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Reelegidos entre éxitos y apremios

En casi 200 años, son pocos los mandatarios que han ampliado su gobierno por la vía de la reelección u otros métodos. Recuento histórico.

Redacción Política
23 de noviembre de 2013 - 09:00 p. m.
Simón Bolívar.  Tomás Cipriano de Mosquera.  Rafael Núñez. Rafael Reyes Prieto. Alfonso López Pumarejo. Gustavo Rojas Pinilla.
Simón Bolívar. Tomás Cipriano de Mosquera. Rafael Núñez. Rafael Reyes Prieto. Alfonso López Pumarejo. Gustavo Rojas Pinilla.

El primero fue Simón Bolívar. Aunque en el Congreso de Angostura en 1819 patentó la frase de que “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder porque el pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”, a la hora de la política se dejó tentar por la continuidad en el mando. La Carta de 1821 permitía la reelección inmediata si el mandato había sido intermitente. A Bolívar le sirvió para pasar derecho.

En la práctica, entre 1819 y 1826, mientras Bolívar concretaba a través de la guerra su sueño de la Gran Colombia, el vicepresidente Francisco de Paula Santander orientó la administración pública. En 1827, en contravía de la Carta Política que prohibía reformarla antes de 10 años, el Congreso convocó a una Constituyente. Un año después se celebró la Convención de Ocaña, que se disolvió en medio de la pugna política. Simón Bolívar se declaró dictador, luego intentaron matarlo, y cuando se quiso enmendar los errores, el sueño bolivariano ya estaba muerto.

El segundo reeleccionista fue Tomás Cipriano de Mosquera. Fue elegido en 1845 y gobernó sin novedades hasta 1849. Una década después, en 1860, se alzó en armas contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez y un año después se tomó el poder por las armas. En 1863 impulsó la Constitución de Rionegro que amplió su período un año más. En 1866 volvió a ser elegido en las urnas, pero al año siguiente lo derrocaron y marchó al exilio. El pretexto para sacarlo del poder fue haber adquirido secretamente un barco para el gobierno peruano en guerra con España.

En estos tiempos de radicalismo liberal, el más significativo de sus dirigentes gobernó dos veces. Fue el tolimense Manuel Murillo Toro, quien lo hizo en el bienio 1864-1866 y repitió entre 1872 y 1874. La Constitución de Rionegro admitió la reelección, pero de carácter diferido. El paso de Murillo Toro por la jefatura del Estado fue benéfico y fiel a su condición de periodista y acérrimo defensor de la libertad de prensa, respetó los derechos fundamentales y le aportó a Colombia decisivos avances en el campo de las comunicaciones.

Después de Murillo, dos veces presidente de Colombia, el turno reeleccionista le correspondió a Rafael Núñez. En vigencia de la Constitución de Rionegro, que estableció el período presidencial en dos años, primero gobernó entre 1880 y 1882. En su propósito de seguir mandando detrás del trono, impulsó a su sucesor, Francisco Javier Zaldúa. Éste no resultó tan condescendiente con Núñez, pero se murió en el ejercicio del poder. Lo reemplazó José Eusebio Otálora. Esta circunstancia favoreció el regreso de Núñez al poder.

Lo hizo en 1884, y casi de inmediato los liberales le declararon la guerra. La ganó un año después y en 1886 cambió la Constitución. El período presidencial pasó a seis años con reelección inmediata y, por supuesto, el fue el primer elegido. Sin embargo, entre 1886 y 1892 le entregó el mando a José María Campo, Eliseo Payán y a partir de 1888 a Carlos Holguín. En 1892, Núñez volvió a aspirar a la Presidencia y fue reelegido. Esta vez para gobernar hasta 1898. Pero repitió su fórmula: le dejó el mando al vicepresidente Miguel Antonio Caro. Núñez murió en 1894.

Estrenando el siglo XX, en 1904, el conservador Rafael Reyes ganó las elecciones, pero antes de terminar ese año ya estaba enfrentado con el Congreso. Entonces, en diciembre, Reyes decidió cerrarlo y convocó a una Asamblea Constituyente que en 1905 amplió su período presidencial a 10 años. Fue tan claro el perfil autoritario de su decisión, que en el acto reformatorio de la Carta quedó escrito: “El período presidencial en curso, y sólo mientras esté a la cabeza el señor general Reyes, durará una década, desde el 1° de enero de 1905 al 31 de diciembre de 1915”.

Aunque en sus momentos de máximo poder los áulicos de siempre alcanzaron a proponer que fuera nombrado presidente vitalicio, que le regalaran el Palacio Presidencial o que cambiaran la estatua del Libertador Bolívar por una de Reyes, sus opositores le ganaron la pelea. En marzo de 1909, al quinto año de su mandato, en medio de las manifestaciones de protesta, renunció a la jefatura del Estado. Pero de inmediato decidió reasumir el mando. En junio de 1909 dejó escrita su renuncia y a bordo de un barco se marchó a Europa.

Tres décadas después llegó al poder otro reeleccionista. Esta vez Alfonso López Pumarejo. Gobernó entre 1934 y 1938, en un exitoso cuatrienio en el que sacó adelante su proyecto social de “la revolución en marcha”. Sin embargo, como la Constitución de 1886, reformada en 1910, permitía la reelección diferida, en 1942 volvió a aspirar. Y ganó de nuevo. Pero su segundo mandato fue tormentoso.

La oposición no lo dejó gobernar y, escándalo tras escándalo, precipitaron su renuncia en mayo de 1944. Sin embargo, el Senado no se la aceptó. López regresó al poder con ánimo de impulsar varias reformas, pero su suerte estaba echada. En julio de ese año un grupo de militares intentó darle un golpe de Estado. Su gobernabilidad siguió en decenso. En julio de 1945 no aguantó más y dejó el poder. Ya tomaba forma la violencia política y lo reemplazó Alberto Lleras Camargo. En 1946, el liberalismo dividido perdió la Presidencia.

El último reeleccionista del siglo XX fue Gustavo Rojas Pinilla. En 1953, se tomó el poder en el que Darío Echandía calificó como “un golpe de opinión”. Fue tanto el respaldo popular, que algunos alcanzaron a llamarlo “el segundo libertador” o “el salvador de la patria”. Un año después, una Constituyente legitimó su mandato y extendió su período de gobierno hasta 1958. Ese mismo día se fortaleció la oposición. Rojas se atrincheró en el poder y recrudeció la censura de prensa. Los partidos tradicionales se unieron para sacarlo.

Rojas Pinilla, ya convertido en dictador, logró que la Asamblea Constituyente que había sustituido al Congreso, el 8 de mayo de 1957, ampliara su período presidencial hasta 1962. Esta decisión rebosó la copa de liberales y conservadores que ya habían suscrito un pacto para hacer cumplir un axioma histórico: “Colombia es una tierra estéril para la dictadura”. Dos días después de que Rojas ampliara su mandato, el 10 de mayo de 1957, la presión popular lo forzó a renunciar. Fue el último mandatario del siglo XX que se amañó en el poder.

El primer reelecto del siglo XXI

 

La Constitución de 1991, por la forma en que fue creada, prohibió la reelección presidencial de cualquier forma. Sin embargo, en 2004, en el Congreso se puso en marcha una acto legislativo para permitir la reelección inmediata. En medio de la confrontación política fue aprobado. En los debates la reforma impuso que para que el entonces presidente Álvaro Uribe no tuviera ventajas sobre sus contendores se aprobara una ley de garantías electorales. Tanto la reforma a la Carta Política como la ley fueron aprobadas por la Corte Constitucional en 2005. De esta manera, Uribe resultó reelecto en 2006. Dos años después se desató el escándalo de la yidispolítica, que demostró compra de votos para hacer posible la reforma de 2004. No obstante, Uribe, esta vez por vía de referendo, buscó un tercer mandato. La Corte Constitucional lo impidió.

Por Redacción Política

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