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‘A los magistrados les dieron presunción de sabios’: Viviane Morales

La exfiscal y hoy senadora califica de “mediocre” la reforma de equilibrio de poderes, pide una constituyente y denuncia la entrega no transparente de cupos indicativos a congresistas.

Felipe Morales Mogollón
13 de abril de 2015 - 11:05 a. m.
Viviane Morales asegura que sus argumentos, en todos los campos, son jurídicos y basados en derecho, y no en sus convicciones cristianas. / Andrés Torres - El Espectador
Viviane Morales asegura que sus argumentos, en todos los campos, son jurídicos y basados en derecho, y no en sus convicciones cristianas. / Andrés Torres - El Espectador

Entre hoy y mañana, la Comisión Primera del Senado deberá aprobar en quinto debate la reforma de equilibrio de poderes. Una discusión en la que la senadora liberal Vivian Morales ha asumido una postura crítica, con denuncias de por medio como la que hizo sobre un supuesto ‘mico’ que se le pretendía colgar al proyecto y que buscaba beneficiar a los magistrados y al fiscal general por la inviolabilidad que se les pretendía otorgar. En diálogo con El Espectador, la congresista mantiene su pos tura, dice que la reforma es mediocre, no ataca los males de fondo y que debería apelarse a una constituyente. De paso, arremete contra la Corte Constitucional, de la que dice, tiene un poder desbordado.

¿Es la reforma de equilibrio de poderes la solución a la crisis institucional del país?

Estamos hablando de una reforma que no solo aborda temas de la justicia y a la que el ministro Juan Fernando Cristo le dio el pomposo bautizo de equilibrio de poderes. Yo pregunto: ¿cuándo ha habido equilibrio? ¿Cuál es el desequilibrio? Eso debió responder la reforma que presentaron, pero no se ve en ningún lado.

¿Entonces cuáles son los problemas de fondo que hay que solucionar?

La Constitución de 1991 fue contra la política, se pensaba que todos los males del país se concentraban en la política. Que el Congreso tenía auxilios parlamentarios y que era clientelista, pues miren a ver cómo los acabamos. Pero lo que se hizo fue empeorar las cosas y hoy los auxilios son el Hello Kitty de los cupos indicativos que reparte el Gobierno. Nadie sabe cuánto le toca a los congresistas, cuál es el mecanismo, qué reparten. Dicen que hay algunos que reciben $12 mil y hasta $20 mil millones, yo no sé a quién se los dan. Y lo peor es que pasamos estos vicios a la justicia; a las cortes les dieron facultades políticas, se les abrió el apetito burocrático y ahora se dedican a pedir puestos. Crearon una filosofía de hagámonos pasito y entre todos nos hacemos favores.

En el Congreso se han intentado varias reformas a la justicia y han fracasado, ¿será que es imposible encontrar soluciones?

Creo que se nos ha olvidado que el Congreso tiene la representación del pueblo, es ahí donde se deben debatir y proyectar las soluciones para el país. Por fuera de este solo queda una Constituyente.

O sea, para usted la reforma no está a la altura de la actual crisis...

Dicen que el gran desequilibrio fue la reelección. Yo creo que sí generó desequilibrio, pero esto ya sucedía desde la Constitución de 1991, que hizo del Congreso un enano, un órgano atemorizado y subalterno de los otros poderes: del Gobierno, de las cortes, del procurador. Es un ente que no puede discutir si el procurador puede tener facultades disciplinarias contra los congresistas porque le da miedo. Tienen temor que Consejo de Estado les quite la investidura, que el procurador los destituya. Como no sucede en ninguna democracia, este es un poder pequeño, dominado y débil, y se supone que representa a los colombianos. La reforma de equilibrio no equilibra nada.

Pero no se puede decir que la reforma no aporta nada…

Hay reformitas, pero hacen una Constitución muy reglamentaria. No creo que haya otra Constitución en el mundo que defina las condiciones para ser administrador de la Rama Judicial, eso debió hacerse a través de una ley. Los requisitos que ponen son imposibles, no conozco a nadie en Colombia que tenga 20 años de experiencia en administración judicial. Esos requisitos solo los puede tener alguien que haya formado parte del Consejo Superior de la Judicatura. Es un diseño aparatoso. En la reforma debieron quedar los principios y el desarrollo debía hacerse a través de una ley estatutaria. Por ejemplo, la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura la cambian por una comisión disciplinaria, eso es solo cambiar el nombre.

El debate se ha personalizado en el vicepresidente Germán Vargas Lleras y su aforamiento, ¿cree que debe estar aforado?

En la Constitución de 1991 había una grave omisión: el vicepresidente no aparecía en ningún lado. Él, por ser posible reemplazo del presidente, debería tener un fuero, pero que solo opere en razón del cargo de reemplazo del mandatario. Pero si cumple funciones de ministro, como ocurre hoy, debe tener el aforamiento de un ministro, no más. Ese es un debate menor, va en la misma fórmula presidencial, tiene vocación de ser mandatario, por tanto es normal que esté aforado.

¿Entonces cuál es la salida?

La reforma que se debe hacer es en una constituyente que le devuelva al Congreso el lugar que le corresponde, con posibilidades de discutir sobre temas importantes. Uno espera poder hacer reformas profundas pero no se puede, eso está en evidencia. Lo que están haciendo es una reformita.

¿Una constituyente en qué términos? Porque es claro que es un tema espinoso y hay quienes creen que se puede desbordar...

En el país está el recuerdo de la Constituyente de 1991, que se había creado para unos temas y luego, por un fallo de la Corte Suprema de Justicia, tocó todo. En ese momento no había legislación, pero hoy la misma Constitución dice que la constituyente se convoca a través de una ley en la que se señala las materias para las cuales está convocada, y puede ser controlada por la Corte si excede los temas que fueron planteados.

¿Qué temas en concreta se tendrían que abordar?

Ahí sí podríamos hablar de equilibrio de poderes. Del estatuto del congresista, del funcionamiento del Congreso y hasta dónde llegan los poderes de la Corte Constitucional, porque debe haber límites claros. De los temas de participación democrática del pueblo, que es otra gran mentira de la Constitución de 1991, porque se creó el referendo, la revocatoria y el plebiscito, pero todos han fracasado. También creo que debemos pasar a un régimen semiparlamentario, menos presidencialista.

El lío es que la crisis de la justicia requiere medidas urgentes...

La justicia quedó con un poder muy grande en la Constitución de 1991. Podemos decir que estamos en el gobierno de los jueces y con la figura de la inviolabilidad que pretendían dejar en la reforma actual, íbamos a estar en el derecho divino de los jueces. Hoy los magistrados legislan y hacen la Constitución, que tiene las lecturas que da la corte, aunque sean contrarias a las grandes mayorías. No les importa y no responden ante nadie. Han venido autohabilitándose, nunca se había visto que una reforma constitucional pudiera ser controlada por el fondo. La Corte puede decir que es de vanguardia, pero sorprende que un tribunal se tome ese tipo de licencias. Hoy hasta modula las reformas constitucionales, esto es increíble.

Pero no se puede negar que la Corte Constitucional ha sido la cara de mostrar de la justicia…

Creo que les dieron la presunción de sabios. La primera corte tuvo magistrados tan importantes que les creó la aureola de sabiduría infinita. Por eso, de alguna manera, es bueno para el país el escándalo que acaba de suceder. No se puede depositar tanto poder en figuras que tienen los pies de barro. No puede haber tanto poder ejercido de forma cerrada, en debates que el país no conoce y sin control político. El país se rindió ante esos ‘sabios’. Qué bueno que el país sepa que no son dioses.

Usted ganó la pelea de la ‘impunidad’ de los magistrados. ¿Quedó conforme con la fórmula que fue aprobada?

Sí. La propuesta que traía el ministro Cristo, la senadora Claudia López y los demás ponentes era una irresponsabilidad. Ellos planteaban que los magistrados son inviolables, ahora la fórmula es contraria, es decir, son responsables por delitos y conductas disciplinarias incorrectas en las que puedan incurrir.

Magistrados y fiscal estaban callados, ¿cree que con ese cambio van a volver a atacar la reforma?

Creo que el silencio benevolente obedecía a ese artículo. Ahora no les va a gustar y ellos hacen oír su voz. Uno de los ponentes dijo que los magistrados se habían manifestado por la necesidad de un artículo que los protegiera y por eso entendí de donde venía ese artículo. Seguro no les va a gustar.

¿No es un contrasentido que las investigaciones contra congresistas en el proceso 8.000 se cayeron porque usted tuteló el derecho a la inviolabilidad de fuero parlamentario y ahora está en contra de la inviolabilidad para los magistrados?

Esas críticas las hacen los que no saben de derecho. La institución de la inviolabilidad existe para proteger al Congreso de sus opiniones y su voto, pero es que no emite sentencias, ni decide en asuntos puntuales de los derechos de las personas. El Congreso legisla, hace reformas constitucionales y control político, y debe tener libertad de hablar. Los jueces, por el contrario, emiten providencias que resuelven conflictos entre particulares, ellos tienen que fallar en derecho, se tienen que basar en normas, en el imperio de la ley. En ese caso, la inviolabilidad significa irresponsabilidad. Esta es una teoría de derecho público de más de 200 años. No me lo inventé, en el mundo no hay jueces con inviolabilidad.

Cuando usted denunció ese ‘mico’ hubo enfrentamientos con la senadora Claudia López que tuvo tintes de pelea personal…

Nunca me he metido en lo personal con Claudia López. Ella me atacó de una forma baja cuando propuse el referendo para decidir sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Ante la falta de argumentos, empezó a usar temas personales. Yo no me he metido con su familia, ni con sus relaciones personales.

No es la primera vez que se meten en su vida personal, también sucedió con su esposo Carlos Alonso Lucio cuando usted era fiscal…

La política es dura, se ataca con armas bajas. Claro que eso me tiene cansada, es una guerra de deslealtades y bajezas. A veces siento el deseo de responder de la misma manera, pero creo que hay que discutir con argumentos. Por ejemplo, este debate lo gané con argumentos, pese a que hubo una trinca entre el ministro de Interior y los senadores Roy Barreras y Hernán Andrade, que no me querían dejar hablar. Eso cansa y duele. Desde la salida de la Fiscalía yo tenía algunos morados de tantos golpes y ahora me están saliendo otros. Tiene que ver con la degradación de la política en nuestro país.

¿Qué siente usted ante esos ataques en su vida personal?

Yo soy una persona seria y cuando hablo estoy segura de lo que voy a decir. Me gusta discutir con argumentos y mis planteamientos son sólidos, lo cual me enorgullece. En mí no van a encontrar un escándalo de corrupción o una falta de integridad o de honestidad, y por eso buscan en la intimidad de mi familia, en donde tampoco hay nada que ocultar.

Una cosa es la mujer firme ante las cámaras y los micrófonos, ¿cómo se viven esas situaciones en la familia?

Estoy en política porque tengo la convicción de que hay que dar la pelea por el país. Yo podría estar en sitios más tranquila y ganando mejor sueldo, a mí me sostiene una fuerza espiritual que es la fe y lo segundo es la familia. Eso me ayuda a comprender hasta dónde puede llegar el ser humano en su bajeza, pero sobre todo para frenarme de responder con las mismas armas.

Recordando a Carlos Gaviria, el planteaba que las mayorías no pueden decidir sobre los derechos de las minorías ¿no es eso lo que usted pretendía con ese referendo?

La democracia descubrió que no puede ser el régimen absolutista de las mayorías, pero tampoco se puede pretender que a las minorías se les amparen todas sus reivindicaciones. Por eso hay que buscar consenso. Si no los hay, debemos apelar al pronunciamiento del pueblo. Creo que es mejor eso que nueve magistrados. En el tema de la adopción, no estamos hablando de un derecho de los homosexuales. La Corte Constitucional, en 2001, dijo que este no es un derecho fundamental de los adultos, eso es una falacia. En cambio hay un derecho de una minoría que son los niños, que de las más desprotegidas en condición de adoptabilidad.

¿El debate lo da en términos jurídicos o tiene de fondo su interpretación personal, sus convicciones?

Yo estoy hablando con argumentos jurídicos. No estoy diciendo que la Biblia en el Génesis dice tal cosa. No, mis argumentos son racionales, el derecho a la adopción es un derecho fundamental del niño. Ahora dicen que el derecho a tener una familia es abrir la puerta para la adopción homoparental. Lo que sucede es que la adopción es una cosa dificilísima. En 2014 hubo 16 mil solicitudes y apenas se concedieron 5 mil. Los niños no han sido adoptados por las trabas administrativas y legislativas.

 

Por Felipe Morales Mogollón

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