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La hora de las alianzas

Si las elecciones al Congreso son la primera vuelta de las presidenciales, el presidente Santos dio un paso firme hacia su reelección.

Redacción Política
10 de marzo de 2014 - 04:41 a. m.
El presidente Juan Manuel Santos al momento de depositar su voto en la mesa 01 de la Plaza de Bolívar. / Presidencia
El presidente Juan Manuel Santos al momento de depositar su voto en la mesa 01 de la Plaza de Bolívar. / Presidencia

El camino queda ahora abierto para las alianzas. Esa es la primera conclusión que dejan las elecciones legislativas de ayer para el cuatrienio 2014-2018, en las que el Partido de la U del presidente Juan Manuel Santos y el Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe —en un verdadero cabeza a cabeza— se disputaron hasta último momento ser la primera fuerza política del país, pulso que terminó ganando, por un estrecho margen, el movimiento santista. Un triunfo que sumado a los resultados del Partido Liberal y Cambio Radical le da fuerza al proyecto reeleccionista del jefe de Estado, aunque el poder demostrado en las urnas por el Partido Conservador da para pensar que el camino no será holgado.

Ahora, si bien la U puede reclamar hoy el podio como el gran vencedor de los comicios al Congreso, sin duda, el expresidente Uribe también puede darse como el otro triunfador, pues logró 20 senadores en la Cámara alta, por encima de conservadores y liberales. Sin el respaldo de quienes fueron su soporte electoral entre 2002 y 2010, su nueva plataforma demostró la vigencia de sus planteamientos políticos. Y desde ya queda claro que la bancada del Centro Democrático será protagonista en el nuevo Legislativo, donde además de las reformas fundamentales ya planteadas —a la salud, a la educación y a la justicia, entre otras— se abordará el espinoso asunto del proceso de paz de La Habana, al cual se opone el exmandatario.

Otra evidencia electoral, después de la jornada de ayer, es la vigencia del Partido Conservador, en especial en el escenario rural. A pesar de su división interna, pues hoy sus dirigentes están distanciados entre quienes apoyan la reelección de Santos y quienes lo hacen a la candidata escogida en su convención, Marta Lucía Ramírez, el conservatismo ratificó su condición de elector. Con 18 curules en el Senado y aspirante propia a la Presidencia, su poder de negociación hacia el futuro es grande, sobre todo cuando de antemano se sabe que son amplios los sectores del conservatismo que se identifican más con el uribismo.

En otras palabras, lo que se advierte por ahora es la composición de un Senado con mayorías no muy claras. Los partidos de la Unidad Nacional —la U, Liberal y Cambio Radical— quedaron con un buen margen de maniobra, pero ya no tendrán el mismo espacio que tuvieron en los últimos cuatro años. Así se sumen la Alianza Verde y otras bancadas, del otro lado, en la oposición, el Centro Democrático tendrá mucho protagonismo. La incógnita es cuál será la ruta del Partido Conservador en este estrecho pulso político, sin descartar lo que pase en las justas presidenciales.

De todos modos, el bloque de la U, el liberalismo y Cambio Radical representa una fuerza que, de lograr la reelección de Santos en las presidenciales, podría fortalecerse. Una visión de corto y mediano plazo que tiene un soporte electoral, pues la votación en la Cámara de Representantes favorece esta alianza. Ahí, el Partido Liberal tendrá el mayor número de legisladores (39), que sumados a los 36 de la U y los 16 de Cambio Radical, auguran un buen margen de maniobra. Desde ya hay quienes califican como un error de estrategia del uribismo el haber dejado en un segundo renglón de importancia la disputa por la Cámara Baja, que a la hora de las decisiones en el Capitolio es tan importante como el Senado.

Otra realidad política que se advierte tras los comicios de ayer es que la izquierda democrática hoy más que nunca está obligada a replantearse para tratar de recobrar los espacios políticos ganados en el reciente pasado, sobre todo a nivel local y regional. Aunque en el Polo Democrático hubo celebración por haber superado el exigente umbral y porque Jorge Robledo fue la mayor votación individual al Senado, el apoyo de la ciudadanía decreció, lo cual se explica en situaciones críticas como la destitución del exalcalde de Bogotá Samuel Moreno, en medio de un gran escándalo de corrupción, y la división que se vive actualmente frente al petrismo.

De igual modo, la Alianza Verde, aunque con una denominación afín, pero distinta en su composición como lo fue el Partido Verde en 2010, no tuvo los resultados esperados. Es cierto que logró mantenerse, pero hay que tener en cuenta que hace cuatro años incluso logró pelear la segunda vuelta en las justas presidenciales y generó un entusiasmo que no es igual ahora —el de la llamada “ola verde” con Antanas Mockus—. Hoy su panorama es sobrevivir a sus peleas internas, determinar hasta dónde puede negociar Enrique Peñalosa —su candidato presidencial— y definir cómo y con quiénes trabajar como una bancada minoritaria en el Congreso.

Finalmente, como estaba presupuestado, una de las grandes sorpresas de la jornada electoral de ayer fue el voto en blanco, que estuvo por encima de la Alianza Verde y el Polo. Si esta tendencia se fortalece y, como se rumora, cuenta con líderes de opinión como el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se puede convertir en un factor a tener en cuenta y, sobre todo, un inesperado ingrediente para las presidenciales. Eso sin tener en cuenta el enorme número de votos nulos, casi millón y medio, que prueban la falta de claridad electoral y de desinformación de la gente.

En síntesis, con una abstención superior al 50%, un repunte del voto en blanco, una enorme estadística de votos nulos y los buenos resultados de los movimientos considerados de derecha, el nuevo mapa político del país se advierte de un intenso pulso por el poder y margen abierto a las alianzas, de cara a las presidenciales. Y si se tiene en cuenta que, como dicen, el próximo cuatrienio se proyecta como el del Congreso que legislará para la paz, es claro que será un escenario de ardua discusión, a favor y en contra, y un hueso duro de roer si la mesa de negociaciones de La Habana no empieza a mostrar resultados convincentes.

Por Redacción Política

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