La Colombia a la que llega el papa

El presidente Juan Manuel Santos y su esposa, María Clemencia Rodríguez, lo recibieron en la pista del aeropuerto de Catam. Saludó a niños, víctimas del conflicto, religiosos y altos funcionarios del Estado, antes de su recorrido por la calle 26 en papamóvil.

Redacción Politíca
07 de septiembre de 2017 - 05:44 a. m.
l presidente Juan Manuel Santos le da la bienvenida al papa Francisco. / EFE
l presidente Juan Manuel Santos le da la bienvenida al papa Francisco. / EFE

Fue hace 31 años que un máximo jerarca de la Iglesia católica, una de las más grandes del mundo, visitó Colombia. Un país ferviente en el que las decisiones más importantes pueden estar fácilmente mediadas por la religión y la fe. Se puede observar en las imágenes tomadas desde un helicóptero cómo la gente corría sobre el césped de la avenida 26, en Bogotá, descontrolada por el paso del papamóvil en el que se movilizaba Juan Pablo II, y las fotografías capturaron las multitudes aglomeradas en cada uno de los recintos que visitó en Bogotá, Chiquinquirá, Cali, Popayán, Tumaco, Medellín, Bucaramanga, Armero, Barranquilla o Cartagena.

Tres décadas después, las imágenes prometen repetirse. La prueba es la expectativa con la que el país esperó ayer la llegada del papa Francisco a Colombia. En un vuelo de Alitalia, la misma aerolínea en la que viajó Juan Pablo II, el papa de hoy llegó a Bogotá sobre las 4:10 de la tarde, después de 12 horas y media de vuelo sobre el océano Atlántico. Allí, en la plataforma de aterrizaje del Comando Aéreo de Transporte Militar (Catam), lo esperaban cerca de 200 periodistas que estuvieron atentos, desde hace casi diez horas, a su arribo. Poco a poco también fueron llegando los invitados especiales, los altos representantes del Estado y de la Iglesia católica colombiana.

Sobre las 4:35 p. m., Francisco descendió del avión Pastor 1 para pisar suelo colombiano, por primera vez desde que asumió las riendas de la Iglesia católica. El primero en darle la bienvenida fue el presidente Juan Manuel Santos, junto a su esposa María Clemencia Rodríguez. Luego saludó a un grupo de niños. El primero fue Emmanuel, el hijo de la representante a la Cámara Clara Rojas, quien nació en el largo cautiverio de su madre. Los niños agitaban pañuelos blancos, mientras que otros, vestidos con trajes típicos, se movían al ritmo de la cumbia. Después se dirigió al encuentro de un grupo de víctimas del conflicto, para posteriormente saludar a los invitados especiales, los ministros del gabinete y los obispos de las ciudades.

Llegó Francisco, el tercer papa que visita el país, y lo hace en un contexto completamente diferente del que recibió a Juan Pablo II en 1986, época en la que el conflicto armado entre el Estado, las guerrillas y los paramilitares arreciaba, al tiempo que los carteles crecían en el país. El narcotráfico sigue golpeando a miles de familias colombianas, la miseria continúa, como una mala visita, en las esquinas de las ciudades y municipios, sin embargo, las buenas noticias sobre la guerra, llenan las páginas de los periódicos, las ondas de la radio y las pantallas de los televisores. Hoy, el pacto de paz logrado con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el cese del fuego bilateral y temporal anunciado por el Gobierno y Ejército de Liberación Nacional (Eln) y la disposición de someterse a la ley del clan del Golfo, uno de los más cruentos grupos paramilitares actuales, han cambiado el panorama nacional y, sin duda, Francisco viene a darle un espaldarazo al momento que vive el país.

Aunque algunos han hablado de una visita impregnada de la política, no se podría calificar como tal, pero el discurso de Francisco desde días antes de sentarse en el avión fue el de llegar a Colombia a impulsar un proceso de paz que avanza. También lo dijo desde el aire, mientras atravesaba el océano: se trata de un viaje especial porque también ayudará a Colombia a ir adelante. En ese mismo renglón, está una realidad y es que otro sería el cantar con la visita del papa si no se hubiese firmado el Acuerdo de Paz.

La agenda de Francisco no para desde que tocó tierra colombiana. El primer recorrido en el papamóvil fue desde Catam hasta la Nunciatura Apostólica, en Bogotá, lugar en el que tendrá su cama durante cuatro de los cinco días que permanecerá en territorio colombiano. Recorrió y saludó a los feligreses agolpados de lado y lado de la calle 26, observó atento los cantos y danzas tradicionales.

Mientras la caravana avanzaba por la calle 26, otra fiesta se preparaba en el barrio Teusaquillo. Allí, los vecinos de la Nunciatura Apostólica colgaban pendones con la imagen de Francisco para darle la bienvenida en las fachadas de sus casas y negocios y un coro de niños, acompañados de tambores, ensayaba las canciones con las que lo recibirían. La carrera 15, entre las calles 36 y 37, se llenó de feligreses que asistieron con sus familiares, algunos en sillas de rueda, esperando que una bendición de quien llaman santo padre les quitara sus penas y sus tormentos.

Hoy, a a las 9:00 a. m., el papa Francisco será recibido oficialmente, con honores, en la Casa de Nariño, donde después se reunirá en privado con el presidente Santos. Luego, se desplazará en el papamóvil hasta la Plaza de Bolívar para recibir las llaves de la ciudad de Bogotá y visitar la Catedral Primada. Allí será recibido por unas 3.000 personas.

Su agenda en Colombia continuará en Villavicencio, el viernes, dónde está previsto uno de los actos más importantes de su visita: el encuentro con más de 5.000 víctimas del conflicto armado. El sábado y domingo será recibido por los fieles de Medellín y Cartagena, respectivamente, en dónde realizará, con seguridad, multitudinarias eucaristías. El mismo domingo, en la noche, partirá a Roma, finalizando una visita histórica, de apoyo a Colombia, a la paz y la reconciliación de un pueblo víctima de la violencia.

Por Redacción Politíca

 

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