Gobernabilidad, contrarreloj

Aunque las mayorías en el Congreso para aprobar los proyectos sobre el Acuerdo de Paz están por ahora garantizadas, ya se notan fisuras y recelos.

Redacción Politíca
19 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.
Gobernabilidad,  contrarreloj
Foto: EFE - Leonardo Muñoz

Sus críticos dirán que, si es por la imagen y aprobación que muestran las encuestas, al presidente Juan Manuel Santos hace rato comenzó a darle el sol en la espalda. Esa descripción generalmente se aplica a todos los mandatarios cuando ya van de salida, se abre la lucha por la sucesión en el poder y en el Congreso se pierde la cohesión entre las fuerzas políticas que en un principio todo lo respaldaban. Solo que a Santos le faltan cerca de 18 meses de gobierno y, más allá de lo que digan los sondeos, las urgencias pasan por dejar sentadas unas bases realmente sólidas de la que fue su mayor apuesta y que, al mismo tiempo, es en gran parte responsable del enorme desgaste que hoy se ve y que ni siquiera el Nobel de Paz pudo redimir: el acuerdo de fin del conflicto firmado con las Farc.

Siendo así, ¿tiene el jefe de Estado hoy la suficiente gobernabilidad para sacar adelante todas esas leyes y reformas necesarias que se desprenden de lo pactado con la guerrilla en La Habana? En algún momento, él mismo advirtió que el proceso de paz no se acababa, sino que comenzaba de verdad con la firma del acuerdo. Por eso se habló de la búsqueda de consensos, incluso con la oposición uribista, que hasta ahora han sido imposibles de concretar. Encima de todo, el escándalo sobre el presunto ingreso de dineros de Odebrecht a la campaña reeleccionista de 2014 y la propuesta de una profunda reforma política y electoral —para muchos inoportuna y equivocada si algunos de sus temas buscan ser tramitados por la vía del fast track— terminan por enrarecer el ambiente para un gobierno ávido de mostrar resultados, y pronto.

A la hora de indagar directamente en el Congreso sobre la gobernabilidad de Santos, muchos hablan, hacen sus análisis y lanzan pullas, eso sí, pidiendo reserva de su nombre para evitar encontrones. Por ejemplo, un influyente senador liberal hace cuentas: somos 102, menos 19 del Centro Democrático, quedan 83. Sin Sofía Gaviria y Viviane Morales, van 81 y quitemos los siete de Cambio Radical, eso da 73. Es decir, hay un margen, pero todo depende de que no haya ausentismo. “Santos mantiene las mayorías, pero evidentemente hay dificultades por los lados de Cambio Radical. La renuncia de Germán Varón es un mensaje claro de su actitud y con eso se pierden dos votos en la Comisión Primera. Tendrá que desbrevarse el Gobierno para conseguir la asistencia”, dice.

En efecto, la renuncia de Varón, senador de Cambio Radical, a ser ponente del proyecto de la Jurisdicción Especial para la Paz y a ser negociador en la mesa con el Eln, molesto por lo que consideró “falta de confianza”, tiene a más de uno cavilando. “Cambio Radical no ha estado nunca en la paz. Ahora, hay que decir que la lentitud en el trámite de los proyectos no es por falta de gobernabilidad en el Congreso, sino por inoperancia y lentitud del mismo Gobierno en presentarlos. El verdadero problema es Lizcano (Mauricio, presidente del Senado), que es de Vargas (Lleras)”, sostiene un legislador, miembro del Partido de la U. Y otro congresista de esa misma colectividad riposta: “Claro que Santos tiene gobernabilidad. Lo digo porque a veces he creído que temas complejos no van a pasar y no es sino que llamen de Palacio y todo queda resuelto”. “Santos tiene a la U, a los liberales y a los conservadores. Yo lo veo sólido, los partidos dependen de él para ver cómo se organizan. Eso sí, el que está presionando mucho es Cambio Radical en la Comisión Primera”, dice un tercero.

Por lo que se ve, una suma de desconfianzas de unos con otros, que claramente tiene que ver con el pulso electoral de 2018, que por cierto adelantó el jefe de Estado cuando hacia mediados de enero anunció que propondría el nombre del general (r) Óscar Naranjo como reemplazo de Germán Vargas Lleras, pues este dejaría el cargo a comienzos de marzo para comenzar a montar su candidatura presidencial. En otras palabras, todos los partidos quedaron notificados y por eso los ojos están puestos encima de Cambio Radical, cuyo jefe natural es el vicepresidente, a quien muchos siguen mirando con recelo por su postura pasiva frente a las negociaciones con las Farc y el plebiscito e incluso por su actitud frente a la canciller María Ángela Holguín en el choque con el gobierno de Venezuela. Desconfianza que ven hasta en el Polo, partido opositor del Gobierno, menos en el tema de la paz: “Pues hasta ahora nada ha tenido un traspié, pero se sabe que los que están apretando son los de Cambio Radical”.

¿Y qué responden en Cambio Radical? Pese a las insinuaciones, afirman que no es cierto que haya fractura de sus congresistas con el Gobierno, que la coalición sigue andando y que aun si ellos se hicieran a un lado, las mayorías están garantizadas, aunque reconocen que son más apretadas en el Senado que en la Cámara de Representantes. Por cierto, la propuesta de reforma político-electoral que esta semana adelantó en sus primeras puntadas el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, aparece como otra piedra en el zapato. “Es muy floja. No sé para qué sirve eliminar la Vicepresidencia y volver al designado. Lo que tiene que cambiar es la forma en la que se elige a congresistas, concejales y diputados. Hay que poner un sistema más transparente, pero ampliar el período o eliminar determinadas figuras son más bien un distractor”, le dijo a El Espectador uno de sus senadores.

¿Distracción de qué? ¿De lo de Odebrecht, de la baja favorabilidad en las encuestas, de las quejas de la gente del común por el golpe a sus bolsillos con la reforma tributaria o de la incertidumbre que muchos perciben en la implementación de los acuerdos de paz? En la Alianza Verde hay quien se atreve a hacer un diagnóstico de lo que, cree, está pasando: “Desde que se perdió el plebiscito, el presidente Santos está perdiendo gobernabilidad en el Congreso. Eso fue depredador. Incluso, algunos de la misma Unidad Nacional no apoyaron la refrendación. Y me parece enormemente preocupante, porque eso influyó en que se anticiparan las precandidaturas presidenciales y le está haciendo mucho daño al trámite de los proyectos. Hay que hacer un llamado para que, después de todos estos años, en el Congreso no le pongamos conejo al Acuerdo de Paz”, enfatizó un representante a la Cámara de esta colectividad.

Que además suma otros ingredientes a tener en cuenta: “Las declaraciones irresponsables del fiscal general Néstor Humberto Martínez sobre lo ocurrido en la campaña de Santos con lo de Odebrecht y, peor aún, la situación de Mauricio Lizcano, presidente del Congreso, no sólo por lo que ocurrió con su familia al comprar un predio con medida cautelar, sino por la presunta censura a Pirry, es muy grave. Me parece que hay una confluencia de factores que afectan muchísimo la estabilidad de Santos y el proceso de paz”. Los liberales de la Cámara consideran, por su parte, que si bien es normal que un presidente de la República pierda en la última etapa de su gobierno poder frente al Congreso, es claro que el hecho de que se destapen candidaturas, como en el caso de Vargas Lleras con Cambio Radical, se presente el fenómeno de que los miembros de esta colectividad dejen de pensar como Gobierno y empiecen a pensar como partido, de acuerdo con sus propios intereses.

Algo en lo que concuerdan los conservadores, para quienes el tema de la paz se agotó y lo que comienza a verse ahora es a todos los parlamentarios defendiendo su pellejo, lo cual hace más difícil que el Ejecutivo pueda mantener alineadas las tropas. Y viene la queja con petición directa y pulla incluida: “Tiene que darse ya una crisis ministerial que tenga en cuenta a todos los partidos, que tengan representación real, porque el equipo actual no representa a nadie, como ese tal gabinete de la paz que resultó un fracaso. Nadie quedó contento con eso, nadie representa a nadie. A Cristo no le para bolas nadie. Él nunca asumió su papel de ministro a fondo, era como un senador más. Nunca asumió ningún liderazgo político y se dedicó a trabajar más en sus intenciones electorales”, enfatizó un representante de los azules.

A todas estas, ¿qué dicen en el Centro Democrático? El representante Samuel Hoyos dio la cara: “Hasta el momento, todo lo han votado. La renuncia de Germán Varón, sin embargo, demuestra hacia dónde va la relación del Gobierno con algunos partidos, en especial con Cambio Radical, en la víspera de la renuncia de Vargas Lleras. Se podría decir que la propuesta de eliminar la figura del vicepresidente es un mensaje en su contra. Santos todavía ha logrado mantener las mayorías y la gobernabilidad, pero lo de Odebrecht puede hacer que muchos empiecen a desmarcarse y que eso se vea reflejado en las próximas votaciones en el Capitolio, especialmente, en la de la Jurisdicción Especial para la Paz”, indicó. Eso sí, en el uribismo están convencidos de que el jefe de Estado tendrá que gastar sus últimas fuerzas en lo relacionado con el Acuerdo de Paz y en la reforma político-electoral, la cual, asegura Hoyos, solo busca distraer a la gente del escándalo de Odebrecht. Sea como sea, en la Casa de Nariño saben que se está en una carrera contrarreloj pues, después de julio, los congresistas entrarán en campaña, será difícil garantizar gobernabilidad y la paz no puede correr ese riesgo.

Por Redacción Politíca

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar