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Las 'ollas', un asunto a largo plazo

¿A qué se enfrentan las autoridades? Radiografía del expendio de drogas.

Redacción Política*
09 de mayo de 2013 - 09:28 p. m.
Las 'ollas', un asunto a largo plazo
Foto: LUIS ANGEL

Un total de 1.081 capturas de expendedores de drogas durante 128 allanamientos en 20 ciudades del país. El decomiso de 252.325 dosis de drogas alucinógenas y 46 armas de fuego. Además, entre los capturados están 17 cabecillas del negocio del microtráfico y se espera en los próximos días caigan otros 38 que las autoridades ya se tienen identificados en ciudades como Pereira y Quibdó, y departamentos como el Valle del Cauca y Bolívar, entre otras regiones.

Es el balance que presentó esta semana el presidente Juan Manuel Santos, al cumplirse un mes de la orden dada a la Policía por parte del primer mandatario de acabar con las llamadas ‘ollas’ en todo el país, aquellos sitios donde se genera al tráfico de drogas al menudeo, es decir, el llamado “microtráfico”, además de toda clase de hechos delincuenciales.

Efectivamente, el pasado 1° de abril, tras una visita al ‘Bronx’ en Bogotá, Santos le pidió a las autoridades desmantelar en 60 días 24 expendios de drogas ubicados en 20 ciudades de Colombia. El plan, según lo explicó el general José Roberto León Riaño, director de la Policía Nacional, se dividía en tres fases, y la primera, que hoy se desarrolla, se concentra en lo policivo. Luego entrarían autoridades políticas y administrativas para aplicar planes de mediano y largo plazo.

Según un análisis de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), conocido por El Espectador, un mes después de dada la orden casi que con voz de ultimátum, se concluye que el escenario al que se enfrentan las autoridades no desaparecerá de raíz con estas intervenciones relámpago. “Tratar de erradicar en 60 días lo que lleva cocinándose 30 años, como es el caso del ‘Bronx’ en Bogotá, puede ser una iniciativa aplaudible en la medida en que logre desmontar núcleos de expendio donde se concentran muchas delincuencias y esto, sin duda, se verá reflejado en la percepción de seguridad (por la disminución de expendedores y consumidores), pero aun así, no solucionará el problema”.

Ahora, la FIP considera positivo que los gobiernos nacional y local centren sus esfuerzos en los expendios de drogas, porque allí también se concentra el comercio de licor adulterado o falsificado, la compra y venta de artículos robados (reducidores), mercados ilegales de armas, oferta de servicios criminales y en particular, de sicarios. A ello se suma que en sus entornos, la comisión de delitos contra el patrimonio es alta y que cuando las organizaciones criminales se disputan su control, suben los homicidios.

“Pero es por esta confluencia de actividades y tráficos ilegales que hay que pensar en las consecuencias de la orden de Santos”, advierte la Fundación. Y agrega: Estas prácticas no se alterarán con estas modalidades de intervenciones. Serán, por mucho, desplazadas y se reorganizarán”. Para la FIP, la actual intervención producirá una transformación de las modalidades de expendio y una invisibilización de estas ‘ollas’ que alejará el problema del control de las autoridades. En otras palabras, dispersará el fenómeno trasladándolo a otros puntos de las ciudades: “Es cierto que habrá una menor concentración de expendios, pero a su vez mayor dispersión de expendedores y de habitantes de calle”, dice.

Lo que queda claro, de acuerdo con el análisis, es que pensar en acabar con un escenario donde hay muchos adictos no es una tarea fácil. Por el contrario, dice la FIP, si se logra que las actuales ‘ollas’ pierdan su status de permanencia, se volverán, entonces, más callejeras y se incentivará la venta al menudeo, por lo que los expendedores se moverán con dosis pequeñas que no los comprometan judicialmente y, al final, persistirán los aspectos esenciales de la distribución. “Así las cosas, más que erradicar ‘ollas’ mayores o concentraciones de expendios, el trabajo debería concentrarse en atacar las organizaciones criminales que las sostienen”.

La Fundación insiste en que la intervención de las autoridades debe articularse con esfuerzos de vigilancia, judicialización e inteligencia. También habría que sumarle esfuerzos de autoridades civiles, de salud, etc. En conclusión, el trabajo tiene que ser integral y a largo plazo para que realmente funcione el plan de Santos. “Por eso es importante resaltar que en estos primeros 30 días, las autoridades han atacado otros frentes para reducir el crimen. Un ejemplo es la detención de jefes de organizaciones de crimen organizado que controlan líneas en el ‘Bronx’. Aun así, es claro que debido a los grandes volúmenes de dinero que allí se mueven, estos capturados serán rápidamente remplazados”.
En su análisis, la Fundación Ideas para la Paz disgregó el problema de las ‘ollas’ de acuerdo a la situación que se vive en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y Pereira. Ante el interés público, El Espectador lo presenta a sus lectores:

Las lecciones del Bronx

Las ‘ollas’ tipo Bronx, con tanta tradición, hijas del expendio y consumo de bazuco, han acumulado gran experiencia para transformarse. Así lo demuestran anteriores intervenciones. Aunque las autoridades han anunciado varias veces su desarticulación, la realidad muestra que no desaparecen.

A esto se suma que hay una alta relación entre las estructuras criminales y la venta de bazuco. Un patrón común a la mayoría de las ciudades del país es que las ‘ollas’ tienen una estrecha articulación con organizaciones criminales. En Bogotá, por ejemplo, detrás de la problemática del ‘Bronx’ se encuentra el negocio del microtráfico en el que hay varias líneas respaldadas por estructuras criminales que a su turno tienen conexiones con bandas ubicadas en barrios de la periferia en donde también manejan la distribución. En el ‘Bronx’ o en Corabastos y sus entornos se concentran los grandes cargamentos ilegales que llegan a Bogotá, pero son las organizaciones criminales las que se encargan de distribuir la droga a diferentes zonas de la ciudad.

De ahí que plantear un ataque frontal a las ‘ollas’ no es la estrategia más adecuada. Las organizaciones criminales articulan muchas de las ‘ollas’ de una ciudad y estas a su vez se comportan como un sistema. Por eso, mientras las autoridades se dedican a golpear las ‘ollas’ tipo Bronx, el mercado que se libere de ellas quedará absorbido por los demás puntos de expendio.

Como lo ha documentado la FIP desde hace tres años, las ‘ollas’ permiten a estas agrupaciones asegurar redes criminales dentro de las ciudades que no son muy visibles pero sí muy importantes. A su alrededor existen una o varias líneas articuladas que manejan, en últimas, las relaciones campo–ciudad, el acopio, empaque, almacenamiento y la distribución. De ahí que al intervenir las ‘ollas’ no se estaría afectando esta cadena. El expendio, sencillamente, como se ha dicho, se trasladaría a otro sitio de la ciudad.

También están las complejas estructuras de seguridad y cobro. Estas van desde sicarios hasta aquellos delincuentes que se dedican a recoger diariamente dinero en efectivo para alimentar a diversas organizaciones que se mueven en otras órbitas de la criminalidad. En el pasado estructuras como la de Sebastián y Valenciano o lo que se ha llamado La Oficina, en Medellín, y más recientemente las estructuras al servicio de La Oficina o Los Urabeños, sobreviven, en parte, muchas veces, gracias a la distribución interna de droga, o dicho de otra manera, este componente les ayuda a mantener su red criminal.

Los reportes de las autoridades así lo evidencian. En el caso de Cali, según labores de inteligencia recientes, alias ‘El Papi’ y ‘Martha’ serían los encargados de distribuir la droga para bandas delincuenciales como 'los Rojos', 'los Diablos', 'los Escorpiones', 'los Paisas' y 'los Chicos Malos'. Más allá, las oficinas de cobro han articulado tradicionalmente los expendios de El Calvario y Sucre, Santa Helena, San Judas, La Isla, El Rodeo. Para el personero de Cali, Andrés Santamaría, resulta entonces irrelevante atacar las ‘ollas’. Piensa, en cambio, que se deben atacar las organizaciones criminales.

Patrones comunes

Las ‘ollas’ que quiere erradicar Santos tienen varias similitudes pero también abarcan un amplio espectro que evidencia la complejidad del problema. Están las de altas concentraciones de expendios, tipo Bronx, pero también pequeños puntos de menudeo callejero. Entre unas y otras se encuentran, además, otras modalidades de expendio que se asientan, en su mayoría, en zonas periféricas y centrales de las ciudades.

Las ‘ollas’ tipo ‘Bronx’ se encuentran en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Pereira, y a pesar de la dinámica de cada una de las ciudades, tienen en común una alta afluencia de habitantes de calles y concentración de expendedores que manejan diferentes tipos de sustancias (bazuco, cocaína, perico, marihuana, cripy, etc.) y también de públicos que van desde habitantes de calle hasta jóvenes, pasando por una gran cantidad de tipos de consumidores (ejecutivos, hinchas de equipos de fútbol, trabajadores de la construcción, vendedores informales, jíbaros de barrios). Este tipo de expendios siempre tienen conexión con otros que se encuentran en diferentes puntos de la ciudad. Por eso, este comercio no desaparecerá porque sean intervenidos 24 espacios en algunas ciudades sino que será absorbido por otras ‘ollas’ y modalidades de expendio.

Allí, las complejas estructuras de seguridad giran en torno a los expendedores. Estas incluyen desde los populares ‘campaneros’ hasta robustos cuerpos armados que garantizan la seguridad en el sector y dirimen las disputas entre los expendedores, pero de igual forma entre estos y los consumidores. También presentan estructuras de distribución muy particulares: jíbaros, campaneros, carritos (llevan y traen, esconden), caletas. Es por eso que si las organizaciones criminales no se debilitan, lo más probable es que este conjunto de relaciones absorban el golpe inicial de intervención que propone Santos. Podrán desarticular la ‘olla’ mayor, pero esta será rápidamente remplazada.
En Bogotá, la gran ‘olla’ es el ‘Bronx’, pero hay otras de su magnitud en los barrios San Bernardo y Las Cruces, cercanos al ‘Bronx’, así como El Amparo y María Paz, en el entorno de Corabastos, por mencionar solo cuatro casos en la capital. En Cali, la más famosa se encuentra en el centro de la ciudad entre las comunas Fray Damián y Junín, en los barrios El Calvario y Sucre, donde se mezcla con actividades legales, pero donde también hay una alta concentración de habitantes de calle. También están la de Santa Helena y San Judas.

En Pereira están la del sector conocido como Los Puentes y La Churria; en Barranquilla, la zona Cachacal y Las Colmenas y, en Medellín, en la zona céntrica de La Candelaria. En estas cinco ciudades, las ‘ollas’ suelen recibir lo que se recicla en los barrios, que generalmente se les cambia a los habitantes de calle por dinero que luego gastan en droga, sino no es que el cambio ocurre directamente.

Mientras no se organice mejor este mercado, las concentraciones de habitantes de calle y recicladores se mantendrán aunque el expendio baje en las grandes ‘ollas’. Es posible que se logre separar reciclaje de expendio, pero los habitantes de calle y los recicladores seguirán reciclando y les seguirán comprando, así como adquiriendo droga y consumiéndola.
También están las ollas tipo barrio Antioquia, en Medellín, que presentan las mismas características pero con una única diferencia: no concentran habitantes de calle y recicladores, ni tampoco compra y venta de reciclaje. Según datos oficiales, Medellín concentra el 80 por ciento de los expendios de droga de Antioquia.

Los posibles desplazamientos

Otra característica que las une es que en torno a estas ‘ollas’ mayores hay ‘ollas’ satélites. De tal manera que golpear, por ejemplo, el ‘Bronx’, puede traer como consecuencia que se dinamicen expendios en Las Cruces, San Bernardo, La Favorita, o en otros sectores de la ciudad, como El Amparo en Kennedy, y así sucesivamente.

En Cali, si se interviene El Calvario o Sucre, puede haber desplazamientos en su interior pues son barrios grandes, o a zonas aledañas como los barrios San Nicolás y Obrero. También se puede dar la absorción del fenómeno en algunas de las otras ‘ollas’ como Santa Helena, San Judas, las de La Isla y El Rodeo.

En Medellín golpear el barrio Antioquia, o las concentraciones de expendios en La Candelaria, permitirá que los de otras zonas de la ciudad absorban el mercado. En Pereira, la intervención del sector de Los Puentes puede ocasionar que el expendio sea absorbido por los que están en El Planchón o en el sector de Corcito. En Barranquilla, cuando se golpearon los expendios de la zona del Rebolo hubo desplazamientos a la llamada zona Cachacal, y en la medida que las Colmenas se debilitan, surgen nuevas zonas de concentración de habitantes de calle.

Hay que recordar que este tipo de intervenciones no empezaron con el ultimátum del Presidente. De hecho, la Policía ya había comenzado a erradicar los llamados mitos de inseguridad y entre estos no pocos expendios. Aun así, la experiencia demuestra que aunque han disminuido los puntos fijos, ha aumentado la venta al menudeo”.
 

Por Redacción Política*

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