanzaríamos unas 5 o 10 curules.

¿Candidatos ‘con voticos’ como quiénes?

Hay muchos. Por ejemplo, un tipo como Juan Guillermo Ángel es una persona que se recupera para la política y tiene votos. Como él hay muchos, es gente que nos ha apoyado. Pero no queremos centrarnos en el debate de quién es quién. Queremos un debate de ideas.

¿A quién creen que van a enfrentar en 2014 por la Presidencia: a Santos o a Vargas Lleras?

No importa, nosotros no pensamos en eso, sino en hacer la tarea. 

Dicen que su plan B es la Alcaldía de Bogotá en 2015...

No estoy en eso, para mí lo importante es el uribismo como fuerza política. Obviamente, 2014 es solo una meta volante y estamos trabajando también para 2015, 2018 y 2019.

¿Cree que Colombia está madura para abrir el debate del modelo del federalismo?

No me cabe la menor duda. Ya hay que empezar a trasladar competencias sin que el Gobierno sea quien tome la decisión de lo que hay que hacer en salud, en educación o manejo de aguas, por ejemplo. Cada región debe tener la posibilidad de decidir si quiere salud comunitaria o si prefiere privada con aseguramiento, o si quiere educación pública o concesionada. Así serán los electores quienes tomen las decisiones. Claro, debe haber un estado central muy fuerte encargado de construir la institucionalidad y tener la capacidad de intervención, que hoy no existe, para que cuando se desvíen los recursos no suceda lo que hoy pasa. El Gobierno puede retirar esas funciones cuando se presenten ese tipo de asuntos.

¿En qué va el proceso en su contra por presunta parapolítica?

Llevo siete años y eso sigue abierto porque debe haber un interés político. Ese proceso ya se había cerrado y lo reabrieron extemporáneamente de manera ilegal. Yo, con toda transparencia, me he sometido a la justicia y espero que se tome una decisión. Debe haber en la oficina del Fiscal General una gran cantidad de cartas pidiendo que cierren eso, que no hay pruebas nuevas, que hay declaraciones diciendo que tal Bloque Capital lo crearon para manejar el narcotráfico en Bogotá. Uno sabe que cuando se está en política se ganan enemigos y espero que la Fiscalía no se preste para esos juegos.

 

Por Hugo García Segura y Felipe Morales Mogollón

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