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"Germán Vargas puede ser un buen plan B, C, D y hasta E"

No cree que su continuidad en el poder sea necesaria para los diálogos de La Habana y dice que le gustaría ver a Álvaro Uribe apoyando el proceso en vez de estar poniéndole palos en la rueda.

Natalia Herrera Durán - Hugo García Segura
03 de agosto de 2013 - 09:00 p. m.
Según el presidente Juan Manuel Santos, el proceso de negociación con las Farc está diseñado para que se cumpla lo que se acuerde y las llaves de la paz siguen estando en su bolsillo.  / Andrés Torres
Según el presidente Juan Manuel Santos, el proceso de negociación con las Farc está diseñado para que se cumpla lo que se acuerde y las llaves de la paz siguen estando en su bolsillo. / Andrés Torres

El próximo miércoles 7 de agosto, el presidente Juan Manuel Santos cumplirá tres años en el poder y arrancará hacia la recta final de su mandato. Al menos de lo que sería su primer mandato, pues sólo en noviembre le dirá al país si quiere buscar la reelección o no. Pese al desgaste normal que puede tener un gobierno a estas alturas —más aún cuando la principal apuesta ha sido la de adelantar un proceso de paz con las Farc— y las críticas que llueven de sectores como el uribismo y el Polo Democrático, el primer mandatario muestra la serenidad del deber cumplido.

Más allá del balance de su gestión, en entrevista con El Espectador el jefe de Estado insiste en que el fin del conflicto es hoy su más grande reto y en que las llaves de la paz siguen estando en su bolsillo, al tiempo que se muestra optimista sobre el futuro del Marco Jurídico para la Paz en la Corte Constitucional. Dice que no hay contradicciones en el proceso de negociación con las Farc, que la guerrilla les tendrá que dar la cara a las víctimas y que le gustaría ver al expresidente Álvaro Uribe apoyando el proceso en vez de estar poniéndole palos en la rueda.

Santos no cree que su continuidad en el poder sea necesaria para los diálogos de La Habana y reconoce que el proceso ya está politizado. Y le hace un guiño a su exministro Germán Vargas Lleras, a quien considera una buena alternativa para la continuidad de sus políticas. Y aunque persiste en el mantra de no pelear con Uribe, lanza una que otra pulla, sobre todo a quienes hoy caminan al lado del exmandatario, como su primo Pacho Santos.

En tres años de gobierno, ¿cuáles considera que han sido sus máximos logros?

Mi mayor logro es tener la certeza de que estamos transformando a Colombia y hemos obtenido unos resultados que nadie se podía imaginar. Por ejemplo, por primera vez logramos romper esa perversa tendencia de la economía crecía y al mismo tiempo crecía la desigualdad. Redujimos la desigualdad más que cualquier otro país de América Latina —con excepción de Ecuador—, salimos del vergonzoso segundo lugar que teníamos en materia de desigualdad en la región y hoy estamos en el promedio. En materia de pobreza, la redujimos más que cualquier otro país también de América Latina —menos Perú— y ya cumplimos la meta que nos habíamos propuesto para los cuatro años. Tenemos el índice de pobreza más bajo de nuestra historia. Y algo parecido hemos hecho con la pobreza extrema.

En la rendición de cuentas que se hizo esta semana se insistió mucho en temas como la inflación y el empleo...

Es que la inflación es el impuesto más regresivo que puede tener cualquier sociedad. En estos tres años hemos logrado la más baja de nuestra historia. Y hay algo muy importante: hemos sido el país de toda la región que más empleo ha creado y hemos reducido la tasa de desempleo durante 34 meses seguidos. Si sumamos la tasa de desempleo con la inflación, que es lo que los economistas consideran el índice de miseria, tenemos el índice de miseria más bajo de nuestra historia.

Hablemos de infraestructura, una deuda del país para con sus ciudadanos...

Hemos hecho una verdadera revolución. Vamos a dejar el país con una infraestructura muy diferente a la que ha tenido durante los últimos años y no es sino que lean un artículo que salió en este periódico, hace unos días, de Santiago Montenegro, para constatar cómo estamos haciendo algo realmente importante en esa materia. Estamos contratando y construyendo más infraestructura en estos dos años de lo que habíamos hecho en los últimos veinte.

¿Y cómo va lo social?

En materia de vivienda vamos a cumplir la meta que nadie pensaba que era posible de un millón de viviendas, pero lo más importante es que un porcentaje importante de éstas van a ir a los más pobres de los pobres. Eso es un avance social sin precedentes. Declaramos la educación gratuita para todos los niños en Colombia que quieran asistir a una institución educativa pública y estamos mejorando la calidad para que sea en realidad el camino más efectivo de movilidad social. Estamos conectando todos los municipios con fibra óptica y banda ancha para poder darle acceso a todo el mundo a una tecnología adecuada y darle en ese sentido igualdad de oportunidades a todo el mundo.

¿Cómo aterrizar ese país justo del que usted habla?

Por ejemplo, nunca antes ha habido un gobierno apoyando tanto la cultura o inclusive en la salud, donde logramos la cobertura universal. Logramos convertir la salud en un derecho fundamental y no en un negocio, y estamos haciendo un gran esfuerzo para que esa salud sea cada vez más efectiva y eficiente. En materia de vacunación somos líderes a nivel mundial y hemos logrado unos índices de vacunación que nos envidian otros países. Podría seguir, pero creo que esto les da una idea de cómo, efectivamente, estamos construyendo un país más justo, más moderno y más seguro.

Sus críticos siempre hablan de un retroceso en materia de seguridad, ¿qué les responde?

Hemos dado los golpes más contundentes en su historia a los grupos al margen de la ley: las Farc, el Eln y las bandas criminales. El narcotráfico lo hemos reducido a tal punto que hoy tenemos el 30% de los cultivos que teníamos hace unos años, incautamos un volumen récord de cocaína y hemos desarticulado los grandes carteles que estaban dedicados al tráfico de drogas. Nos queda, eso sí, el desafío del microtráfico, que es un problema creciente que tenemos que abordar. En materia de seguridad ciudadana tenemos la cifra más baja de homicidios y de secuestros, pero somos conscientes de que tenemos que reforzar la lucha, porque ahí hay unos problemas y unos desafíos que no podemos dejar de reconocer.

¿Y cuáles son los grandes retos de cara a su último año de mandato?

Terminar de ejecutar los proyectos que están en marcha y, por supuesto, poner fin al conflicto armado.

¿De qué se arrepiente en estos tres años de mandato?

Creo que, como todos, hemos cometido errores, pero nunca de mala fe, y por supuesto hay cosas de las cuales arrepentirnos.

¿Cómo cuáles?

Nosotros cometemos errores todos los días, somos humanos. Por ejemplo, últimamente, dejarme convencer por mi señora y los médicos de no ir a la inauguración de los Juegos Mundiales en Cali por hacerme un chequeo médico. He debido ir y después hacerme los exámenes.

¿Cuál es su balance de las casas gratis, que en su momento tuvieron muchas críticas y fue calificada como una política populista?

El balance es muy positivo. Estamos cumpliendo lo que habíamos prometido y en el tiempo que habíamos prometido. Eso hará a 100 mil familias felices porque nunca habían pensado en tener casa propia.

Los TLC han afectado sectores productivos como el agro, los lecheros, los ganaderos y los zapateros. Incluso el exministro Juan Camilo Restrepo reconoció que algunos habían sido mal negociados. ¿Colombia está realmente preparada para meterse de lleno en todos los tratados que se vienen impulsando?

Su pregunta y la preocupación de algunos tienen una connotación que no es la correcta. Los TLC son una gran oportunidad para conquistar mercados. Tenemos a nuestra disposición 1.400 millones de consumidores en el mundo entero para los productos colombianos libres de arancel. Y nosotros somos capaces, como lo están demostrando las cifras y los hechos, de aprovechar esos tratados a nuestro favor. Colombia tiene grandes ventajas comparativas y debemos —eso sí— hacer un esfuerzo para mejorar nuestra competitividad interna. Ya el plan de aumentar nuestro acceso a los mercados se cumplió con la puesta en marcha del TLC con la Unión Europea, falta todavía el de Japón y ahora tenemos que dedicarnos más a fortalecer nuestras cadenas productivas y nuestra competitividad.

Pero es innegable que se está generando en el país un ambiente general de malestar social, ¿o cree que las protestas que se dan en algunos sectores y regiones obedecen a situaciones coyunturales y aisladas?

Algunas de las protestas son válidas porque hay sectores que están teniendo problemas, otras son azuzadas, o bien por políticos que están queriendo pescar en río revuelto o bien por grupos al margen de la ley, que siempre han querido aprovechar esas situaciones. Pero en términos generales la economía del país va bien. Miren las cifras de empleo, de inflación, de crecimiento, de déficit fiscal, de inversión. Miren el conjunto de la economía y eso muestra un panorama muy positivo.

¿Cómo conciliar ese pulso que se viene dando entre el agro y los sectores minero y energético? ¿Pueden andar esas tres locomotoras sobre un mismo riel?

El sector agropecuario, el sector minero y el sector energético no son excluyentes, se pueden tener perfectamente esas tres locomotoras marchando al mismo tiempo, haciendo cada cual lo propio de manera responsable. Y hay un cuarto elemento que también hay que tener en cuenta, que es el medio ambiente. Son perfectamente compatibles con una buena regulación y una buena política.

¿Qué piensa hoy de la situación que llevó a la renuncia del embajador en Washington, Carlos Urrutia?

Carlos Urrutia es una persona extraordinaria, que demostró su talante y su patriotismo. Al ver que su nombre se había convertido en un blanco por razones eminentemente políticas, quiso hacerse a un lado para no perjudicar al Gobierno y al país.

Muchos críticos plantean que no ha cambiado mucho entre lo de Agro Ingreso Seguro y lo que se está dando hoy, con hechos como los de Riopaila y Cargill, ¿qué les diría?

Agro Ingreso Seguro no tiene absolutamente nada que ver con los casos que ustedes mencionan de empresarios que han invertido en la altillanura por su propia cuenta, no por cuenta ni con subsidios del Gobierno colombiano. De manera que no hay relación alguna entre lo uno y lo otro. Ese es el tipo de sofismas que utiliza la oposición cuando no tiene argumentos válidos para atacarnos.

¿Cuál es concretamente la propuesta del Gobierno frente al tema de los baldíos? ¿Pueden ser acumulados y adjudicados a empresarios?

El país tiene que establecer reglas claras para que campesinos y empresarios puedan convivir y aprovechar ese enorme potencial que tenemos. Hay que concentrarnos mas en la productividad que en la propiedad.

¿Cuál va a ser la política del Gobierno en su último año respecto a las consultas previas a minorías étnicas?

Las consultas previas son una obligación constitucional y lo importante es hacerlas de forma tal que no se conviertan en un palo en la rueda para el progreso del país. Eso es lo que buscamos con los procedimientos que queremos mejorar.

El litigio sobre San Andrés está en manos de abogados nacionales e internacionales. La Comisión de Relaciones Exteriores no se volvió a reunir y Noemí Sanín renunció a ella. ¿Cómo está ese tema?

Hemos venido realizando estudios detallados y serios con los abogados nacionales e internacionales. Pronto el país conocerá cuáles son las conclusiones de todos estos estudios.

Nicaragua acaba de salir a vender derechos de exploración de hidrocarburos en la zona de Quitasueño, ¿qué va a hacer Colombia?

El comunicado que emitió el Gobierno lo dice todo. Sobre Nicaragua no puedo decir nada más de lo que he dicho, porque es un asunto muy delicado, cualquier cosa que digamos se nos puede devolver. Se los ruego, exonérenme de esa pregunta.

Desde el comienzo de su mandato usted dijo que tenía en su bolsillo las llaves de la paz, ¿no será que hoy están en los bolsillos de la Corte Constitucional con la decisión del Marco Jurídico para la Paz?

Aún tengo las llaves en mi bolsillo. Yo espero que la Corte Constitucional le dé vía libre al Marco Jurídico para la Paz, que es el camino que nos puede facilitar la transición de las balas a los votos y de las armas a los argumentos; es decir, del conflicto a la paz.

¿Hay un plan B si el Marco Jurídico se cae en la Corte?

No creo que se caiga.

Si por delitos de lesa humanidad no puede haber derecho a participación política, ¿cómo puede resultar una negociación exitosa si los cabecillas de las Farc no pueden participar en política?

Ustedes están haciendo muchos supuestos que no necesariamente corresponden a la realidad ni a lo que puede suceder.

En el discurso del 20 de julio usted dijo que no les creía a las Farc sino en la seriedad del proceso y en sus resultados, ¿no es eso contradictorio?

No veo cuál pueda ser la contradicción. El proceso está diseñado para que se cumpla lo que se acuerde.

¿Cómo puede creer el pueblo colombiano en resultados si no se sabe casi nada de lo acordado en el tema agrario y las Farc siguen con un discurso agresivo y negándose a darles la cara a las víctimas?

Las Farc nos han engañado muchas veces, pero yo creo que este proceso, por la seriedad con que se ha llevado, nos puede, por primera vez, conducir a unos acuerdos que le pongan fin al conflicto. A las víctimas les tendrán que dar la cara.

¿Pero cómo creer cuando los temores en cuanto a lo que se pacte sobre tenencia de la tierra persisten, como con el asesinato de líderes de tierras?

Nosotros estamos encima de la situación y persiguiendo a los que están amenazando a los reclamantes de tierra. Ya hay varios tras las rejas.

Se sabe que la decisión es dialogar en medio del conflicto, ¿pero qué decirles a los familiares de los soldados y policías muertos por los ataques de la guerrilla?

A todos ellos les diría que lo que queremos es terminar el conflicto y no prolongarlo indefinidamente. O sea que lo que estamos haciendo es ahorrando, a la larga, muchas vidas.

¿Cree que las víctimas deben estar en algún momento en la mesa de diálogos de La Habana?

Son el centro de la solución de este conflicto y tienen que estar en el centro de las discusiones. Es perfectamente posible que alguna delegación de víctimas pueda compartir sus inquietudes con la mesa de negociación en el momento que se considere adecuado.

En la actualidad se discute en La Habana el tema de participación política, ¿no resulta un contrasentido que se hable de ese asunto cuando por lo menos cuatro partidos minoritarios podrían perder su personería en las próximas elecciones?

No entiendo bien su pregunta, pero les puedo decir que si desaparecen algunos partidos minoritarios no es culpa del proceso. Nunca ha sido conveniente cambiar las reglas electorales a menos de un año de las elecciones.

¿Estaría usted de acuerdo en que el expresidente Álvaro Uribe fuera a La Habana a hablar con los negociadores de las Farc, como lo ha insinuado la misma guerrilla?

Me gustaría muchísimo ver a Álvaro Uribe comprometido con la paz en lugar de estar poniéndole palos en la rueda todos los días.

¿Los procesos de creación de nuevas zonas de reservas campesina están sujetos a las negociaciones de La Habana?

Las zonas de reserva campesina ya están en la ley.

Usted ha dicho que prefiere ver a las Farc en el Congreso y no en la guerra, ¿está de acuerdo con la propuesta que hicieron sobre que les den curules directas?

Les respondo con el consejo que publicó The Financial Times, citando a Nelson Mandela, para cualquier negociador: no responda ni le pare bolas a lo que digan los negociadores por fuera de la mesa. Nosotros acordamos unos puntos y estamos negociando esos puntos dentro de la mesa.

¿Cómo está su encrucijada en el alma por la reelección?

En noviembre les digo.

Hay quienes dicen que su continuidad en el poder es necesaria para la paz, ¿lo cree así?

Nadie es indispensable.

En diciembre del año pasado usted dijo que esperaba que 2013 fuera el año de la paz, ¿el Gobierno tiene plazos para concretar un acuerdo?

Lo que esperamos es llegar pronto a los acuerdos que le pongan fin al conflicto.

Como van las cosas, el proceso de paz se va a cruzar con el proceso electoral, ¿no es un riesgo por la inminente politización de los diálogos?

¿No les parece que los diálogos ya están politizados? Eso es inevitable.

¿En qué quedó su mantra de no pelear con Uribe?

Lo mantengo. No peleo, el que pelea es él.

¿Será la Fundación Buen Gobierno su cuartel para la reelección?

La Fundación Buen Gobierno es y seguirá siendo un centro de pensamiento para discusión y el análisis de temas políticos, con o sin reelección.

¿Podría ser Germán Vargas Lleras un plan B para la continuidad de sus políticas?

Germán Vargas puede ser un buen plan B, plan C, plan D y hasta plan E.

¿Qué tan poderosos cree que son los enemigos de la paz?

No sé qué tan poderosos sean, pero lo que sí sé es que hacen mucho daño.

¿Por qué Luis Eladio Pérez para embajador en Caracas?

¿Por qué no? Tiene los atributos necesarios. Creo que será un buen embajador, ha sido muy buen embajador en Perú y será buen embajador en Venezuela.

¿Eso se consultó con el presidente Nicolás Maduro?

Nosotros hacemos un procedimiento diplomático con todos los países y así lo hicimos aquí.

El jueves pasado dijo: “Imagínense a ‘Pacho’ Santos gobernando este país”, ¿cómo se lo imagina usted?

No voy a opinar sobre eso.

¿Pero de verdad cree que sería él quien gobierne?

No sé, simplemente lo que dije es que cualquier candidato que esté al frente ya tiene su campaña lista. Imagínense a ‘Pacho’ Santos gobernando. No digo nada más.

¿Le preocupan las encuestas cuando dicen que el 60% de los colombianos no quiere su reelección?

No, para nada. Eso es obvio y natural. Este país nunca ha sido reeleccionista. Es la primera vez en la historia de Colombia en que hay una reelección sin cambiar la Constitución. Y la gente aquí es naturalmente antirreeleccionista.

Por Natalia Herrera Durán - Hugo García Segura

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