Radicalizarse contra Maduro, ¿la estrategia para ganar visibilidad?

Leszli Kalli, candidata santandereana del Centro Democrático al Senado, señaló: ¨Ojalá, pronto, a alguien se le ocurra pegarle un tiro a Nicolás Maduro”.

-Redacción Política
22 de febrero de 2018 - 04:53 p. m.
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Venezuela, por cuenta de la creciente llegada de ciudadanos del vecino país a territorio colombiano es, desde hace rato, parte del tema en la agenda electoral para las próximas elecciones. 

Desde candidatos presidenciales hasta aspirantes al Senado de todas las vertientes políticas, han hablado en algún momento de sus ideas para hacer frente a la migración; situación para la que, según el presidente Juan Manuel Santos, Colombia no estaba preparada. 

Para un porcentaje importante de la opinión pública, Nicolás Maduro es el gran responsable de la crisis. Lo que hace o deja de hacer el mandatario venezolano es utilizado en campaña. De hecho, parte del mensaje que busca transmitir el Centro Democrático, está enfocado en "evitar que Colombia sea otra Venezuela". Lea también: Lo que se ve en televisión sobre la crisis en Venezuela no es verdad, es peor

Desde otros sectores, como, por ejemplo, el de la candidata presidencial, Piedad Córdoba, piden no centrarse en la crisis venezolana y "mejor hablar de propuestas para mejorar la vida de los colombianos". Sin embargo, ese discurso no ha hecho eco y, por el contrario, tiende a radicalizarse.

Esta semana, durante un foro promovido por un centro educativo de BucaramangaLeszli Kalli, candidata santandereana del Centro Democrático al Senado, señaló: ¨Ojalá, pronto, a alguien se le ocurra pegarle un tiro a Nicolás Maduro”. Su declaración generó polémica. 

"Tal vez mis palabras sonaron fuertes, pero estoy segura de que es el deseo de millones de ciudadanos del mundo que a través de las redes sociales y medios de comunicación se han enterado de la tiranía disfrazada de democracia socialista y ante la cual los organismos internacionales tan solo se limitan a escribir extensos comunicados, pero de allí no pasa el apoyo a los venezolanos", escribió Kalli en Los Irreverentes.

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"Algunos probos colombianos se escandalizan con mis palabras, pero no se ruborizan siquiera con los niños de nuestra Guajira muertos por desnutrición, ni se afligen por los desfalcos de REFICAR, coimas de Odebrecht, ni los miles de desplazados, ni por  los robos sistemáticos en la salud a través de los dineros del régimen subsidiado y mucho menos por los billones de pesos que se apropian los corruptos del erario, y la lista sigue. Tal vez pensé en voz alta, pero convencida que mi pensamiento es símil al de millones".

No es la primera vez que una propuesta similar genera polémica. Al abogado Abelardo de la Espriella, hablar de la necesidad de la muerte de Maduro, le costó su espacio de opinión en El Heraldo. 

"Los venezolanos de bien y la comunidad internacional en pleno deben entender que la muerte de Nicolás Maduro se hace necesaria para garantizar la supervivencia de la República. No se trataría de un asesinato común, sino de un acto patriótico que está amparado por la constitución venezolana y que resulta, por demás, moralmente irreprochable", escribió el abogado. 

Marcos Schwartz, director del periódico El Heraldo, comentó que la columna del abogado “no encajaba con los principios del periódico”, opinión que discutió con Abelardo de la Espriella, quien decidió renunciar voluntariamente.

Según Schwartz, si se hubiese enterado antes del contenido de la columna, hubiera llamado al abogado para expresarle sus puntos de vista.

Para ambas posturas, la de De la Espriella y la de Kalli, conviene una columna de Catalina Uribe publicada en El Espectador. 

"Así pues, uno de los problemas de la columna no fue en sí abordar el tiranicidio. El error fue hacerlo sin rigidez teórica, sin contexto, y quebrando sin más la línea que divide la reflexión y la práctica. Digo sin rigidez teórica por detalles como no hacer la distinción básica entre muerte y asesinato. Por algo nuestros soldados, cuando disparan bajo la autoridad de la ley, no asesinan sino matan, y se dice muerte en defensa propia y no asesinato en defensa propia. Lo interesante es que con sus imprecisiones teóricas, De la Espriella abrió un debate sugestivo sobre el rol de la filosofía en la política. ¿Debe moverse la filosofía de la reflexión a la práctica?

Quizá no. El trabajo de la filosofía es precisamente cuestionar una y otra vez todos los presupuestos que nos mantienen unidos como sociedad. La filosofía revuelca permanentemente nuestras creencias y rara vez saca conclusiones incondicionales. Los mismos filósofos llegan a posiciones paradójicas como la de Tomás de Aquino quien concluye que sí es legítimo matar a un tirano, pero que es mejor no hacerlo por la inestabilidad que genera. Por esas ironías de la vida, Maquiavelo, que parte muy lejos de Dios, llega a lo mismo.

Ahora bien, decir que la filosofía y la teología no son aptas para todo público es elitista. O acaso, ¿qué estamos diciendo cuando aseguramos que sí podemos discutir sobre la muerte al tirano, pero muy en privado y con todas las credenciales? Claro, discutir sobre la muerte al tirano y exhortar al tiranicidio no son la misma cosa. Menos aun cuando se trata de un tirano que anda vivo y coleando en una realidad política".

 

Por -Redacción Política

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