Los caminos de Pardo y Petro en busca de la paz

Rafael Pardo le devolvió Gustavo Petro sus derechos políticos. Hoy lo reemplaza en la Alcaldía de Bogotá, luego de que el Procurador se los quitó.

Redacción Política
26 de marzo de 2014 - 04:37 a. m.
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En marzo de 1987, tras 18 meses en prisión, el entonces guerrillero del M-19, Gustavo Petro, se internó en las montañas de Santander y luego en Tolima. En este último departamento llegó como tercero al mando y se encontró con su máximo comandante Carlos Pizarro. Tiempo después, cuando ambos discutían la fórmula idónea para encarar la paz con el gobierno Barco, los argumentos y el pragmatismo de su consejero Rafael Pardo fueron claves para que la iniciativa se abriera paso.

Corría el año 1989. Gustavo Petro tenía 29 años. Rafael Pardo andaba por los 36. Una diferencia de siete años que los clasificó en generaciones cercanas. Por las argucias de la guerra, Petro se llamaba “Aureliano”, y tanto a Pardo como a sus jóvenes asesores les llamó la atención su liderazgo. Cuando Pizarro desistió de la idea de negociar en bloque con las demás insurgencias, entre Petro y Pardo hubo afinidad. La paz se firmó y desde entonces los dos dirigentes sostienen una relación no tan cercana como argumentada.

Sus orígenes fueron muy distintos. Gustavo Petro, nacido en Bogotá, en abril de 1960, criado en Ciénaga de Oro (Córdoba) e hijo de una familia de educadores que se trasladó a Zipaquirá, donde se hizo bachiller, personero, concejal y también guerrillero. Rafael Pardo, bachiller del Gimnasio Moderno y economista de la Universidad de Los Andes, con especialización en Planeación Urbana en La Haya (Holanda), que en 1986 saltó de la academia a la función pública.

Después de dirigir el Plan Nacional de Rehabilitación del presidente Virgilio Barco, cuando el consejero de paz Carlos Ossa se dejó tentar por la política y aspiró a la Alcaldía de Bogotá en 1988, Rafael Pardo entró a reemplazarlo. Dos meses después, el M-19 secuestró al dirigente conservador Álvaro Gómez y condicionó su libertad a un diálogo por la paz. La negociación se dio y el M-19 pasó a la política. Pardo fue el negociador del Gobierno que lo hizo posible.

Luego llegó el gobierno Gaviria y seis meses después la Asamblea Constituyente. Rafael Pardo se volvió consejero de Seguridad Nacional y Gustavo Petro asesor económico de la bancada de la Alianza Democrática M-19 en la constituyente. Cuando cayó el telón de la reforma, Pardo fue designado primer ministro de Defensa civil después de 38 años de ministros militares, y Petro fue elegido representante a la Cámara por Cundinamarca, donde dejó conocer su fuerza oratoria.

En 1994, como destinos afines, Rafael Pardo y Gustavo Petro salieron de Colombia. El primero, a sus 41 años, porque viajó a Estados Unidos para estudiar Relaciones Internacionales en Harvard y luego a asesorar a Cpesar Gaviria en la OEA. Y el segundo, a sus 34 años, porque no pudo repetir en el Congreso y fue nombrado agregado para los Derechos Humanos en la embajada de Colombia en Bélgica. A la distancia, ambos vivieron los días difíciles por el escándalo del proceso 8.000 y sus coletazos.

Gustavo Petro regresó en 1997 y, junto a su copartidario y antiguo compañero de armas, Antonio Navarro, empezó a darle identidad al proyecto Vía Alterna, que le permitió regresar a la Cámara de Representantes. A su vez, Pardo, coordinó la campaña presidencial del exfiscal Alfonso Valdivieso, y luego lideró el bloque de liberales que, en disidencia con el oficialismo, apoyó la candidatura de Andrés Pastrana. Después se pasó a las toldas del periodismo.

Primero fue director de Noticias RCN. Después del noticiero CM&. Entre tanto, Gustavo Petro se consagró como congresista. Desde sus respectivas esquinas, ambos deliberaron sobre el ambiguo capítulo de la historia de Colombia que se llamó la zona de distensión. Cuando este fallido laboratorio de paz se fue al traste, cada quien tenía elegido su camino. Pardo saltó a la arena política para buscar una curul legislativa y Petro decidió repetir en Cámara.

Los alcanzaron sus metas en 2002. Con el aval de Cambio Radical, partido que nació de una disidencia de antiguos galanistas, Pardo se hizo senador. Su bandera inicial fue apoyar al presidente Álvaro Uribe, e incluso promovió las primeras versión de la llamada Ley de Justicia y Paz para impulsar el proceso de paz con el paramilitarismo y el Estatuto Antiterrorista. Cuando la negociación de paz perdió su rumbo, se apartó del uribismo y empezó su retorno al Partido Liberal.

Durante esa transición, Gustavo Petro integró el Frente Social y Político que integrando diversos matices de izquierda democrática y tercerías, alcanzó 680.245 votos en las elecciones presidenciales de 2002, y un año después fue parte constitutiva del Polo Democrático Alternativo que ganó la alcaldía de Bogotá con Luis Eduardo Garzón en 2003. Una gestión de grupo que le permitió en 2006 ser también elegido senador de la República, con la segunda votación más alta del país.

El año 2006 fue un punto de quiebre. La relección del presidente Álvaro Uribe, a bordo de un cuestionado proceso de reforma constitucional para permitirlo, originó una crisis política que aún no termina. Pardo aspiró a la Presidencia por el liberalismo pero perdió la nominación con Horacio Serpa. En el camino quedó el equivocado señalamiento del entonces baluarte de Uribe, su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, de que Pardo se había aliado con las Farc para evitar la reelección.

A su vez, Gustavo Petro entró un momento estelar porque sus debates coincidieron con las verdades judiciales de los jefes de las autodefensas y estalló el escándalo de la parapolítica. Como denunciante, sus intervenciones en el Congreso le dieron el espacio político suficiente para que el Polo Democrático le diera la candidatura presidencial de 2010. Alcanzó la tercera votación con más de un millón de votos, pero meses después el Polo Democrático no le dio su jefatura.

Rafael Pardo buscó el mismo camino. Después de recibir la nominación del liberalismo en 2009, aspiró a la Presidencia de la República. En fórmula con el hoy alcalde de Medellín Anibal Gaviria, alcanzó 638.302 votos. Sin embargo, su colectividad entró a reforzar el proyecto de Unidad Nacional del vencedor Juan Manuel Santos, y cuando éste ganó la jefatura del Estado en segunda vuelta sobre Antanas Mockus de la Alianza Verde, Rafael Pardo aceptó ser ministro de Trabajo del nuevo Gobierno.

El 30 de octubre de 2011, después de romper con el Polo Democrático tras el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá que, con sus debates, llevó a la cárcel al alcalde Samuel Moreno, y luego de constituir su propio movimiento Progresistas, con el 34% de la votación, Gustavo Petro ganó la Alcaldía de Bogotá. El ministro Rafael Pardo apoyó las directrices del presidente Santos respecto a la ley de víctimas, la creación de empleos o la concertación de las políticas salariales con los sindicatos.

En 2013, la administración de Gustavo Petro ya estaba en la mira del procurador Alejandro Ordóñez. El 10 de diciembre de 2013, por errores en la transición del servicio de aseo de manos privadas a públicas, lo destituyó e inhabilitó durante 15 años para ejercer funciones públicas. Desde entonces, tres meses de deliberaciones políticas y jurídicas, que concluyeron el pasado miércoles 19 de marzo, cuando el presidente Santos acogió la decisión de la Procuraduría y nombró a Rafael Pardo alcalde de Bogotá.

Los sinos cruzados de Gustavo Petro y Rafael Pardo, que hace 24 años firmaron la paz a nombre del gobierno Barco y la guerrilla del M-19 y hoy son los sucesivos protagonistas de un momento candente de la historia bogotana. Desde el balcón de Liévano, Gustavo Petro reconoció su respeto y amistad por Rafael Pardo pero no dudó en calificarlo como impostor. Pardo eludió el comentario y lo calificó como propio de la política. La historia dirá cuál será el destino de estos dos dirigentes inmersos en las incalculables sendas del poder.

Por Redacción Política

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