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'No les podemos dejar la política a los bandidos'

La investigadora de la parapolítica busca llegar al Senado por la Alianza Verde. Le pide claridad a Peñalosa y denuncia que se ofrecen $200 millones a quien la asesine.

Hugo García Segura
01 de febrero de 2014 - 09:00 p. m.
Claudia López dice que dejó de investigar bandidos para sacar adelante su doctorado en ciencias políticas y poder reemplazarlos.   / Gustavo Torrijos
Claudia López dice que dejó de investigar bandidos para sacar adelante su doctorado en ciencias políticas y poder reemplazarlos. / Gustavo Torrijos

Hace unos nueve años, el país conoció a Claudia López por sus investigaciones y denuncias desde la corporación Nuevo Arco Iris sobre la manera como dineros provenientes de los grupos paramilitares penetraron las campañas al Congreso en la coalición que apoyó al entonces presidente Álvaro Uribe en su reelección, lo que en ese momento se conoció como la parapolítica. Casi todos los acusados terminaron en la cárcel y hoy, convencida de que hay que dar la pelea desde adentro por una clase política limpia, aspira al Senado en la lista de la Alianza Verde.

En diálogo con El Espectador, López le reclama claridad a Enrique Peñalosa en su aspiración presidencial frente a los rumores de una posible alianza con el uribismo, opción que rechaza tajantemente, al tiempo que reitera sus denuncias en el sentido de que el detenido gobernador de La Guajira, Juan Francisco Kiko Gómez y el prófugo narcotraficante Marcos Figueroa han ofrecido $200 millones por su cabeza. A los dos los culpa de la muerte del neurólogo Jorge Daza, el fin de semana pasado en Barranquilla, y acusa a la Policía de estar aliada con la delincuencia en La Guajira.

¿Por qué entrar al embrollo de la política?

Diría que ya llevo muchos años en ella, sólo que ahora estoy en lo electoral porque creo que esta vez hay posibilidades ciertas de hacer la paz y no se la podemos dejar a los uribes, a los bandidos o a los gerlein. Y también porque creo que el gran desafío de la paz no es sólo denunciar a los bandidos, sino reemplazarlos con el voto libre.

¿Y por qué en la Alianza Verde?

No soy de derecha ni de izquierda, y la Alianza es lo más de centro que hay en el espectro político, con una apuesta coherente por la paz, por la transformación, por la equidad y por la inclusión de las regiones de Colombia. El partido de mis sueños no existe, pero la apuesta de la Alianza es una apuesta de centro-izquierda.

Pero a la vez un partido en el que se vive un duro pulso interno entre peñalosistas, mockusianos y hasta petristas…

Eso me parece bueno, porque si solamente hubiera un sector, sería un grupúsculo de izquierda, lo que no nos diferenciaría del Polo. El chiste de la Alianza es que haya diferentes sectores, incluso de centro-derecha, y también una unidad programática en temas como la defensa del medio ambiente, la prioridad de la educación o la paz, para sólo mencionar algunos. Que sean los electores los que determinen en su momento qué sector dentro de la colectividad es el que la debe liderar.

¿Y quién la debe liderar, el peñalosismo?

No podemos volver a depender de tres exalcaldes maravillosos, pero que nunca se ponen de acuerdo y se tiran todo. La gran virtud es que hay muchos liderazgos regionales y plurales, lo cual es una fortaleza. Pero si la pregunta se refiere a lo presencial, yo insisto en la carta que le envié a la Dirección General, en la que planteo que el problema no son las personas sino las reglas, y en eso hay que aprender del profesor Mockus: la virtud de la democracia es tener resultados inciertos con reglas ciertas.

¿Reglas ciertas cómo cuáles?

Como que quien aspire a ser candidato presidencial tiene que respaldar la paz, apoyar el acuerdo programático que hicimos para la lista a Senado, escoger con la Dirección Nacional la fórmula vicepresidencial y no puede, de ninguna manera, hacer acuerdos con Álvaro Uribe y su Centro Democrático. El anuncio de que se someten a esas reglas debe ser público, expreso y sin ambigüedades, para no volver a pasar por los dolores del pasado.

Alianza con Uribe, un tema en el que precisamente viene chocando con Enrique Peñalosa…

No voy a negar a mis amigos. Acá unos me critican por peñalosista, otros por petrista. Trabajé con Enrique, lo aprecio mucho y no lo voy a negar, como tampoco tengo que explicarle al país que no soy uribista. Yo lamenté mucho que el aliarse dos veces con Uribe le costó la posibilidad de volver a ser alcalde de Bogotá. Ahora, él me enseñó que uno no puede tener la cuadratura del círculo. Uno no puede ser de la Alianza Verde, que es la antítesis del uribismo, y pretender tender puentes con ellos.

¿Y es que Peñalosa está tendiendo puentes con Uribe?

Él no es claro en hacer un compromiso —expreso, escrito y sin ambigüedades— de que de ninguna manera habrá una alianza con el Centro Democrático. Sin embargo, me opongo a quienes ahora pretenden sacarlo. Peñalosa es fundador del Partido Verde y es muy descortés llegar a la casa de alguien que acepta hacer una alianza con uno a tratar de sacarlo a patadas. Fueron los Progresistas los que se aliaron con Peñalosa, no al contrario. Peñalosa tiene derecho a estar un partido que él fundó y que ha ayudado a construir, pero si quiere ser candidato tiene que comprometerse expresamente a lo que planteamos.

Y si el escenario es enfrentar la reelección de Santos forzando una segunda vuelta, ¿ni siquiera ahí se podría considerar una alianza con el uribismo?

Es justo ahí donde no se debe hacer alianza. En la primera vuelta, el uribismo tiene su candidato y el riesgo es para la segunda vuelta. A lo que yo aspiro es a que los colombianos que son uribistas pueden votar por quien se les dé la gana, como cualquier otro colombiano, y si deciden votar por Peñalosa, pues lo recibiremos con respeto. Pero una cosa es que libre e individualmente los colombianos quieran votar por Peñalosa y otra es que él se vaya a parar en una tarima a abrazarse con Uribe. Eso es inadmisible.

Hay quienes dicen que la estrategia del uribismo es que Peñalosa sea el candidato de la Alianza para así, junto a Óscar Iván Zuluaga y Marta Lucía Ramírez, tener tres fichas y quedarse al final con el que mejor registre...

Lo que Uribe decida o no es su problema. Aquí lo importante es que seamos coherentes para no tener los mismos dolores de la ‘Ola Verde’. Lo digo con toda claridad: primero la paz y la Alianza Verde que la Presidencia, y si ninguno de los candidatos se acoge a estas reglas, pues entonces no tenemos candidato. Pero no vamos a echar esta Alianza a la caneca de la basura por cuenta de que Peñalosa quiera ser candidato del uribismo.

¿Le alcanza a la Alianza Verde para superar el umbral? Hay quienes lo ponen en duda...

Sí, porque en Colombia siempre la decencia tiene un espacio. Cuando yo empecé a hacer las investigaciones de la parapolítica, en 2005, me decían que estaba loca, que iba a terminar muerta o en la cárcel porque esos tipos eran intocables. Pero perseverando, con rigor y decencia, hoy yo estoy libre y 42 parapolíticos están en la cárcel. Nadie es intocable o invencible. Acá no estamos pensando que contra las mafias y el clientelismo no se puede. Lo que pensamos es que sí se puede con el voto libre, limpio y con la política propositiva.

Por cierto, ¿cómo está su seguridad?

Si es por el número de escoltas, diría que bien; pero si me lo pregunta por garantías reales, está muy mal, porque lo que protege la vida es que los políticos no se alíen con criminales y que la Fuerza Pública trabaje para apoyar a la justicia y no a los criminales que nos amenazan. Eso desafortunadamente no pasa en este caso y la Policía trabaja en asocio con Kiko Gómez y Marquitos Figueroa, en su banda criminal en el Cesar y La Guajira. Son socios, sobre todo en el cartel de la gasolina.

¿Qué pruebas tiene para hacer esas acusaciones tan graves?

Pero si es que en las narices de la Policía se distribuye la gasolina que entra de contrabando. ¿Cómo puede salir de Venezuela, atravesar La Guajira y el Cesar, con un puesto de distribución en sus narices y ellos sordos, ciegos y mudos? Obvio que hay gente de la Policía metida. Hace dos años he hecho esas investigaciones y lo que hay son pruebas de esa connivencia. Por eso digo que nosotros, desde la Alianza Verde, tenemos que perseverar de forma tal que podamos fortalecer los vínculos de la política con la ciudadanía y romperlos con el clientelismo y la mafia. Si ese pequeño detalle no lo entiende el presidente Santos, aquí no va a haber paz y colombianos como yo vamos a seguir siendo asesinados.

Usted acusa al gobernador de La Guajira, ‘Kiko’ Gómez, de la muerte del neurólogo Jorge Daza. ¿Qué argumentos tiene para hacer tal afirmación?

El doctor Daza no tenía ningún riesgo contra su vida distinto a ser hermano de Bladimiro Cuello Daza, que fue el candidato que derrotó Kiko Gómez en las elecciones a Gobernación. Una persona que está exiliada con su familia porque lleva más de tres años amenazado, amenazas que se incrementaron desde que Gómez fue puesto preso. La única amenaza que tiene proviene de Kiko Gómez y Marquitos Figueroa. Están registradas desde hace tres años y nadie hace nada. Kiko Gómez ya ha matado a 10 personas que lo han denunciado desde los años 90. Y sigue ofreciendo por mi cabeza $200 millones a cualquier sicario que me mate en cualquier lugar del país. Mientras tanto el director de la Policía, general Rodolfo Palomino, sale a ofrecer $50 millones para ver si averigua quién mató a Jorge Daza, cuando todo el mundo sabe que la única amenaza que tenía era por ser hermano de Bladimiro Cuello.

¿No le da miedo que la maten?

Claro que me da miedo. No me las voy a dar de heroína y si me toca salir otra vez del país lo voy a hacer, pero la paz consiste en que los delincuentes le tengan miedo a la justicia y a los ciudadanos, no en que la justicia y los ciudadanos temblemos ante los delincuentes. Tenemos que dar la batalla. Si no les hubiéramos dado la batalla a las Farc, las tendríamos dándonos plomo y no en La Habana negociando. Si no hubiéramos dado la batalla contra el paramilitarismo, ahí los tendríamos masacrando y cogobernando con Uribe. A mí, Kiko Gómez y sus abogados de la mafia no me van a callar.

El próximo Congreso, el de la paz

¿Cuál es su principal propuesta?

Si queremos construir un país en paz, tenemos que frenar la corrupción. Ese es el problema más grande. Por eso propongo pegarles a los corruptos de la política donde más les duele: en el bolsillo. Vamos a hacer una ley que diga que contratista o político que no pueda justificar el origen de su patrimonio, se confisca. Y tenemos que frenar el contrabando. Eso mata el comercio legal y es una competencia desleal con los empresarios y los trabajadores. Y tenemos que ser capaces de sancionar la evasión. Colombia es uno de los diez países en todo el mundo que no castigan la evasión de impuestos, que es robar a los colombianos. Hay que penalizarla y sancionar a los contadores que hacen contabilidades chimbas.

Por cierto, ¿usted les cree a las Farc en el proceso de paz de La Habana?

Hay que desconfiar por principio. Pero creo en nuestra capacidad ciudadana de forzar al Gobierno y a las Farc a llegar a un acuerdo. Yo sí creo que el próximo Congreso va a ser el de la paz, porque todos los acuerdos de Cuba son una lista de reformas por hacer: agraria, una política, de planeación territorial, ¿y quién las va a aprobar? El Congreso, incluyendo a Uribe, que ya ha dicho que va para obstruir la paz.

hgarcia@elespectador.com

@hgarciasegura

Por Hugo García Segura

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